Por Mario Galeana

Para la tragedia en Huauchinango no hay palabras. La muerte de, hasta ahora, 29 personas identificadas, y la desaparición de otros tantos rostros por identificar, es inenarrable.

"Hay cuestiones que vi y que no puedo expresar con palabras", dijo el gobernador Rafael Moreno Valle, al filo de un día donde la muerte corrió como río que no cesa en aquel pedazo de tierra de la Sierra Norte.

Y la muerte se llama Earl: una tormenta tropical que, hasta ahora, se ha llevado 38 vidas en México; 29 de ellas en los municipios poblanos de Huauchinango y Tlaola. Y las autoridades no dudan que la cifra pueda aumentar en las próximas horas.

Quizá por ello hay cosas que no, que no se pueden "expresar con palabras". Al acabar la frase, Moreno Valle tomó aire. Miró a sus costados: siete sillas ocupadas por seis funcionarios estatales y un comandante del Ejército mexicano. Ante la pausa y la bocanada, ellos le devolvieron una mirada más bien de desconcierto. Y ahí, en la pausa, el gobernador escudriñó sus propios recuerdos. Emitió condolencias.

Es el año 1999. Cientos de cadáveres florecen sobre la tierra. Teziutlán, en la Sierra Nororiental, el escenario de la catástrofe. Moreno Valle como secretario de Finanzas del entonces gobernador Melquiades Morales Flores. La lluvia que no cesa. La muerte que no cesa.

Como ahora. En su recorrido por Huauchinango, el gobernador recorrió casas y calles derruidas, habló con damnificados, personas que lo perdieron todo en una noche que llovió como si fueran 30. También compró ataúdes.

"Son vivencias que alguna vez tuve como secretario de Finanzas y que esperaba no volver a tener. Es la más grave afectación en todo mi gobierno (...) No había visto nunca algo así, mas que en 1999", declaró en una conferencia ofrecida ayer por la noche, en Casa Puebla, tras volver de Huauchinango.

Entre las 29 personas sin vida que hasta ahora se tienen registradas tras el paso de Earl, dijo Moreno Valle, se encuentra una mujer que cuidaba de una escuela indígena, que hoy se encuentra temporalmente convertida en uno de los ocho refugios donde más de 500 familias hayan cobijo.

"Para Huauchinango, esta es la peor tragedia de la que se tenga registro", sostuvo. Algo irrefutable lo mismo que trágico.

Pero ahí donde la sombra es más larga, la luz también refulge con mayor fuerza. Y la tragedia, declaró el mandatario estatal, trajo consigo también muestras de apoyo asombrosas.

"En Xaltepec, la comunidad más afectada, vi a unas mujeres que, con sus propios recursos, hicieron gorditas y las llevaron: las estaban entregando a la gente. Me pareció una muestra extraordinaria de solidaridad", dijo brevemente.

Porque, como en la tragedia, para la solidaridad quizá las palabras tampoco alcancen.

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