El producto generado por especialistas del Centro de Agroecología, del instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP) protege al cultivo, sin dañar al ambiente ni a los insectos.
Por Redacción
Debido a que el uso plaguicidas químicos sintético provocan daños al ambiente y a la salud humana, un grupo de cientificos de la Buap desarrollaron un innovador producto elaborado a base de chicalote (Argemone mexicana); cuya marca está en registro con el nombre de InsectiBUA.
La virtud de este bioplaguicida radica en que no daña el ambiente, ni mata a los insectos, como los pesticidas químicos sintéticos. El objetivo es proteger al cultivo, ya que al aplicarlo la planta adquiere un sabor amargo, desagradable para el insecto, por lo que éste se aleja.
“El propósito del desarrollo de este control alternativo a los insecticidas químicos sintéticos es convivir con los insectos, no matarlos, debido a que muchos de ellos intervienen en la polinización y son fuente de alimento de otros seres vivos, como anfibios, por lo que son benéficos y no dañinos”, aclaró el doctor en Ciencias Ambientales, Agustín Aragón García, responsable de la investigación.
El chicalote es una hierba anual con un líquido amarillo brillante y se caracteriza por la presencia de alcaloides iso-quinolínicos en todos sus órganos.
Se trata de una técnica económica, de fácil aplicación y, sobre todo, amigable con el ambiente; además, al perderse fácilmente con la lluvia, no daña la salud humana, destacó el científico, quien en 2006 obtuvo el Premio Estatal en Ciencia y Tecnología, que otorga el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla (Concytep).
La sustancia se aplicó en cultivos de amaranto en Tochimilco, población situada en las laderas del volcán Popocatépetl, así como en huertas escolares, con excelentes resultados al lograr incrementar la producción en un 70 por ciento.
La aplicación de este bioplaguicida, en dosis de 30 gramos por cada litro de agua, se realiza cada ocho días, de manera alterna con soluciones de jabón neutro, en dosis de 100 gramos por 15 litros de agua. De esta manera, se protegen los cultivos contra plagas que dañan el follaje de las plantas, como la conchuela del frijol, frailecillo, chapulines, pulga saltona y gusano cogollero en maíz, por mencionar algunas.
Desarrollo de tecnología
En el Centro de Agroecología del ICUAP también se generan otras biotecnologías basadas en extractos vegetales para el control de plagas, entre las que destaca el uso de la higuerilla, una oleaginosa cuyo aceite se utiliza en más de 180 productos como pinturas, lacas, barnices, plásticos y fertilizantes. Esta planta se caracteriza por tener una resina tóxica, que usada en dosis adecuadas sirve como método para proteger los cultivos.
Para elaborar un bioplaguicida a base de higuerilla, se colectan los frutos de esta planta, ya que en éstos se concentra una mayor cantidad de aceite. Se secan a la sombra, se muelen y se almacena el producto final en costales, a la sombra. Para su aplicación, el producto se disuelve en agua, por cada 30 gramos se utiliza un litro de agua. El polvo de la higuerilla también se emplea para conservar el maíz almacenado, empleando medio kilogramo de este producto por cada 50 kilos de maíz.
Otra planta amarga utilizada para el control de insectos es la hierba maestra, donde se emplean 22 kilogramos de la misma por hectárea, informó Agustín Aragón García, también responsable del Laboratorio de Entomología de este centro de investigación.
El objetivo del desarrollo de diversos productos para el control de plagas, a partir de extractos vegetales, es enseñar al productor cómo elaborarlos, para evitar el mal uso de los pesticidas, los cuales empobrecen el suelo, al matar fauna benéfica como lombrices y ácaros.