La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Desde que arrancó el sexenio de Rafael Moreno Valle surgieron voces que vaticinaron lo peor.

Decenas de veces –y creo que me quedo corto– se han equivocado.

O han perdido las batallas emprendidas en su contra.

(Batallas ridículas por pequeñas o batallas pequeñas por ridículas).

Han transcurrido los años, el sexenio casi termina, y estos críticos consuetudinarios continúan perseverando como el personaje del célebre cuento breve de Tito Monterroso: el del dinosaurio que seguía ahí cuando alguien –una abstracción, un sueño hechizo– despertaba en algún lugar del mundo.

Dueños de una brújula descompuesta, han pronosticado un fin del mundo en cada elección.

Y en todas han fallado.

Su símil más exacto sería el del club de los encuestadores mexicanos que hizo el ridículo en el más reciente proceso electoral.

Pero sus pifias no sólo se constriñen al ámbito de los comicios.

En aras de desprestigiar a su enemigo no han dudado en manipular las cifras en los más diversos renglones.

Y cuando creen que por fin vendrá un uppercut de la Federación, sobreviene lo contrario: una mano generosa que elogia y da recursos.

Hace algún tiempo escribí en este espacio que el gobernador, a la manera del escritor Carlos Fuentes, solía desayunarse a sus críticos.

Para su mala suerte, lo sigue haciendo.

Se los desayuna abrumadoramente.

Pero la audacia es atrevida –ya sabemos lo que hay detrás de algunos audaces– y nuestros personajes no escarmientan.

Es parte de su encanto: subestiman a Moreno Valle y a su equipo como la han venido haciendo desde el primer día.

Tras su más reciente fracaso –la embestida del 5 de junio–, apuestan las escasas canicas que les quedan al todavía lejano 2018.

¡No llegará!, deliran como personajes de Fellini.

¡No será candidato a Los Pinos!, repiten como un mantra.

Algo es cierto: hasta esa fecha han llevado su agonía.

Hoy, por lo pronto, repiten como la senadora Blanca Alcalá –está por volver a su escaño– que el 5-J no perdió ella, sino Puebla.

En otras palabras –siempre en el mejor estilo de cierto fascismo trasnochado–: el pueblo se equivocó.

Ufff.

Que Mussolini los redima.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *