Temido en la ciudad, el líder de la organización Ignacio Zaragoza controla los espacios en la central de abasto y el Centro Histórico
Por Guadalupe Juárez M.
Todos saben quién es Luis Salazar Galicia. Todos le temen. Es el dueño de las calles, afirman comerciantes y vecinos de Tepeaca, quienes por temor a las represalias prefieren omitir su nombre.
“Te manda a golpear si no estás de acuerdo con él. Y (con) sólo hablar de él o sus agremiado nos metemos en problemas”, dice uno de los vecinos, oculto detrás de la cortina amarillenta de la ventana de su casa.
“¿Luis Salazar? Sí, lo conozco, todos o conocen. Pero tiene un carácter muy feo, es muy difícil de tratar; bueno, quién sabe con las mujeres”, comenta un vendedor de fruta ubicado en una esquina de calles aledañas al mercado Julián Yunes.
El nombre del mercado es por el presidente municipal de 1990 a 1993, Julián Yunes Arellano, cuya gestión inició el caciquismo ejercido por Salazar Galicia en Tepeaca, coinciden vecinos, comerciantes y quienes han oído de él.
“Tras la decisión de un mal gobierno municipal de mover el tianguis de la plaza de armas a la central de abastos (sic) se generaron los conflictos porque el tianguis, que era uno de los más importantes de Latinoamérica, fue vendido a particulares”, dijo en entrevista René Huerta Ramales –integrante de la coalición de agrupaciones, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos de Tepeaca de Negrete–, un grupo de ciudadanos y organizaciones de comerciantes que se encuentran en desacuerdo con el control que ejerce el líder de la organización Ignacio Zaragoza.
Aunque Salazar Galicia, entonces líder de los comerciantes de calzado en el tianguis semanal, se manifestaba en contra de la reubicación pronto cambiaría de opinión, pues a cambio del control de las calles del centro accedió a que los agremiados ocuparan los espacios para llevar a cabo el traslado.
Con el acceso a la organización del tianguis, y al frente de la organización de comerciantes Ignacio Zaragoza, abarcó las áreas correspondientes a la venta de ropa, comida y artesanías. Después fueron las calles del centro de Tepeaca, el Zócalo, la feria del pueblo, el manejo de la imagen del Niño Doctor…
“Es un Simitrio. ¿Conoces lo que hacía Simitrio en Puebla? Aquí es lo mismo”, recalca uno de los entrevistados, agredido por “trabajadores” de Salazar.
“Es tan allegado al gobernador que manda más que el presidente municipal. No sólo de este trienio, sino de otros”, dice uno de los comerciantes, quien para evitar problemas y agresiones decidió no ir más.
“Ni la Policía se mete en el tianguis. Lo que hacen es que hombres con chalecos naranja se ubican en distintos puntos y vigilan; ellos son sus ojos allá adentro para que nadie se salga del huacal. ¿Afuera? Tiene sicarios a sueldos, chamaquitos que les da 400 pesos para que le informen de todo, pero lo mismo pasa dentro del Ayuntamiento, hay funcionarios que lo protegen”, menciona un vecino que se negó a dar su nombre.
Huerta Ramales asegura que a través de los agremiados de la Ignacio Zaragoza el líder tianguista presionó a los otros líderes para que le cedieran el control de la Central de Abasto.
Por ejemplo, la averiguación previa AP-131/2010/TEPEA en la que demanda a Héctor Ramírez Quiroz (dirigente de la Unión de distribuidores de ropa al último de los consumidores, AC) por el delito de robo es una de las medidas que toma para que le teman.
En contraste, las averiguaciones donde denuncian agresiones en contra de comerciantes y pobladores de Tepeaca no procedieron.
“Ya sabían que iban los afectados a señalarlo como actor (sic) intelectual de las agresiones. Un ejemplo es que comerciantes pertenecientes a su organización agredió a Indalecio Centeno Juárez y los hijos de José Luis Centeno Téllez. Despojo, daño a propiedad privada, en fin, son varias arbitrariedades que ha cometido, pero las denuncias que se interponen no proceden. Alguien lo protege”, reitera Huerta Ramales.
¿Enriquecimiento ilícito?
La coalición de agrupaciones, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos de Tepeaca de Negrete ha acudido en diversas ocasiones al Congreso del estado para que intervengan y recuperen las calles de Tepeaca, con el fin de liberarlos del comercio informal, así como de los conflictos y violencia que –presumen– ha generado Luis Salazar. Sin embargo, no han obtenido respuesta.
“Lo que se busca es que lo investiguen. Las propiedades que tiene son muchas, los hoteles El Rollo –edificio de seis pisos, pintado de verde agua con franjas paralelas amarillas que marcan la diferencia entre pisos– son de su propiedad. Un centro comercial cercano a la central de abastos (sic), los terrenos que convierte en estacionamientos, predios que obtiene sin pagar completo, y a eso agrega que es dueño de la concesión del servicio de grúas. Dice que son pertenencias de la organización Ignacio Zaragoza, pero todo está a su nombre. De su actividad como comerciante no podría explicar tantas propiedades. Él es de origen humilde, nació en Atoyatempan”, dice René Huerta.
