Este artículo presenta una reflexión en torno a la importancia de ser un tesista de posgrado de tiempo completo, así como una propuesta desde la experiencia de la autora

 

Por Luz del Carmen Montes Pacheco

Cada vez con mayor frecuencia recuerdo la famosa canción del compositor (y actor) mexicano José Ángel Espinosa, conocido como Ferrusquilla, El tiempo que te quede libre, para adaptar el final de la primera estrofa: “si te es posible… dedícalo a la tesis”. No he llegado a decirlo, pero lo pienso. En su lugar, digo: No se puede hacer una tesis doctoral en los tiempos libres y creo que también aplica a trabajos de maestría.foto1

Hacer un posgrado hoy más que nunca es una oportunidad de desarrollo laboral y personal. La vida universitaria para muchos estudiantes se prolonga al posgrado ya que quieren ser más competitivos y encontrar mejores trabajos. Para profesionistas que ya trabajan, el posgrado es una opción para moverse a mejores empleos.

Esta situación es un campo de oportunidades para las universidades porque además la pirámide poblacional se invierte. Es fácil de describir, pero difícil de controlar para no caer en un juego perverso de oferta-demanda-competencia descontrolada, sobre todo en términos académicos.

No hay calidad académica si los estudiantes no generan trabajos recepcionales de alta calidad. El doctor Javier Nava González, experto en productividad intelectual, afirma – yo lo aprendí de él– que un indicador indispensable e indiscutible de la calidad académica de las Instituciones de Educación Superior es el número de textos de alta calidad que producen los estudiantes en todos los niveles, especialmente en posgrado.

foyoMe pregunto cómo lograrlo, si escucho continuamente de los estudiantes, sobre todo de nivel doctoral, que tienen mucho trabajo, que tienen vida personal y que duermen poco. Incluso algunos becarios Conacyt, que se supone son estudiantes de tiempo completo, con el pretexto de que con la beca no se vive, no dedican suficiente tiempo al trabajo doctoral.

Lo entiendo, pero en esas condiciones se comprometieron; esta postura no está peleada con la convicción de que convendría revisar tanto las condiciones como el monto de la beca.

También me pregunto si hay un tiempo suficiente y considero que es relativo y, por tanto, difícil de responder. Depende de las competencias de cada estudiante. Lo que es más claro para mí son criterios que me remiten a un trabajo de calidad doctoral. Por el momento descartemos innovación, generación de conocimiento y aportaciones teóricas y metodológicas, que son atributos deseables.

Les propongo que nos centremos en calidad argumentativa; profundidad y dominio de teorías y conceptos del campo científico y disciplinar en cuestión; articulación entre problematización, perspectiva teórica y aproximación metodológica; incorporación de estos elementos en la interpretación y análisis de los resultados; construcción de conclusiones frente a los objetivos formulados y como un reflejo del verdadero aporte del trabajo, sin vacíos metodológicos, como bien expresa Virginia Ceirano en un artículo sobre Representaciones Sociales.

Además construido como un sistema discursivo en el cual confluyen las tres lógicas que Javier Nava propone en su libro Leer y escribir para ser sujeto: la lógica de la disciplina, la lógica formal y la lógica del lenguaje.

¿Es mucho pedir? Parece que sí. Además de capacidad, competencias e interés, se necesita tiempo. Tiempo de estudio, de lectura, de reflexión, de sistematización, de escritura, de concentración. Tiempo para ir y venir continuamente de la teoría a los datos, revisar, reinventar, reestructurar y repensarse como sujeto cognoscente.

Recuerdo un comentario que me hizo uno de mis sinodales, el doctor Luis Felipe Gómez López, cuando dije que pasaba muchas horas escribiendo y al otro día me daba cuenta de que no me había servido, que borraba y volvía a empezar; me respondió “parece que no trabajas, pero no es cierto, tu mente trabaja”.

ESPECIAL
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Ahora que dirijo tesis estoy de acuerdo. No partimos de cero. El trabajo de un estudiante nace de sus intereses, de sus ideas y de las ideas de otros entretejidas con las suyas. Todo el trabajo realizado se concentra en un texto.

En este artículo, que es ahora una colección de aprendizajes, algunos de ellos anecdóticos, termino con uno más; un pensamiento que me ayudó mucho cuando trabajaba en mi tesis doctoral y que comparto frecuentemente con mis colegas y mis estudiantes: el tiempo que dedicas a la tesis doctoral es sólo un tiempo de tu vida. El trabajo intelectual y el logro alcanzado por éste deriva en una satisfacción personal, académica y profesional. Socialmente se obtiene un papel cuyo valor se minimiza mucho si se está satisfecho con el producto obtenido. Es un corto tiempo de nuestra de vida que hay que vivir plenamente.

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