El día a día de la fallida campaña de Blanca Alcalá se refleja en las conversaciones de los líderes priistas en WhatsApp, con sus frustraciones, entusiasmo y diatribas
Por Arturo Luna Silva e Ignacio Juárez Galindo
(Primera de dos partes)
La certeza de que fueron abandonados por el gobierno federal.
Un caos operativo que terminó por dinamitar su estructura electoral.
Quejas permanentes por irregularidades en el pago a promotores. (“Los dulces nunca llegaron”).
La carencia puntual de propaganda de campaña.
Peleas internas al punto de retarse a golpes.
Reconocimiento explícito de impulsar la guerra sucia contra José Antonio Gali Fayad.
La sorpresa por las dotes artísticas de Javier López Zavala.
La impotencia de enfrentar a un enemigo poderoso que les cerró todos los caminos.
La esperanza de derrotar al morenovallismo.
Las dudas conforme la campaña transcurría.
La certeza de que la alianza con el Verde Ecologista y Encuentro Social no sirvió para nada.
La desesperación.
La desilusión.
La derrota.
La crónica de una estrepitosa caída.
Así fueron los 81 días (del 21 de marzo al 9 de junio) en que coordinadores regionales y principales líderes del PRI poblano vivieron la campaña electoral de la candidata del PRI-Verde-Encuentro Social, Blanca Alcalá Ruiz.
El día a día, las quejas, las dudas, el entusiasmo y la frustración quedaron registrados en 341 cuartillas que recopilan las pláticas entre los operadores priistas, encabezados por Alejandro Armenta Mier, coordinador general de campaña, y Édgar Chumacero Hernández, jefe de la oficina de la candidata, que participaron en el grupo de WhatsApp llamado “Coordinadores”, el cual fue creado ex profeso como una herramienta para garantizar una comunicación estatal.
La apuesta sirvió a medias, pero dejó constancia del caos priista.
Los nombres y los días
A lo largo de las más de tres centenas de cuartillas –que llegaron a las redacciones de Puebla On Line y 24 Horas Puebla por parte de manos anónimas–, desfilan decenas de nombres: Alejandro Armenta, Guillermo Deloya Cobián, presidente del Icadep; los diputados locales Carlos Barragán Amador, Maritza Marín Marcelo (también dirigente estatal de la CNC), Silvia Tanús Osorio (coordinadora de la fracción priista), los diputados federales Grace Palomares, Xitlalic Ceja y Víctor Manuel Giorgana; la senadora Lucero Saldaña; los exdiputados federales Alberto Jiménez Merino (aspirante a la candidatura), Rocío García Olmedo (secretaria general del CDE del PRI), Carlos Sánchez, Javier López Zavala; la excandidata a diputada federal Arely Avila Reyes; Leobardo Soto Junior, hijo del dirigente estatal de la CTM; el diputado federal suplemente Ramón Fernández; el secretario de organización del CDE, Gerardo Mejía; el exdiputado local Javier Aquino, Víctor Gabriel Chedraui, y el líder del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, Víctor Manuel Carreto, entre otros.
Durante 11 semanas, los líderes priistas y coordinadores regionales enfrentaron una serie de adversidades que pavimentaron el camino a su derrota. La primera desavenencia, por ejemplo, fue la queja por la duplicidad, desorden y falta de disciplina entre las estructuras de Ramón Fernández, coordinador del distrito XX, la coordinadora de Ciudad Serdán, Arely Ávila, y Javier López Zavala.
A eso se sumó la protesta casi permanente por la escasez de propaganda, ausencia de apoyo para la pinta de bardas o retraso en la asignación de apoyos; lo mismo que la desorganización y problemas de comunicación en la difusión de acuerdos e instrucciones para trabajos operativos de la campaña.
Sin embargo, un tema fundamental atravesó casi toda la contienda y terminó por mermar la estructura de promoción al voto priista, lo cual se vio reflejado en la peor votación obtenida por un candidato a la gubernatura en los últimos 20 años.
El primer mensaje de alerta fue emitido por Alejandro Armenta, quien advirtió que a 17 días de iniciada la campaña tenían un reporte de 0% de avance en la captura de la estructura de activistas, es decir, las personas encargadas de atraer votantes a la causa de Blanca Alcalá y quienes recibían una compensación económica a cambio de su trabajo.
La respuesta del retraso no tardó en llegar el mismo 20 de abril, a través de Arely Ávila: “Yo ya tengo activistas, el problema es que el sistema no nos permite ingresar información”.
El comentario fue secundado por sus compañeros coordinadores de diferentes regiones, quienes sacaron a la luz una serie de medidas unilaterales de la dirigencia estatal priista concernientes a la modificación de las metas de promoción, a parte de las fallas en el software construido para recabar la información y los mecanismos de captura.
El coordinador con el número +52 1 222 174 2299 escribió, visiblemente contrariado: “En el (distrito) 16 hoy intentamos capturar microregiones y resulta que ya capturaron o sé que alguien más tiene la clave y que la gente que ya está comprometida no podrá entrar, eso a nadie se nos aviso, y no es ordenado” (sic).
Ramón Fernández se sumó a la discusión: “Insisto qué le digo a la gente que integramos a la estructura y que siempre ya no entro , por qué alguien más sin consenso capturó en el sistema!” (sic).
