Por Mario Galeana
La tormenta tropical Earl significó, para algunos de los pobladores de la Sierra Norte de Puebla, la peor catástrofe en toda su vida.
Ahí, donde antes había viviendas, colonias, familias, no queda sino lodo y piedras. La catástrofe trajo consigo, sin embargo, muestras de solidaridad abrumadoras. Colonos que, juntos, codo a codo, salvaron a niños.
Hombres y mujeres que, con sus propios recursos, compraron víveres y los repartieron, ellos mismos, entre las colonias y localidades más afectadas.
Pero no todo fue solidaridad en las tierras serranas. Ahí, donde el aceite antes costaba 15 pesos, ahora cuesta siete monedas más.
Ahí, en la Sierra Norte, una de las zonas más pobres de la entidad, el alza en el costo de productos representa otra desgracia.
En la misma tierra donde hombres y mujeres arriesgaron su vida y pusieron sus propios recursos hay, también, hombres y mujeres que vieron, en la tragedia, en la muerte, la oportunidad de ganar.
“El azúcar estaba en 15, y ahora el kilo no lo bajan de 20 pesos”, dice Imelda Reyes, cuya vivienda se ubica en las proximidades del Instituto Tecnológico Superior de Huauchinango, hoy convertido en un albergue temporal.
“El cuartillo de maíz, aquí en Huauchinango, lo están dando de a 18 y de a 20 pesos, y antes, por muy caro, estaba en 12 pesos”, reclama.
Otro puñado de colonos en La Guadalupe, donde también se registraron pérdidas humanas, reclaman incrementos en los costos del agua embotellada, jitomate, cebolla, pápalo, maíz y azúcar en comunidades como Tzahuinco, Papatlazolco y Naupan.
“El aceite está carísimo. Lo están dejando de a 18 y a 21 pesos el medio litro de la marca más sencillita, y antes estaba a 12 o a 12.50 pesos. Yo no he ido para allá, pero mi marido trabaja ahí, y todo eso está pasando ahí”, protesta Laura González, ama de casa que perdió colchones, una estufa y una televisión por el caudal de agua que se filtró a su vivienda.
Su vecina, María Guadalupe Campos, asegura que los comercios ubicados en las colonias La Palpa, Jardines y Tres Cruces, en los alrededores de la Central de Autobuses de Huauchinango, son reflejo nítido de cómo sacan ventaja de la tragedia.
“Se están mandando con todo. ¿Qué es lo que piensa esa gente? El agua embotellada está más cara. Las garrafas de cinco litros costaban 18 y ahora están a 23 pesos. ¿Cómo le va a hacer uno así? ¿Cómo va uno a poder pagar esas cosas, si acabamos de perder todo?”, reclama.
Un par de días después del paso de la tormenta tropical, de acuerdo con María, un mercader proveniente de la junta auxiliar de Cuacuila vendía ramilletes de pápalo en 75 pesos; hasta antes de Earl, sostiene, el precio máximo era de 25 pesos.
Porque la tragedia, según parece, sacó lo mejor y lo peor de cada serrano.