Por: Redacción
Foto: Tania Olmedo / Agencia EsImagen
Las lágrimas se asomaron en los ojos de Blanca Alcalá Ruiz.
Parada frente a los liderazgos más importantes del priismo poblano, la senadora limpiaba sus ojos emocionada, conmovida.
La razón no era para nada menor.
Después de meses de estar sometida a una dura campaña electoral y una amplia crítica, el dirigente nacional de su partido, Enrique Ochoa Reza, reconoció lo que nadie se había atrevido: el PRI “no fue lo suficientemente rápido ni lo suficientemente enérgico para defender” a su candidata ante esos embates.
“A nombre del partido te ofrecemos (Blanca Alcalá) una disculpa y que sea aquí en Puebla donde nos comprometamos… (aplausos) a defender a todas las mujeres del PRI”, sostuvo el dirigente nacional.
Las palabras del dirigente nacional durante una reunión con los liderazgos del PRI, efectuada en un hotel de la ciudad de Puebla, fueron correspondidas con un minuto de aplausos a la excandidata, mientras Enrique Ochoa caminaba hacia Blanca Alcalá para darle un beso en la mejilla y abrazarla.
El cobijo tan necesario llegó, aunque el PRI se tardara dos meses y corriera a cargo no de la base de militantes poblanos sino de un nuevo presidente nacional del tricolor.