Para el gobierno federal, la célula simplemente no existe como puerto seco porque nunca expidió las autorizaciones de rigor. En el sistema Infomex no hay documentos que acrediten qué se hizo

 

STAFF 24 HORAS PUEBLA

Blanca Alcalá pretende revivir la obra que constituye el mayor fraude de Mario Marín Torres en su sexenio, y un fantasma para las dependencias el gobierno federal.

Eso es La Célula, el complejo anunciado como obra magna del marinismo y que se quedó con los cimientos en el municipio de Oriental y una lista larga de anomalías en el uso de más de mil millones de pesos, cinco veces más de lo que se presupuestó al inicio.

Al anunciar la activación de ese lugar, la priista candidata a la gubernatura corta reconoció que la obra es un “elefante blanco”; sin embargo, para el gobierno federal es un fantasma por la falta de permisos básicos que habría tenido que expedir  si el proyecto hubiera sido serio.260416_04

El sistema Infomex, a solicitud concreta de datos sobre la obra, respondió que ningún documento acredita que se haya hecho el estudio de viabilidad económica y financiera del proyecto.

Ese es un requisito básico de un recinto fiscalizado estratégico, como se clasifica al Nodo Intermodal Logístico que, para instalarlo, la administración marinista expropió tierras de cultivo.

La ausencia de un estudio de viabilidad económica y financiera explica el encarecimiento del proyecto, el gasto de dinero público realizado y la falta de auditoría específica para el uso del dinero en las etapas del plan de construcción y puesta en marcha.

Otra de las anomalías que convierten a La Célula en un  monumento a la ilegalidad es la falta de autorización expedida por la Administración General de Aduanas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Ineludible, ese permiso dotaría a la obra de su objeto principal; pero nunca existió, aunque en el boletín de prensa en que anunció la puesta de la primera piedra, el gobierno de Marín aseguró que “ya cuenta con autorizaciones de Hacienda”.

Iba a ser un nodo de tránsito comercial para cinco corredores regionales que permitieran el paso de mercancía entre el Golfo de México  vía Veracruz y el océano Pacífico, por Acapulco.

Pero se quedó en trazo, pavimentación de un circuito y un estacionamiento más tres toldos de aduanas.

Por la naturaleza de los servicios de La Célula, debería tener un dictamen de viabilidad emitido por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras). El documento no está bajo la lupa de Infomex.

Lo que el sistema Infomex sí tiene es el registro de 11 obras pagadas, que suman 37 millones de pesos: proyectos, asesorías, estudios y gestiones ambientales; lo que no hay es pista alguna de tales acciones.

Por si el alegato de Marín Torres o Javier García Ramírez –quien se desempeñó en el sexenio 2005-2011  como secretario de Obras y hoy es buscado por la Interpol– fuera ignorancia de los requisitos  enlistados para esta obra, ambos dejaron rastro documental: un informe que rindieron el 19 de octubre de 2007 en la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago).

Hay, además, seis evidencias documentales de mentiras sobre la obra: los informes de gobierno de Marín Torres: ninguna de las acciones que dijo haber hecho en La Célula fueron ciertas.

 La primera piedra, en julio de 2007 CORTESÍA LA JORNADA DE ORIENTE
La primera piedra, en julio de 2007
CORTESÍA LA JORNADA DE ORIENTE

Promesa aplaudida

El martes pasado, en su gira por el municipio de Oriental –gobernado por el panista Leopoldo Barrón–, la candidata  priista a la gubernatura corta prometió reactivar el proyecto.

“Basta que simplemente porque lo puso equis o ye autoridad, ahí queden (las obras) como simples elefantes blancos”.

 

Engaño rotundo

La Célula es un monumento. ¿A qué? ¿A quién? Eso, María lo desconoce. La ejidataria del municipio de Oriental sólo está segura de la función decorativa que hoy tiene la obra magna del sexenio de Mario Marín Torres.

En 2007, el exgobernador priista calificaba a La Célula como la arista necesaria para impulsar el desarrollo comercial e industrial en la región.

Hoy, dice María, no hay nada: ni comercio ni industria. Y ellos perdieron su patrimonio.

