No hubo ganadores en el encuentro de candidatos en el Consejo Coordinador Empresarial. Ninguno dio una impresión de solvencia que lo pusiera por encima de sus adversarios, pero el encuentro sí dejó dos damnificados claros. Las malas noticias para la izquierda es que resultan ser la candidata del PRD y el candidato de Morena.
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Roxana Luna, la candidata del PRD, tendría que distinguir entre la crítica al gobernador y la campaña política. La primera puede ser un instrumento dentro de la segunda, pero no puede sustituirla. La crítica es necesaria, ya que Roxana es candidata de oposición, pero no es suficiente para construir y hacer funcionar una campaña política.
El encuentro en el Consejo Coordinador Empresarial mostró a una candidata que no atacó a la yugular al gobernador ni al candidato Antonio Gali, por lo que esa falta de crítica podía haberla sustituido con propuestas, las cuales no fueron claras ni fijaron el debate.
Además, dio la impresión de que la candidata no preparó el debate, pues titubeaba en distintos
momentos.
Roxana tendrá que mejorar para que su partido no termine ocupando el último lugar el 5 de junio. Desde ahora cabe advertir: la menos responsable es Roxana Luna. Ella no será culpable de la debacle perredista que se vislumbra, pero sí puede aportar sensatez si su campaña puede fijar un mensaje crítico, acompañado de propuestas y dejando de lado el papel de víctimas.
El perredismo poblano no puede decirse víctima del morenovallismo porque fue de la mano con él durante un sexenio, aunque Roxana Luna quiera distinguirse entre las larvas perredistas que afloraron o subsistieron por gracia del gobernador Moreno Valle.
Hoy, quebrado a medio océano, el PRD poblano parece una pequeña embarcación que se hunde señalando el iceberg que nunca quiso ver. La dignidad en esa situación se la puede dar Roxana Luna que, sobra decirlo, ha entrado en la contienda tarde (es difícil construir una candidatura en pocos meses), sin propuestas atractivas y sin aspiraciones de triunfo. Eso podría reflejarse en un desastroso quinto lugar, acta de defunción del perredismo en Puebla.
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Por otra parte, el candidato de Morena ha mostrado lo que se sabía desde que fue impuesto, ungido o colocado por López Obrador: que le falta oficio político.
En este sentido, nada tiene que ver que provenga de la academia. El verdadero quid de la falta de arrastre de Quiroz es su escaso recorrido político. A pesar de la estructura de su partido, Quiroz ha dilapidado su tiempo. Fue el primero de los candidatos que escuchó las palabras mayores de parte de su líder –caso curioso, al estilo del viejo PRI–, pero que desde entonces ha flotado en el mar muerto.
No transmite confianza, no fija un discurso ni sigue una estrategia de campaña que le permita crecer. A pesar de ello, su partido logrará un 15% de la votación.
La pregunta la deberá contestar López Obrador y los dirigentes estatales de Morena: ¿Por qué Quiroz?
Sólo una lectura les favorece: que no estén pensando en 2016, sino en la elección estatal de 2018 en la que con un candidato de más arrastre puedan ayudar a López Obrador a ganar la Presidencia y que, si bien no aspiran en Puebla a ganar 2018, sí aspiran a convertirse en la tercera fuerza electoral en el Congreso poblano.
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Aún así, la partida de ajedrez que juega Morena es corta de miras, pues un candidato más atractivo podía pelear y lograr un mayor posicionamiento del partido de cara a las elecciones de 2018. Tal vez a largo plazo su apuesta electoral sea correcta, pero resulta ser que, como opción política, debe proponer a su mejor carta cada vez que acuda a las urnas. Una actitud como la de ahora significa tirar la toalla antes de que inicie la pelea, lo cual no es otra cosa sino un menosprecio al electorado.
Morena ha propuesto un candidato gris y, conforme a las circunstancias de la contienda, ésta parece una oportunidad perdida. Es, en última instancia, una apuesta electoral sin pensar en la ciudadanía. Tal y como lo hacen los partidos tradicionales de los que pretende distanciarse, aunque la realidad diga lo contrario.
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La izquierda poblana es un desastre. Tendremos que esperar a 2018 para tener mejores noticias.
*Profesor e investigador del CIDE.