El fin de semana pasado, Andrés Manuel López Obrador declaró a los medios que los mexicanos deberían ganar lo mismo que él: 50 mil pesos mensuales, según hizo público el propio político tabasqueño en su declaración #3de3.
Yo iría más allá. Los mexicanos deberían ganar 82 mil pesos mensuales, el salario promedio en Luxemburgo, el país con el ingreso per cápita más alto del mundo (101 mil dólares al año, según el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial).
Si es por buenos deseos, yo quisiera que mis compatriotas ganaran como luxemburgueses. Sin duda, yo desearía que el nivel de vida de los mexicanos subiera y construyéramos una gran clase media consumidora y un poderoso mercado interno.
El problema es que el salario promedio de los trabajadores que cotizan en el IMSS es de unos ocho mil pesos mensuales. Y, de acuerdo con el FMI, México tiene un ingreso per cápita mensual de 17 mil 800 pesos (según el Banco Mundial, de 14 mil 300 pesos).
Entonces, más allá de nuestros buenos deseos de que los mexicanos ganen 50 mil u 80 mil pesos mensuales, ¿cómo logramos que al menos se triplique el ingreso per cápita del país y se sextuplique el salario promedio registrado por el Seguro Social?
Hay naciones cuyos habitantes asalariados ganan en promedio el equivalente a los 50 mil pesos mensuales (unos dos mil 630 dólares) a los que se refiere López Obrador.
De hecho, son 15 los países del mundo donde el salario promedio es igual o superior al equivalente de 50 mil pesos mensuales, ya deducidos los impuestos.
Éstos son –en orden descendente y de acuerdo con datos de la OCDE–, Luxemburgo, Suiza, Irlanda, Estados Unidos, Australia, Canadá, Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Corea del Sur, Alemania, Austria, Bélgica y Japón.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo también son 15, pero con algunos cambios, pues su lista incluye a Finlandia, Francia y Singapur.
La cosa es si estamos dispuestos a hacer, como país, lo que han hecho esas naciones para que sus trabajadores perciban dicho ingreso.
Como, en mi experiencia, muchos se indignan cuando se compara a México con países del Primer Mundo, propongo que hablemos del único en esas listas (OCDE y OIT) que puede ser considerado un país en vías de desarrollo. Me refiero a Corea del Sur, cuya economía es similar en tamaño a la de México.
El salario promedio mensual en Corea del Sur es de dos mil 903 dólares, de acuerdo con datos de la OIT (cifras de 2009).
En ese rubro, el país asiático aparece en el octavo lugar de una tabla de 72 naciones. En cambio, México está en el lugar 58, con un salario mensual promedio de 609 dólares.
¿Siempre fue el caso que Corea del Sur –un país de 50 millones de habitantes y una superficie equivalente a la de Oaxaca– tuviera un salario promedio 4.7 veces superior al de México?
La respuesta es no. En 1960, Corea del Sur venía saliendo de una guerra, mientras México vivía el llamado Desarrollo Estabilizador.
En aquel año, los 35 millones de mexicanos tenían un ingreso per cápita de tres mil 299 dólares al año, mientras que los 25 millones de surcoreanos tenían uno de mil 106 dólares, de acuerdo con datos del Banco Mundial.
Durante los siguientes 27 años, México tuvo un ingreso per cápita superior al de Corea del Sur, aunque la diferencia se cerró paulatinamente.
En 1988, la curva se cruzó: los 83 millones de mexicanos de entonces tenían un ingreso per cápita de seis mil 256 dólares en tanto que los 42 millones de surcoreanos tenían uno de seis mil 980 dólares.
¿Dónde estamos hoy? El ingreso per cápita de México es de nueve mil nueve dólares mientras que el de Corea del Sur es de 27 mil 222 dólares. En 1960, la diferencia era de casi tres a uno a favor de México; hoy en día es exactamente al revés.
¿Qué hicieron los surcoreanos para aumentar de esa manera su ingreso per cápita?
Hay diferentes interpretaciones sobre qué medidas fueron las más importantes, pero difícilmente lo habría conseguido sin apostar por la educación, la democracia, la productividad, el Estado de derecho y la competitividad.
¿Estamos dispuestos a hacer eso o nos contentamos con repetir el mito de que el Estado puede repartir mágicamente la riqueza entre todos los mexicanos y subir así su nivel de vida?