Economía, Política y Otros Pecadillos
Por: Michel Chaín Carrillo / @MichelChain

Economía

La autonomía de Banco de México, si bien surge de una decisión política, es una razón de política económica de Estado donde la experiencia, tanto internacional como mexicana (el caso de nuestro país en los 80s fue ejemplo de libro de texto), advierte sobre los riesgos de que los intereses políticos alejen a la política monetaria del objetivo de mantener el poder adquisitivo de la moneda.

Y es que, si bien la palabra “inflación” nos pone los pelos de punta a quienes vivimos sus incrementos en los 80s (incluido el Presidente López Obrador), quienes nacieron a partir de 1990 nunca han experimentado en carne propia sus efectos. Por esta razón, es más probable que den por descontada la estabilidad en el nivel de precios y no necesariamente dimensionen lo costoso que fue pare el país la inflación desbocada y los sacrificios que, a nivel familiar, se tuvieron que hacer para contenerla.

La autonomía de Banco de México retoma la experiencia de los bancos centrales Europeo y Alemán (este último heredero de la responsabilidad histórica que significó la hiperinflación de la República de Weimar, entre 1921 y 1923, como uno de los condicionantes para que, en 1933, Adolf Hitler se hiciera del poder en Alemania y se detonaran los horrores de la II Guerra Mundial y el Holocausto) que se decantó por una institución autónoma de las decisiones del Gobierno, cuyo objetivo prioritario en el caso de México es “preservar el valor de la moneda nacional a lo largo del tiempo”.

Muchas veces, con más prejuicios que información, se critica a Banxico porque la cantidad de circulante en la economía (billetes, monedas y otros medios de pago), las tasas de interés o el tipo de cambio (aunque es de libre flotación y su seguimiento se coordina con SHCP) parecieran con contribuir al crecimiento de la economía o al bienestar de las familias mexicanas; sin embargo, estos señalamientos dejan fuera la gran contribución del Banco y de la política monetaria: establecer una base sólida sobre la cual armar el resto de la política económica, social y, en general, las acciones de gobierno, inversión productiva y generación de empleos del país. Cuando el país perdió dicha base porque desde Presidencia se buscó que la política monetaria fuera impulsora directa del desarrollo, el país se desfondó, comenzaron las crisis económicas recurrentes (76, 82, 88 y 94) y, a costa del patrimonio de millones de familias en todo el territorio y de todas las clases sociales, se perdió una década de crecimiento económico.

Me resulta imposible profundizar sobre todo el hacer de Banco de México en tan poco espacio, además de que necesitaría la claridad de Federico Rublí y Pedro Garza, responsables en esos años de “explicarle” al país la autonomía y el esquema de metas intermedias de inflación esperada que se utilizó en la segunda mitad de los 90s, y con quienes tuve la oportunidad de coincidir desde mi trinchera (en ese entonces, la Facultad de Economía de la UNAM). Que estas líneas sirvan, además de seguir haciendo consciencia sobre la importancia de la autonomía de Banco de México, para saludarlos y reconocerles nuevamente el enorme trabajo que hicieron.

Política

Alguna vez en Puebla un titular de la SHCP dijo ante un Centro Expositor repleto que “el amor se refleja en el presupuesto” y, queriéndolo o no, desnudó la naturaleza misma de los de egresos e ingresos de todos los niveles de Gobierno pues, más allá de la necesaria técnica presupuestal y programática, el presupuesto debería refleja en pesos y centavos, la visión del Gobierno.

De manera estricta, el presupuesto debería reflejar lo que se ofreció en campaña (plataforma) y que se institucionaliza en el Plan de Gobierno (en el caso de Puebla, y dados los tiempos que establece la Ley de Planeación, el anteproyecto de presupuesto se realizó mientras el PED sigue en elaboración y a la espera de ser aprobado por el COPLADEP).

Es por eso que la Constitución prevé que la versión con los “amores” del Presidente deba ser discutida y aprobada por la Cámara de Diputados, donde nuestros representantes deberían de defender los “amores” de sus respectivos distritos electorales, y así llegar a la versión definitiva máximo el 15 de noviembre. En el caso del Presupuesto 2020, nada de esto se cumplió porque el Presidente le pidió a su bancada, que entonces ya no le responde a sus distritos sino al Presidente (con lo que le da en la torre a la división de poderes), que no le movieran “ni una coma”. Ya de cumplir con el plazo constitucional, ni hablamos.

De manera poco sorprendente se recortan recursos a organismos autónomos y universidades públicas, mientras que los grandes ganadores en las reasignaciones están en el Ejecutivo y sobresalen los aumentos a Bienestar (8,365 millones de pesos) y Hacienda (2,500 para las garantías líquidas de Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero) así como una revoltura en temas de Seguridad, donde le aumentan a la Secretaría (1,000) pero le reducen a Fiscalía (-1,500). De manera muy particular, y dado que las Juntas de Conciliación y Arbitraje, tanto Federal como locales, ya deben pasar del Ejecutivo al Judicial, llama la atención que aumente el presupuesto para la Secretaría de Trabajo (104).

Otros pecadillos

Este fin de semana se realizó la comida anual de ex alumnos del Colegio Humboldt, donde tuve la fortuna de estudiar desde el Kindergarten hasta terminar la Preparatoria, que reúne a egresados de todas las edades. Siempre es un gusto reencontrarse con los amigos y, más allá de la convivencia y los abrazos, reforzar esos lazos que nos formaron y que siguen siendo relevantes para Puebla y para México. ¡Muchas felicidades a todos los egresados y un profundo agradecimiento a los organizadores!