Lejos de realizar el “análisis a fondo de las causas de la derrota” que prometieron, los priistas que encabeza el diputado federal Jorge Charbel Estefan Chidiac, presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Revolucionario Institucional (PRI), apenas han podido insistir en la “elección de Estado” y presentar una larga lista de culpables en la que, como muestra de su ausencia de autocrítica, no está incluida ni la excandidata, ni las cabezas de la desastrosa campaña.
Así –trascendió– se le dio a conocer al presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, este lunes –en la Ciudad de México– cuando se reunió para revisar el caso con la misma Alcalá, Estefan y el delegado que ya estaría con las maletas en la puerta para regresar a Cadereyta, Nuevo León, Rogelio Cerda Pérez, conocido como Lord Relojes.
Luego de esa reunión con los perdedores de Puebla, y con los ganadores de Tlaxcala e Hidalgo, Don Beltrone ofreció a los medios una frase que había dicho en privado a los poblanos al recibir su listado negro: “Primero las reflexiones y luego las decisiones”.
Para la elaboración de la lista de desleales participaron muchos de los priistas que operaron con aparente fidelidad a la excandidata y son los mismos que con gusto aplaudieron la propuesta de Estefan para declarar, la semana pasada, a la senadora todavía con licencia como “líder moral” del tricolor poblano. Todo un despropósito.
Ellos ven sólo dos causas de la debacle: las traiciones internas y la falta de apoyo, principalmente respaldo tardío, del gobierno federal, lo que permitió la “elección de Estado”. En conclusión, los traicionaron acá, pero también les fueron infieles allá.
En la capital del país y en cada distrito electoral de Puebla –principalmente en la Angelópolis– encontraron culpables en personas específicas, en sus partidos aliados: el Verde Ecologista (PVEM) y Encuentro Social (PES), así como en grupos corporativos que antes fueron muy útiles y que ahora operan, con la misma eficiencia, para el morenovallismo, como Antorcha Campesina y la Confederación Nacional de Trabajadores de México (CTM).
En la lista están desde secretarios de Estado, comenzando por los titulares de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de la Sedatu, Rosario Robles –a quienes culpan de “dejarnos solos”–, hasta presidentes municipales afines al grupo de Juan Carlos Lastiri, o aquellos que trabajaron a favor de Tony Gali, “por gusto o por miedo”.
En ese listado negro están “los que se quedaron en la comodidad de sus oficinas burocráticas”, como el subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri, y todo su grupo, principalmente el delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Juan Manuel Vega Rayet.
A Lastiri lo responsabilizan por bajar con retraso el grueso de los recursos para la movilización, en tanto que a Vega por “desactivar” a todos los promotores, de manera especial los de la Cruzada Nacional contra el Hambre, que se supone debieron haber realizado proselitismo a favor de Blanca Alcalá.
Efectivamente, Vega mandó a su casa a la mayoría desde enero de este año, con lo que el PRI quedó desarmado en esa materia.
Los reproches son también abundantes para el delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Enrique Doger, quien –aseguran– jugó con perversidad desde la pasividad, para que Alcalá perdiera y él se erigiera como el salvador del PRI.
En el recuento, aunque con menos interés, se señala a Javier López Zavala nuevamente como traidor, como un simulador que acompañó a la candidata por todo el estado en mítines pero que no operó a su favor con su grupo.
En descarga del exdiputado federal habrá que decir que lo ocurrido con él es que ya no convence a los priistas, no tiene ningún capital político, y que no representa nada.
De los aliados formales del PRI, el Verde y Encuentro Social poco se puede decir, pues las cifras muestran que no ayudaron en nada a la causa de Alcalá.
Los verdes, de acuerdo con la visión de los derrotados, pactaron con el gobernador, a través del mandatario de Chiapas, Manuel Velasco Coello, para no hacer nada ni en la campaña ni en las urnas el pasado 5 de junio.
Eso quedó evidenciado con el magro logro de 2.07% de los votos, que consiguió el PVEM, que apenas pudo arrimarle a Alcalá 39 mil 884 sufragios.
Los patéticos dirigentes estatales del Verde, encabezados por Juan Pablo Kuri, demostraron que no sirven, no son confiables, menos aún rentables, y que el arreglo debe darse en un nivel superior y no con estos mirreyes.
Le fue peor al PES, que quedó con 0.6% de la votación y apenas reunió 11 mil 624 votos. Las alianzas fallidas son otra explicación, entendida como traiciones, que encuentra el PRI de Blanca y Estefan.
De Antorcha Campesina, que realizó un cuidadoso doble juego para terminar beneficiando a Tony Gali, ya hemos dado cuenta con anterioridad, al igual que el trabajo a favor del candidato de Sigamos Adelante, que hizo el presidente de la CTM en la entidad, Leobardo Soto. Esas organizaciones están en la fila de las deslealtades que señala el PRI.
Más allá de las traiciones que se endilgan, incluso en lo más alto del poder federal y con las que busca justificarse el PRI de Blanca-Estefan, la verdad es que una y otro, sus alfiles y sus seguidores son incapaces de ver sus propias responsabilidades.
No se trata simplemente de que Blanca, Estefan, el excoordinador Alejandro Armenta Mier y el delegado Cerda tengan el valor de reconocerlas, sino que, en su victimización, están ciegos a sus propias fallas. Sin verlas no pueden analizarlas.
Esa misma ceguera y la repartición de culpas, embarrando de la derrota a secretarios de Estado y sus correligionarios en Puebla, lo único que anuncian es una fractura mayor del PRI poblano.
Hoy al menos hay dos visiones de qué hacer y cómo seguir. Una la tiene el tricolor de Blanca-Estefan, y otra la poseen Lastiri, Doger, Vega Rayet y otros, que ven cómo la excandidata y su parentela se apropian de lo que quedó de su partido para imponer candidatos en 2018 y seguir haciendo negocios.
