La serie Sombras Nada Más fue el pretexto y en 24 horas Puebla nos dimos a la tarea de seguir al candidato de Sigamos Adelante a la minigubernatura de Puebla: Tony Gali

 

Por Guadalupe Juárez

foto2Existe un Tony para cada ocasión.

No es el mismo en una de las 17 juntas auxiliares de la capital poblana, San Andrés Azumiatla, que en Chachapa, comunidad de Amozoc.

No es el mismo en San Andrés Cholula, que en Atlixco.

En unos debe iniciar con un saludo, “Hola, yo soy Tony Gali”.

En otros su presentación va en números positivos, en resultados de infraestructura visible, hasta en una corriente política que no niega.

Pero en todas comparte una misma característica: tarda más en cruzar entre la gente, que en un discurso en el templete. Prefiere recibir los papeles con peticiones de los simpatizantes que se le acercan, que seguir con un discurso de guerra, él opta por extender su mano.

 

I

Es domingo, 3 de abril, la gente corea su nombre “Tony, Tony, Tony”. Así es como le gusta ser llamado.

Azumiatla es el mismo escenario de hace tres años, un augurio que quiere lo lleve a la victoria.

Lo impulsan cinco colores, cinco ideologías. Los líderes estatales de los integrantes de la coalición Sigamos Adelante no terminan de enlistar cualidades, de prometerle lealtad, de agradecerle que en su proyecto incluya a todos.

Su familia lo acompaña. Su esposa, Dinorah, quien lo llama su compañero de todas las batallas, llega primero al lugar. Se posa a un costado de su marido y antes de que este dé unos pasos adelante, lo toma por el brazo y le dedica una sonrisa.

Las cámaras disparan, los flashes lo bañan, los reporteros gráficos quieren obtener desde todos los ángulos el rostro del candidato a la gubernatura. Hay ojos que quieren plasmar su sonrisa y entusiasmo, otros algún gesto enfado o preocupación.

Tony Gali, abriéndose paso hacia el sitio de su mitin en Tecamachalco.
Tony Gali, abriéndose paso hacia el sitio de su mitin en Tecamachalco.

José Antonio Gali Fayad está en el escenario, alza los brazos, su mirada apunta al cielo y hace una reverencia. Viste una camisa azul cielo, a la izquierda se encuentra bordado su nombre, un pantalón de vestir beige y botas cafés.

Entre selfies, apretones de manos, el candidato se anima a cantar un bolero. La respuesta es positiva.

Horas antes al evento, se puede observar a la gente caminando bajo el rayo del sol y cientos de camiones obstruyendo la carretera.

La saturación de vehículos en la junta auxiliar de la capital poblana obliga a Tony a pedir aventón y llegar a su mitin en moto. La fotografía para bien o para mal se dio.

 

ESPECIAL
ESPECIAL

II

La voz es seca. Apenas es el tercer día de campaña y las palabras salen de una garganta lastimada. Un sorbo de agua, permite que continúe con el discurso, aunque manche su camisa.

“Estás conquistando voluntades de otros partidos, Tony”, le dicen. Le arrancan una sonrisa. Vitorean su nombre.

A sus espaldas, está la pirámide de Cholula y la puesta del sol que recorta su figura.

Las muestras de apoyo y las palmadas de espalda, le provocan nostalgia y con voz rasposa dice: “soy de Puebla y me voy a morir en Puebla, cuando eso pase que esparzan mis cenizas por todo el estado”.

La respuesta de quienes lo acompañan, lo arropa. El ondeo de las banderas, lo consuela. Sólo él sabe qué cruza por su mente.

 

III

La canción con su nombre y la invitación a emitir un voto por él se repite una, dos, diez veces. La música pegajosa obliga hasta al más descoordinado a moverse.

Teziutlán se entregaba al exedil, él se dejaba querer. Las porras y canciones con el nombre de Tony Gali retumbaban en la plaza cívica.

Hay una nueva melodía, el ritmo cambia a un género pop más acorde a la gente que lo acompaña. Bailan, celebran, pareciera una fiesta y no un mitin político.

El aspirante a Casa Puebla intentaba llegar al escenario. La tarea le tomó 20 minutos. Los asistentes le pedían fotografías, estrechar su mano, infraestructura, inversiones, quieren lo que vieron en la capital del estado.

Pero también entre las peticiones hay piropos, se sonroja ante las frases que le lanzan las mujeres. “¿Cómo dicen? Gracias, ya me puse nervioso”, les responde.

Después de los momentos de reconocimiento con quienes lo abordan, se dedica a presentar su proyecto. La voz le cambia, lanza propuesta tras propuesta.

Los globos blancos y azules pintan la imagen. Con emoción desbordada, Gali Fayad besa el templete, salta, alza los brazos. Quiere el triunfo.