El problema, no obstante, continuó durante las siguientes semanas. El conflicto interno arreció al grado de que muchos activistas y gran parte del personal allegado a los coordinadores quedó fuera de los apoyos económicos prometidos, por lo que el Comité Ejecutivo Nacional del PRI tuvo que intervenir para poner orden.
Lo que no se resolvió fue la discrecionalidad en la captura de la información, las constantes fallas del software (puebla.adenet.club) y las constantes quejas por retrasos en los pagos.
Dicho conflicto tocó su punto máximo del 6 al 8 de mayo, cuando los coordinadores expusieron errores graves en la captura de activistas, la exclusión inexplicable de otros más y los retrasos en los pagos prometidos.
El coordinador con número teléfonico +52 1 222 563 2243 escribió lo siguiente: “En mi distrito no les van a dar chocolates a 850 personas y están formados por más de 2 horas para que cuando llegan a las mesas simplemente les dicen que no aparecen que no están en listas, ya llegan con activados, lo cual la gente molesta aunque se le expliqué que si se les va a pagar no dejan a sus activados les pido vean esos temas el jueves se recibió la instrucción de que se convocarán a todos!!! Que se les iba a pagar esto no puede estar pasando ! Le pido coordinador que la gente que no se les pago hoy se vea lo más pronto posible para que ese trabajo se refleje ahora con activados porfavor” (sic).
Irónico, Ramón Fernández contestó al problema: “El pan nuestro de cada día”.
La gravedad en la integración de las estructuras propició que para el 10 de mayo, Alejandro Armenta reportara un avance del 5% en el cumplimiento de la meta.
Un día después, el avance se situaba sólo en 11%.
El tema no volvió a tratarse más que para exigir a los coordinadores a cumplir con su tarea.
El 11 de mayo, el coordinador con teléfono celular 52 1 222 120 8018, presuntamente propiedad de Víctor Manuel Carreto, dio por concluida la voz de los operadores: “La retroalimentación de campo no llega porque al estar jugando con los lugares y días se entrega de estímulos se ha dinamitado. No pongo pretextos; ante este criminal sabotaje NOSOTROS ESTAMOS YA SALIENDO A CAMPO” (sic).
“Al gobierno le valió madre”
Y a la falta de apoyos económicos y el “sabotaje”, los priistas tuvieron que sumar una serie de acciones a manos de sus contrincantes, quienes les fueron cerrando los espacios para maniobrar: publicidad en camiones, detención de unidades que transportaban utilitarios de campaña, pinta de bardas e intimidaciones.
Pero nada de lo anterior fue tan grave como el abandono que los coordinadores percibieron en la contienda.
El primero en abordar el tema fue Ramón Fernández –uno de los priistas más críticos hacia su partido en la campaña–, quien ante el anuncio del coordinador Alejandro Armenta de una denuncia presentada ante la Procuraduría General de la República por un supuesto espionaje que involucraba al secretario de Gobernación federal, Miguel Ángel Osorio Chong, respondió: “Ojalá así lo determinen las instancias correspondientes Por qué parece que en Puebla estamos solos vs El Gob Fed no se inmuta… Por mi parte coordinador a donde tope no tengo problema y les vamos a ganar pero necesitamos que Gob Fed equilibre la contienda. Si ellos van a tener policía estatal nosotros federal y etc etc etc” (sic).
La secretaria general del CDE del PRI poblano también sufrió el “abandono” el mismo día de los comicios: nunca tuvo el apoyo de la Policía federal para hacer frente a un contingente de agentes de seguridad estatales en el distrito de Atlixco.
Eso llevó a que al día siguiente de la jornada, los coordinadores Víctor Manuel Carreto y otro con el número +52 1 222 709 6118, le pusieran el cascabel al gato: “Lo lamentable de este proceso es que al Gobierno Federal le valió madre, olvidando que cuando el presidente necesito del apoyo los priistas que somos de una sola pieza nos rajamos la madre para hacerlo presidente” (sic).
Los otros sinsabores
Además del “abandono”, los priistas tuvieron que enfrentar pleitos internos, como la pelea entre Víctor Manuel Carreto y el diputado local Carlos Barragán por el apoyo a los deudores de la Comisión Federal de Electricidad en la Sierra Norte, mismo que orilló a varios integrantes del grupo a abandonarlo. Incluso, llegaron a enterarse que el malogrado candidato a la gubernatura en el 2010 tiene dotes de compositor, al escribir la letra de un jingle para Blanca Alcalá, musicalizado por el grupo K-Paz de la Sierra.
Pero tal vez el mayor agravio provino de su coordinador de campaña, quien el 27 de mayo –cinco días antes de la contienda–, aseguraba a los integrantes del grupo de WhatsApp que nadie hiciera caso a las versiones de que en Puebla se vivía una elección pactada o la existencia de acuerdos políticos para favorecer a la coalición Sigamos Adelante.
Sin embargo, nueve días después aseguró todo lo contrario: “Nuestra Candidata Blanca lucho con valor, se entregó a una campaña con la gente con uds. En puebla no perdimos nos entregaron. esa es la verdad y todos lo sabemos” (sic).
Fueron 81 días de conversaciones a toda hora.
11 semanas que confirmaron la debacle.
El reporte de una derrota anunciada.








