Muchos priistas alegan que si la ventaja de Antonio Gali fuera tan grande, entonces por qué actúan como si estuvieran abajo o enfrentaran una elección cerrada.

La respuesta es simple: es por lo que se juega en esta elección el gobernador Moreno Valle, sabedor de que si Gali pierde, no habrá futuro para él.

Los actuales números a nivel nacional sitúan al gobernador de Puebla en el tercer lugar de las preferencias para hacerse de la candidatura del PAN a la presidencia de la República, muy por debajo de Margarita Zavala, la gran favorita, y Ricardo Anaya, el dirigente nacional del albiazul.

La elección de Puebla es el escaparate ideal para el gobernador de Puebla: si Gali gana, Moreno Valle aún tiene futuro, y mucho, ya que tendrá como bandera el triunfo obtenido en Puebla en contra del PRI y el dirigente nacional de dicho partido, Manlio Fabio Belntrones.

En caso contrario, si Gali pierde, cualquier esperanza de poder seguir en la lucha por la candidatura del PAN a la Presidencia de la República estará cancelada.

Eso es lo que también está en juego en la elección del gobernador del año y 10 meses que se avecina.

El futuro del gobernador está en juego en la elección del próximo 5 de junio y entre más se polaricen las cosas entre panistas y priistas, más se cerrará la posibilidad de un acuerdo final, a menos de que se selle en este mismo mes, ante la posibilidad de una derrota en manos en tricolor.

No es nada fuera de lo común: Mario Marín negoció con Moreno Valle su salida, unos días antes de la derrota de Javier López Zavala, al ver que los números no favorecían a su candidato y que sus horas podrían estar contadas si no llegaba a un acuerdo con quien se perfilaba como el seguro ganador de la contienda.

Pero de vuelta al tema de esta columna, un triunfo contundente de Gali en las elecciones del 5 de junio catapultaría a Moreno Valle, quien sería el único gobernador del PAN en obtener el triunfo, de lo que no se podrán jactar otros mandatarios como Malova y Gabino Cué, quienes están en la lona en sus respectivas entidades.

El triunfo le podrá servir al mandatario para reclamar una gran coalición de fuerzas para el 2018, quien ya habría logrado el triunfo, aún sin contar en esta ocasión con el apoyo del PRD.

A diferencia de Felipe Calderón, quien terminó defenestrado y entregando el poder al PRI, si Gali gana, Moreno Valle podrá alegar que es el único que enfrentó en tres elecciones locales al poderoso aparato tricolor logrando derrotarlo.

En caso contrario, si Gali pierde, el cierre de la administración para Moreno Valle será un infierno, con todo lo que conlleva la derrota.

Las auditorías y la filtración de documentos de las diferentes dependencias serían la constante en lo que resta de la administración.

Ya ni decir de la defenestración que nivel nacional viviría el mandatario estatal por parte del “exniño maravilla”, Ricardo Anaya, su dirigente nacional, y del calderonismo, que espera con ansias la hora de la derrota del morenovallismo para salir a vengarse de las “ofensas” recibidas.

No sé cuál será el resultado de la jornada electoral, pero hace tiempo lo dije en este mismo espacio: si hay un lugar donde el PAN tiene posibilidades de ganar, ese es Puebla, y para desgracia de Anaya y de su proyecto político no apostó aquí; en Tlaxcala se desplomó su candidata y ahora la lucha es sólo entre el priista Marco Mena y la perredista Lorena Cuéllar.

Quinta Roo es posible, Tamaulipas tal vez, no hay más para Anaya; Puebla se gana, y si lo demás se pierde, ¿qué cuentas va a entregar al panismo?

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