La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

El “no entienden que no entienden” llegó al tema electoral.

La brutal frase aparecida en un artículo de The Economist está más vigente que nunca después de los comicios del domingo pasado.

Las respuestas titubeantes de Manlio Fabio Beltrones, gran perdedor de la jornada, dejan en claro que los priistas siguen sin darse cuenta del enorme repudio que generan entre los ciudadanos.

En Puebla, las cosas andan por el estilo.

Noqueados, debajo de las camas, balbucean las cosas más surrealistas.

Blanca Alcalá, por ejemplo, salió el domingo a decir que las tendencias la favorecían, y se fugó de la realidad.

No sé por qué en varios medios nacionales hubo quienes ponderaron su civilidad al reconocer el triunfo de Tony Gali.

(Beltrones mismo reconoció la “gallardía” que tuvo para aceptar la derrota).

Falso de toda falsedad.

Eso no ocurrió el domingo, ni el lunes ni ahora.

La candidata simplemente mintió al dar por sentada una ventaja que en la vida real nunca se dio.

Lo mismo hicieron otros candidatos priistas en Chihuahua y Quintana Roo.

¿Por qué recurrir a la mentira en plena debacle?

¿Qué pretendían?

¿Cerrar su triste paso por esta historia electoral con otra mentira?

Es claro: los priistas no entienden que no entienden.

La prensa aliada del priismo-marinismo (beneficiaria absoluta en tiempos de Mario Marín) también salió a mentir.

Y lo hizo a lo largo de las campañas.

¿Qué no dijeron?

Una y otra vez aseguraron que Alcalá y Gali estaban en empate técnico, que el candidato de Sigamos Avanzando viajaba en caída libre, que el voto antimorenovallista iba a la alza, que Ana Teresa Aranda partiría en dos el voto panista, que Roxana Luna sería la gran revelación.

Todo eso dijeron.

Y más.

Nada de eso pasó.

Las cifras del domingo los dejaron mudos.

Algunos tardaron en recuperarse y cuando lo hicieron se mostraban erráticos.

Rodolfo Ruiz, el columnista que dijo que la elección se judicializaría, tuvo que salir a desmentirse ante la abultada diferencia entre Gali y Alcalá.

Otros más se apoyaron en el dicho del “Cadáver” Beltrones en el sentido de que impugnarán las elecciones.

Con más fe que datos duros, llamaron a esperar los resultados oficiales.

Y cuando éstos empezaron a aparecer en la ventana del PREP, cambiaron de tema y se pusieron a hablar de la contaminación ambiental.

Están en shock, efectivamente, porque no entienden que no entienden.

Desde que empezó el sexenio de Rafael Moreno Valle –uno de los grandes ganadores de la jornada del domingo– anunciaron que este gobierno era el peor de la historia.

Y a ese clavo ardiente se aferraron con el paso de los años.

Todos los días escribían sobre las obras suntuosas e inútiles, sobre los odios generados por las fotomultas y la verificación vehicular, sobre el rencor acumulado por una sociedad supuestamente agraviada.

La candidata del PRI les compró su discurso y el resultado la dejó con un pie en el hospital.

La realidad los dejó callados y sin argumentos.

Salieron entonces con el cuento del abstencionismo.

Dijeron que los poblanos que odian a Moreno Valle no salieron a votar, pero que lo harán en 2018 o en 2024 o en 2030.

No entienden que no entienden.

Sus bolas de lodo no afectaron en nada al gobernador.

No lo dañaron ante la opinión pública ni le quitaron credibilidad.

Un tema delicado para sus detractores.

Y es que significa que sus críticas –de tan recurrentes– han dejado de provocar el menor efecto.

Bien haría el PRI en buscarse otros aliados mediáticos pues los que tiene han contribuido a las debacles de 2010, 2013 y 2016.

Esas mismas voces, las mismas plumas, ya tienen una salida ante el caso poblano: en todo el país se dio el voto anti PRI y, en consecuencia, anti Peña Nieto.

Cierto, pero en Puebla la coalición Sigamos Adelante no tocó una sola vez al presidente ni al gobierno federal.

No hubo spots sobre la Casa Blanca de Peña ni sobre la crisis económica.

En Puebla, faltaba más, lo que mató a Alcalá fueron el efecto Marín –todavía muy redituable–, que Blanca ya no es tan blanca, las traiciones visibles y la desviación de los dineros de la campaña.

Un punto más: el nado sincronizado al que sometieron a las cada vez más devaluadas Roxana Luna y Ana Teresa Aranda desde el CEN del PRI terminó por quitarle votos al expartidazo.

Las dos alegres comadres fueron un fracaso absoluto.

Por si fuera poco, la Dama de las Maletas Marinistas, Ana Teresa Aranda, no logró alcanzar ni el número de sus firmas de respaldo, con lo que queda claro que su candidatura independiente fue armada con los padrones de Prospera.

Qué vergüenza para quien tendría que retirarse a cuidar a sus nietos después de tantas batallas perdidas.

 

Un Poblano en el Desastre de Chihuahua

Todos en Puebla saben que Jaime Alcántara Silva es un auténtico enterrador.

Todo lo que toca lo destruye.

Su hazaña más reciente fue en Ciudad Juárez, donde fungió como delegado especial del PRI en la campaña del malogrado Héctor Teto Murguía, quien perdió dos a uno frente a un candidato independiente.

Ya en 2013 Alcántara hizo lo mismo con Enrique Agüera Ibáñez.

Todo lo que el frustrado novelista toca –es claro– lo destruye.

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