Falta más de un mes para las votaciones del 5 de junio y lo que pase en Veracruz es de pronóstico reservado.

Hace apenas dos semanas, parecía que Miguel Ángel Yunes Linares iba en crucero hacia la gubernatura, frente a un PRI lastrado por los malos resultados del actual gobierno estatal.

Los datos que entonces obtuve es que el partido tricolor había dado por perdida la plaza, pues hasta su propio candidato, Héctor Yunes, salía mejor evaluado en las encuestas que la organización, cosa que no ocurre en el resto del país.

Sin embargo, algo ha sucedido en días recientes que me hace recordar la contienda por la gubernatura del Estado de México, en 2005, cuando el recientemente fallecido Rubén Mendoza Ayala arrancó con una cómoda ventaja sobre el actual presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Lo que tenía abajo a Peña Nieto no era su propia imagen –pues no había tenido una larga carrera política sobre la que pudiera opinar la gente– sino la del gobernador mexiquense Arturo Montiel, quien había ido de escándalo en escándalo.

Las encuestas le daban de ocho a 15 puntos de ventaja a Mendoza Ayala en el principio de la contienda –en la que también participó la perredista Yeidckol Polevnsky–, pero el candidato panista se encargaría de dilapidarla.

Para contrarrestar la imagen de Peña Nieto como físicamente atractivo, el equipo de propaganda de Mendoza Ayala consideró buena idea tapizar el estado con el tema “Soy feo, pero sé gobernar”.

A partir de ahí, el exalcalde de Tlalnepantla sería recordado como “el candidato feo” y no como el que sabía gobernar. Tampoco le ayudó mucho presentarse ebrio en actos de proselitismo, como consignaron en su momento los medios.

Años después, en una entrevista, Mendoza Ayala –quien había estado en el PRI y terminaría su vida política en el PRD– culpó a todo mundo de su derrota: al presidenteVicente Fox; al secretario de Gobernación, Santiago Creel, y al jefe nacional panistaLuis Felipe Bravo Mena.

Aun así tuvo algo de autocrítica: “Qué pendejo, Rubén”, dijo él mismo. “Hubiera ido por la senaduría”.

Lo cierto es que su ventaja en las encuestas terminó en una contundente derrota. Y él acabaría expulsado del PAN en 2009, acusado de malos manejos de recursos del partido.

¿Cuál será el futuro de Miguel Ángel Yunes? Pese a su ventaja en las encuestas, la posibilidad de ser gobernador parece estársele diluyendo entre las manos, sometido a filtraciones y señalamientos sobre su riqueza.

También ha padecido los ataques de Andrés Manuel López Obrador, quien, pese a señalar que los dos Yunes son igual de transas, se ha esmerado en atacar al candidato de la coalición PAN-PRD.

Peor aún, como escribió ayer mi compañero Jorge Fernández Menéndez, Yunes Linares “ha tenido arrebatos y pérdidas de forma que demuestran la tensión que le ha generado ese golpeteo”.

Quien fuera un experto priista en guerra sucia contra el PAN y el PRD está probando una cucharada de esa espesa y amarga medicina.

Quizá pueda sobrevivir a la constante exhibición de supuestos títulos de propiedad, las menciones en los llamados Papeles de Panamá y la divulgación de llamadas telefónicas, pues en Veracruz hay una verdadera irritación con la situación económica y la inseguridad, y los veracruzanos nunca han tenido un gobierno estatal que no sea del PRI.

Sin embargo, si es que llega a la gubernatura, su arribo a Xalapa el 1 de diciembre difícilmente será entre fanfarrias, y tendrá para siempre una enorme lupa que lo vigile con la esperanza de que tropiece en el periodo de dos años que le tocaría encabezar.

¿Qué tanta paciencia tendrán el PAN y el PRD, que buscan fortalecerse rumbo a 2018, con los escándalos que protagoniza Yunes Linares?

Una gubernatura fracasada y señalada de corrupción sería oro molido para el PRI yLópez Obrador.

 

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