Jorge García comparó su lujoso auto con un reloj, pero la milimétrica maquinaria no cobra vidas como el Porsche que abordaba

 

Por Mario Galeana

Los relojes no matan personas. La lluvia mata personas, la falta prolongada de lluvia mata personas, las enfermedades matan personas, las pistolas matan personas, las personas matan personas. Pero que los relojes lo hagan, jamás.

Jorge García Díaz lo sabía. Sabía que los relojes no enterraban a nadie. Algo distinto a lo que ocurre con los automóviles, por ejemplo. Para él, sin embargo, ambas cosas eran lo mismo. Artículos. Cosas simples, desechables.

Lo creía, al menos, el 10 de junio de este año, cuando desde su cuenta de Facebook compartió fotografías frente al volante de un lujosísimo Ferrari 458 Spider. Rojo y brillante. Costoso, muy costoso.

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Y ahí mismo, la cascada de halagos y elogios. “Muy bien, primo. El que es guapo, es guapo. El coche es sólo un accesorio”, comentó alguien en la fotografía. Y, entre risas, Jorge contestó que sí, que aquella máquina de metal era, para él, como un reloj: algo ínfimo.

Poco menos de dos meses después, Jorge presumiblemente asesinó a una persona. Lo hizo con un auto no menos lujoso que aquel Ferrari: un Porsche Boxster modelo 2017. Blanco y brillante. Costoso, muy costoso. Porque los relojes no–nunca– matan personas.

. En su perfil de Facebook, Jorge García colgó varios momentos donde mostró un estilo de vida lleno de autos lujosos, fiestas en piscinas y hasta tigres. CORTESÍA FACEBOOK
. En su perfil de Facebook, Jorge García colgó varios momentos donde mostró un estilo de vida lleno de autos lujosos, fiestas en piscinas y hasta tigres.
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José Amado Amador lo sabía. Sabía que los relojes no entierran a nadie. Algo distinto a lo que ocurre con los automóviles, por ejemplo. Para él, los relojes y los autos eran cosas distintas.

La noche del lunes pasado, José y una persona viajaban a bordo de un pequeño Jetta antiguo, gris, hasta que todo ocurrió: el chillido de las llantas, el metal crujiendo. La muerte.

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El impacto de un Porsche en la parte trasera del Jetta empujó a través del parabrisas a José. Aquella noche, las autoridades detuvieron a dos personas por su muerte: a Jorge García Díaz y a su primo, Alex Díaz.

Fue Alex quien asumió la responsabilidad del accidente. Pero las autoridades suponen que, en realidad, Alex, de 21 años, fue sólo un chivo expiatorio.

 

El Porsche que rompió la noche

Las sospechas provienen del muro de Facebook de García Díaz. Apenas seis días antes del accidente, el 9 de agosto, un amigo de Jorge posteó una fotografía de él, aferrado al volante del Porsche blanco.

La imagen fue acompañada por una felicitación y un presagio convertido en tragedia: “vamos a volar”.  El muro de Jorge era, en realidad, un rompecabezas de lo que uno podría considerar una vida sin carencias. Viajes al extranjero, fotografías con tigres, autos y fiestas, muchas fiestas.

La noche del lunes pasado, Jorge –presumen las autoridades– voló aquella “maravilla de auto”, como la bautizó su amigo al felicitarlo por la adquisición, tras salir de un bar en la colonia Huexotitla.

El alcohol azuzaba los sentidos. Jorge y Alex se despidieron de sus amigos y, mientras la música del bar reverberaba sobre la noche, ambos salieron y abordaron aquel asombroso auto.

El bulevar 5 de Mayo se extendía frente a sus ojos. Las luces amarillentas de las lámparas caían sobre el asfalto, como si de un foro de televisión se tratase. Y la flecha del velocímetro aumentaba hasta que, de tajo, pasó a nada. Cero.

 

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La huida

El asfalto se llenó de luces rojas y azules. Alex y Jorge fueron detenidos por las autoridades hasta que el padre del segundo, un rico empresario con gasolineras en la región de Acatzingo, de nombre Jorge García Torres, apareció en escena.

—Fui yo. Yo iba manejando — dijo Alex a las autoridades. Y García Díaz con su padre, un grupo de abogados y la noche misma se esfumaron por la puerta.

Ahora, la Fiscalía General del Estado (FGE) considera como su principal línea de investigación una “posible suplantación del conductor que provocó el percance”, de acuerdo con un comunicado emitido en días pasados.

Ahora, se presume que Alex Díaz “no era quien iba al volante”, cosa que no significaría su libertad, pues al haberse declarado responsable del accidente, habría incurrido en el posible delito de falsedad de declaraciones.

Pero, desde aquella noche, el paradero de Jorge García Díaz se desconoce. Algunos medios han alertado sobre una posible fuga del país. Hasta ayer por la tarde, las autoridades no lo descartaban.

 

Dejarán sin licencia a conductores ebrios y homicidas

El accidente ha acelerado la labor legislativa de algunos diputados locales, como si del velocímetro de un Porsche se tratase.

Ayer, durante la sesión de la Comisión Permanente del Congreso local, el diputado Sergio Salomón Céspedes propuso que todo aquel conductor que, bajo el influjo del alcohol, sea responsable de un accidente vehicular con pérdidas humanas, no consiga jamás una nueva licencia de manejo.

La iniciativa ya posee el respaldo de los grupos legislativos de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), Nueva Alianza (Panal), Verde Ecologista de México (PVEM), Pacto Social de Integración (PSI), Compromiso Por Puebla (CPP), del Trabajo (PT) y de la diputada perredista Socorro Quezada Tiempo, por lo que se prevé que sea aprobada.

El actual Código Penal de Puebla indica que se “sancionará de dos a nueve años de prisión” cuando el conductor acusado se haya encontrado en “estado de embriaguez, superior al primer grado, o bajo el efecto de enervantes, estupefacientes o psicotrópicos o cualquier sustancia que produzca un efecto similar”.

Porque los relojes, como Jorge García Díaz lo sabía, no entierran a las personas.

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