Una Novelita por entregas

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

CXLIV

(Traición en el Charlie Hall, circa 2001)

Una vez que falleció el senador Rafael Candanedo, Malaquías Morales volteó a ver como su probable sucesor a Carlos Alberto Nácer y Julián, secretario de Gobernación. Lo conocía desde los tiempos en que junto con su hermano El Negrito lideraban a un grupo de estudiantes de Derecho en la BUAP conocidos como La Tenebra. Con el tiempo, Nácer y Julián se había vuelto un respetable abogado y había sido procurador en el sexenio de Othoniel Fraudlett.

El gobernador tomó la decisión de convertirlo en candidato a la Presidencia Municipal de Puebla y se lo hizo saber al Negrito y a Nácer y Julián. Ambos estuvieron de acuerdo. El hermano de don Malaquías trazó una ruta crítica que incluía la alcaldía y Casa Puebla. El gobernador le pidió a su hermano que le armara el equipo de campaña.

Desde el Palacio de Charlie Hall, Aristóteles Torrín no vio con buenos ojos la decisión. Reunido con su equipo compacto, también trazó una ruta crítica.

—El gobernador lanza a Nácer y Julián porque lo quiere hacer su sucesor. Es obvio que quiere sacarme de la jugada. Si Carlos Alberto gana la alcaldía será el próximo gobernador. Yo se lo voy a impedir.

—¿Y cómo le vas a hacer, camarada?  —preguntó El Vale.

—Mario Montano será nuestro candidato, Vale.

—Se va a enojar el góber.

—Que se enoje.

En Casa Puebla no cayó nada bien que Torrín enviara a Montano a pelear la candidatura. Don Malaquías le dijo al Compadre Cortina que abriera el juego y que metieran a Blanca Solá y a Víctor Chedraui a contender en la interna. Tras una reñida elección, Montano ganó la candidatura. Sin embargo, el Compadre Cortina dijo que a juicio del Comité Directivo Estatal del PRI el candidato sería Nácer y Julián. Montano protestó. Nadie le siguió el juego. Furioso, acudió a Casa Puebla y se hizo acompañar de varios fotógrafos. Entró sumamente indignado. Salió tranquilo y apacible. A los pocos minutos le estaba levantando el brazo a Nácer y Julián.

Del lado panista había dos prospectos: Paco Emmelhainz y el arquitecto Momo Paredes. La fuerza del Yunque estaba con el primero, pero el segundo empezó a pactar con los distintos grupos agraviados y terminó ganando la candidatura por escasos votos. Al interior de Acción Nacional la contienda se veía perdida. “Malaquías nos va a destrozar”, suponían.

El experimentado Iván Álvarez Arrona fue designado coordinador de campaña de Nácer y Julián. Al equipo se sumó gente de Moheno Vale, el Compadre Cortina y el alcalde Torrín. Lo cierto es que este último tenía otros planes. Sabía que si el ex procurador llegaba al Palacio Municipal, sus sueños de arribar a Casa Puebla se harían pedazos. Era preferible que el Momo Paredes se alzara con la victoria.

A espaldas del gobernador, empezó a operar para que esto ocurriera.

Metido en la seguridad absoluta de que ganaría, Nácer y Julián hizo una campaña alejada de la gente. Paredes, en cambio, se fue a meter a las colonias populares. Desde el Charlie Hall había instrucciones precisas de apoyar con recursos al panista. El gobernador fue informado de la traición torrinista. No se inmutó. Los operadores de su candidato le habían asegurado que el triunfo estaba de su lado. La noche del día de la elección hubo lágrimas en el equipo de Nácer y Julián. Aristóteles Torrín celebró con champagne rose la derrota de su enemigo.

(Continuará)…

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