 

IV

“Ya no somos preciosos… ahora somos bonitos”, ironiza. El mensaje es contundente y congruente con su discurso de campaña. Sus ademanes acompañan lo que sus palabras dicen.

Al frente, hay personas con sombrero, con las manos maltratadas por su trabajo en el campo. También hay funcionarios públicos con permiso. Y empresarios con ropa de vestir cara.

A quienes así lo necesitan, les ofrece inversiones. A los productores, reconocimiento. A los niños, salud. A las personas con discapacidad, atención. A los padres de familia, apoyo con uniformes. A los maestros, capacitación. A las mujeres, respeto. A todos, trabajo.

 Es bien sabido que a Gali es de los primeros a la hora de la foto.
Es bien sabido que a Gali es de los primeros a la hora de la foto.

Enaltece al gobernador en turno, desestima la administración marinista y las anteriores a ésta. Los culpa del rezago, de la falta de oportunidades, de la pobreza. Situación que dice, cinco años no son suficientes para revertir lo hecho en 80.

Su discurso quiere llegar a lo más profundo de la memoria de quienes lo escuchan. Por hoy decide no decir nombres, pero lanza críticas “no queremos volver al pasado. Un pasado que nos lastimó, que nos ofendió”.

Deja las promesas a un lado y toma compromisos. Los equipara con una biblia que seguirá al pie de la letra.

Recibe la bendición de una mujer mayor. Gali Fayad, con un collar de flores, sonríe y se despide contento de Atlixco, se compromete a volver.

La gente se siente azul y se identifica con él, no lo dejan ir sin al menos cruzar unas palabras.

Tony deja a un lado los reflectores y micrófonos para entrevistas, pide continuar compartir su tiempo con la gente que asistió al evento llevado a cabo en el centro del municipio.

“¡Qué Dios los bendiga!”, expresa como despedida.

 

VI

Su mano está extendida. La ola amarilla forma parte de su campaña y quiere que se sumen más. Los temas “incómodos” no le quitan el sueño, los enfrenta y promete resolver en lugar de criticar.

Dice, que atrás quedaron las obras de infraestructura, que se enfocará en los rubros sociales para fortalecer lo realizado en cinco años.

Elige Tehuacán para hacer un llamado a quienes se negaron a trabajar de la mano con la administración estatal, llama  a conciliar y dialogar.

Vuelve a extender la mano, la petición, quiere sea un acto de congruencia. Esta vez no es posible ver sus reacciones o su lenguaje corporal. Pero sus palabras llegan a través de un correo electrónico con la misma fuerza.

 

VII

“Dicen que va a venir un tal Kali que quiere ser diputado, por eso van a cerrar la calle”, dice un vecino del municipio Palmar de Bravo.

Ya son quince días de campaña.

La duda de cómo se llama la figura impresa en volantes, cuyo nombre está grabado en el escenario que colocaron más tarde, parece disiparse para quienes todavía no lo conocen, contrario a lo que desean sus adversarios, es arropado por el municipio.

Al principio la entrega de cientos de sombrillas de Pacto Social de Integración (PSI) llaman más la atención que la llegada del abanderado.

La gente se balancea sobre quienes las reparten, dejándolos sólo con la caja destruida, hasta que las palabras de una voz poco familiar capta sus sentidos.

“Yo no vengo echarles choro”, dice Antonio Gali Fayad al arribar a la demarcación; parece sincero.

. Los gestos de naturalidad del candidato de Sigamos Adelante han gustado a la gente.
. Los gestos de naturalidad del candidato de Sigamos Adelante han gustado a la gente.

Hace unas horas las primeras encuestas de posicionamiento le dan ventaja. Han sido sus rivales quienes han tenido que cambiar sus formas. Él sigue diciendo abiertamente quién es y a quién ve como un ejemplo.

También se sincera con la gente que padece problemas de seguridad y falta de oportunidades. “Sé que ustedes todavía no ven ese progreso. Pero les aseguro que será visible”.

La voz franca, le permite que los habitantes escuchen. Antes que palabras vacías prefiere explicarles cómo logrará lo que acaba de decir. Entonces, quienes se encontraban renuentes ante la figura extraña que veían, le conceden el beneficio de la duda.

En el rostro de Gali aparece una pequeña mueca. Se ganó la confianza, alza los brazos, poco le importan las formas, abraza a quienes así se lo piden.

Su nombre quedó grabado en la memoria. Y las cámaras buscan congelar el momento de esa pequeña victoria, mientras alguien entre el público roba la atención por unos instantes. El candidato acepta compartir los reflectores.

“¿Cómo te llamas?”, le dice a un niño de primaria que grita entusiasmado “Tony, Tony”.

La algarabía generada evita que escuche su nombre, pero provoca en Gali Fayad un acto de reconocimiento: “eres un líder”, le dice.

Sin dudar y quizás reflejándose en el pequeño, plasma su anhelo en las palabras dirigidas al menor y añade, “tú vas a ser gobernador”.

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