Con él coinciden vendedores ambulantes de la misma organización Ignacio Zaragoza, comerciantes establecidos, vecinos y empleados.
“No es un secreto que tiene varios negocios en Tepeaca, Puebla y San Martín Texmelucan. Lo más conocido es que es dueño de los hoteles que hay aquí, no lo oculta. Muchos recuerdan que Luis Salazar no tenía dinero cuando llegó, él no es de aquí, pero se enriqueció de este pueblo”, señala la empleada de una estética.
Las ferias, más dinero para Salazar
Por Guadalupe Juárez
Cada 3 de mayo, con la figura del Niño Doctor –imagen religiosa venerada en Tepeaca–, Salazar Galicia posa para una fotografía con Los Guardianes del Amor, uno de los grupos musicales que invita a los festejos.
El evento lo organiza en la plancha del Zócalo y en las orillas instala a los vendedores ambulantes.
Sin ocultarlo lo publica en su cuenta de Facebook, aunque sus opositores lo acusan de “robarse” las ferias para obtener ganancias económicas y no para celebrar las festividades de la región.
Ganancias millonarias, saldo semanal del tianguis
Por Guadalupe Juárez
La renta de espacios en el tianguis oscila de 600 mil a 800 mil pesos al año, o por temporada, según evalúe el líder.
A eso se le suma el cobro de la luz y la vigilancia, aproximadamente 500 pesos, además de la cuota de los ambulantes que no tienen un lugar fijo, quienes pagan 20 pesos diarios.
Los ambulantes en las calles del centro pagan mil 500 pesos mensuales por metro cuadrado.
En el tianguis hay un aproximado de 10 mil comerciantes, cantidad multiplicada sólo por la cuota de 500 pesos que cobra los viernes, se estima que las ganancias semanales del líder tianguista se acercaría a los 5 millones de pesos, sin contar las de los ambulantes del centro, los del Zócalo y los que se encuentran en el mercado municipal.
Cuadros, mucho hermetismo y una estampa del tianguis semanal
Por Guadalupe Juárez
Frente al mercado municipal, en la 3 Sur 406, se encuentra uno de los hoteles El Rollo, donde se ubican las oficinas de Salazar Galicia. Hay sillas desgastadas en la entrada y una puerta de madera con vidrios polarizados divide el pequeño local.
El anuncio de “se busca secretaria” contrasta con los cuadros colgados en la pared. Tienen fotografías de carros, no hay figuras humanas, sólo automóviles. Pero de todos ellos llama la atención un marco al centro de la pared amarilla, el cual oculta una pequeña grieta.
“Instalan nacimiento monumental en Tepeaca”, dice el encabezado de la media plana de un medio impreso en el que explican la práctica de los comerciantes de la zona.
En la foto que ilustra la nota está Luis Salazar con una chamarra de cuero –parece la misma que usa en sus fotos con los grupos musicales en las ferias– señalando el pesebre, que parece más una choza o uno de los espacios de láminas que renta los viernes a los tianguistas.
En busca de una entrevista en la que Salazar Galicia pudiera desmentir las declaraciones en su contra uno de los empleados refiere que es difícil encontrarlo por sus viajes constantes a la capital poblana y a otras partes del estado.
—Nunca contesta el teléfono. Deje su número y quizás él llame, pero sólo devuelve las llamadas cuando considera que son realmente importantes.
La estampa Es viernes.
La gente que baja de los autobuses frente a la plaza de armas pasa de largo. Van al tianguis.
Con gritos y ofertas los vendedores buscan llamar la atención. Los transeúntes que curiosean la ropa exhibida intentan caminar sobre los pasillos angostos.
Dentro de las bodegas techadas unas paredes separan en fracciones el espacio y cada una de ellas alberga más comerciantes.
Zapatos, blusas, pantalones, vestidos, chamarras; hay de todo. También los que venden caminando paquetes de rastrillos, ligas para el cabello, cerillos, cepillos. Además, los que se encuentran de pie en una esquina, los de las pulseras, los de los elotes, los del litro de agua de sabores. Los que pagan 20 pesos por el permiso de vender caminando y los que pagan 800 mil pesos al año por un espacio. Todos caben.
Pero es posible que los clientes no noten esta diferencia porque es viernes y vinieron al tianguis a comprar. No ven que el resto de la semana el espacio está vacío.
Que quedan las estructuras que delimitan los espacios. Ya no es necesario separarse, pueden caminar en parejas o en grupos si lo desean.
Hasta las calles techadas también están libres para que el rebaño de ovejas pueda pasar a sus anchas.
Pero el viernes no, porque la Central de Abasto cobra vida y multiplica espacios.
Todos caben.
GLORIAS PASADAS
Alguna vez llamado el mercado semanal más grande de Latinoamérica, el tianguis de Tepeaca tiene una rica tradición historica comercial a cuestas.