“Vendimos nuestras tierras para que se construyera, pero sólo porque prometieron trabajo para nuestros hijos”, añade.

¿Qué honra, entonces, el nodo logístico? Lo que no fue.

 Las hectáreas expropiadas ahora están ociosas. JOSÉ CASTAÑARES /AGENCIA ES IMAGEN
Las hectáreas expropiadas ahora están ociosas.
JOSÉ CASTAÑARES /AGENCIA ES IMAGEN

El desarrollo que no llegó

En los ejidatarios que vendieron sus tierras para la construcción del Nodo Logístico Intermodal La Célula hay arrepentimiento.

Cuando el gobierno de Marín pactó con las autoridades del municipio de Oriental –a 80 kilómetros de la capital del estado– la construcción del Puerto Seco, a los habitantes se les prometió un futuro promisorio.

María, quien forma parte de los “mil y tantos” ejidatarios –mil 219, para ser específicos– que vendieron 600 hectáreas para la realización de la obra, recuerda las promesas:

Empleo para sus hijos y para los hijos de sus hijos, la construcción de siete pozos de agua y comercios fructíferos. A grandes rasgos, una vida mejor.

“Nos convencieron. Pero ahí se quedó todo abandonado. No cumplieron en nada”, recrimina.

 La Célula fue la obra magna del marinismo ESPECIAL
La Célula fue la obra magna del marinismo
ESPECIAL

Hoy sólo el viento hace cimbrar La Célula. Las estructuras metálicas blancas, las cuales no reciben mantenimiento, crujen ante los aires que corren entre los límites de Puebla y Veracruz.

En enero de 2009, cuando Marín Torres inauguró –en un evento casi privado– el Puerto Seco, la obra aún guardaba el objetivo de convertirse en un nodo de tránsito comercial con cinco rutas ambiciosas: los corredores Puebla-Progreso, Puebla-Ciudad Hidalgo, Altiplano-Arco Norte, Acapulco-Tuxpan y el de Acapulco-Veracruz.

En términos asequibles, el Puerto Seco pretendía agilizar y disminuir costos en trámites aduanales, además de hacer eficiente la transferencia de cargas de un transporte a otro.

En su segundo informe de labores como gobernador, en 2007, Marín Torres prometió que la obra permitiría la realización de “hasta 252 operaciones diarias de importación y exportación”.

Nueve años después, sólo una solitaria mujer policía recorre el lugar con tres perros callejeros flanqueándola. La entrada al punto que detonaría la llegada de industrias y comercios depende únicamente de levantar un oxidado alambre de púas.

Pese al que las 600 hectáreas de Oriental esperaban el arribo de fábricas y movimientos de importación y exportación, sólo el viento visita las estructuras vacías
Pese al que las 600 hectáreas de Oriental esperaban el arribo de fábricas y movimientos de importación y exportación, sólo el viento visita las estructuras vacías

El arribo de fábricas e inversiones en la región es algo que los habitantes de los municipios ya no recuerdan con nitidez. María escuchó que la refresquera Big Cola sería la principal inversora.

Francisco, ejidatario también, recuerda haber oído que llegarían aviones.

Luz, ama de casa, dice que la empresa que cambiaría el futuro de la región produciría luz eléctrica.

Nada. No hubo nada. La administración de Marín Torres alegó, en su defensa, que una crisis casi internacional impedía grandes inversiones a la obra magna del sexenio.

La inversión total que el entonces gobierno estatal destinó para la realización del nodo es, además de las promesas de inversiones, algo que corre de forma difusa.

FOTO1En el 2008, Marín Torres sostuvo que la primera etapa del Nodo Intermodal mantuvo precio de 119 millones 725 mil pesos.

Un año después, los informes de gobierno –los cuales son públicos en el portal de Transparencia del gobierno estatal– daban cuenta de una inversión total de 410 millones 730 mil pesos, tras pavimentar las vialidades de acceso y la compra de las 600 hectáreas.

Pero al filo de su último año de gestión, versiones periodísticas acotaron que el gasto total superó los mil millones de pesos.

En todos los casos, la inversión total y su destino–el elefante blanco del marinismo– podrían resumirse en una sola palabra: fracaso. / CON INFORMACIÓN DE MARIO GALEANA

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