Una Novelita por entregas

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

CLI

(Destape en la Convención, circa 2004)

Juan Pablo Vergara y Pepe Rueda armaron un libro sobre la sucesión en Casa Puebla a lo largo de varios meses. Ruy Sainz del Villar ofreció publicarlo. La foto original de la portada era la mano enjoyada de don Adalberto Meneses. Una mano dura en forma de puño con un reloj Rolex de lujo y un anillo de diamantes y oro blanco. Cuando los primeros ejemplares estuvieron listos, Vergara y Rueda vieron con cierta decepción que el editor había incorporado un ridículo monito mal hecho en la portada y que había desaparecido el Rolex de don Adalberto. Cuando reclamaron escucharon una justificación estúpida. “El reloj se veía muy ostentoso”. Ufff. Eran los riesgos de no entender el concepto del libro.

Los escritos de Vergara habían sido publicados en la revista de El Intolerante a lo largo de tres meses y reflejaba, a través de siete ejercicios de periodismo ficción, los momentos en que Torrín, Moheno Vale y Fierro, entre otros, escucharon las palabras mayores de parte de Malaquías Morales. Rueda, en tanto, trazó diversas claves para resolver la sucesión.

La presentación del libro tuvo como sede el auditorio del Museo de Arte Virreinal. Cuatrocientas personas atiborraron el lugar y un número similar se quedó sin entrar. Los técnicos idearon colocar bocinas en el exterior para que nadie se perdiera el singular acto. El escritor, novelista y ensayista Pedro Palou fue el presentador del libro. En primera fila aparecieron Torrín Mares, Denrique Éger y Fernando Mandarilla. Torrín tenía una sonrisa enorme. Una vez que ingresó al auditorio le llovieron los abrazos. Éger no se le separó un solo momento. En un momento de la presentación, Vergara aseguró que en las primeras filas estaba el tapado. También dijo que había quórum para adelantar la Convención de Delegados del PRI. Las risas estallaron, así como algunos aplausos. Torrín se acomodó la corbata con un gesto jubiloso. Al salir, nuevamente fue abordado por priistas de todas partes del estado.

Al día siguiente, por la noche, los priistas empezaron a llegar al auditorio en el que se efectuaría una sesión del Consejo Político. Torrín se sentó entre Fierro y Moheno Vale. Los fotógrafos se abalanzaron sobre él. Los consejeros aprobaron que el método de selección del candidato a la gubernatura sería una Convención de Delegados. El acto fue breve y rápido. Torrín salió entre piernas evadiendo las preguntas de los reporteros. Fierro, desconcertado, decía que no había nada definido y que a él nadie le había dicho nada. Un reportero le dijo que si entonces no había llegado la “pinche señal”. Con una sonrisa parecida a una mueca el senador dijo que no.

Era cierto. Hasta ese momento Fierro no había sido informado de decisión alguna. Al otro día, muy temprano, sonó su teléfono. Era Rafael González Pimienta: “el delegado Gurría y yo te invitamos a comer en la Estancia Argentina de la avenida Juárez”. Aceptó sin hacer plática. Llegó puntual. Ya lo esperaba don Rafa.

—Manuel ya no tarda, senador.

—¿Qué me van a decir: que Torrín será el candidato?

—Espérate a que llegue Gurría, senador.

—Todo mundo ya sabe que va a ser Torrín, Rafa. No me chingues.

—Eso te lo tiene que decir Gurría.

Fierro pidió un vaso de agua. Vio su reloj. González Pimienta hizo como que hablaba por teléfono. Diez minutos después llegó Gurría. El saludo fue frío de parte de Fierro. El delegado se acomodó la corbata, carraspeó, pidió un tequila y fue al grano.

—Bueno, senador, el partido ya tomó una decisión…

—No sé por qué le hacen tanto al tipitoche. Ya díganme que Torrín será el candidato.

—No es cosa nuestra, senador.

—No me vea la cara de pendejo, Manuel. Madrazo te mandó para operarle a Torrín. Muy bien. Ya lo consiguieron. ¿Qué quieren que haga? ¿Quieren que salga a los medios a decir que ese ratero es nuestro mejor hombre?

—Malaquías quiere hablar contigo, senador  —terció González Pimienta.

—¡Yo encantado! ¡A ver si es capaz de verme a los ojos! ¡Me engañó todo este tiempo! ¡Veinte veces me dijo que no me moviera porque el candidato iba a ser yo! ¡Ahora entiendo cuál era el fin! ¡Son chingaderas! ¡Son soberanas y putas chingaderas!

(Continuará)…

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