Off The Record
Por: Ignacio Juárez Galindo / @ignacio_angel
La salida de Manlio Fabio Beltrones Rivera de la dirigencia nacional del PRI marcó el inicio de la guerra al interior del tricolor con miras no sólo al 2018 sino a la refundación de dicho instituto político, así como la posible caída del peñanietismo y el grupo Atlacomulco.
A un par de años de que concluya el sexenio, el grupo peñañietista enfrenta una franca rebelión de sus huestes –cuya cabeza más visible es el político sonorense–, que tiene a su favor una serie de factores que los animan en su lucha.
La imposición de Enrique Ochoa Reza en el PRI nacional fue el último agravio que soportó la nomenclatura tricolor –la misma que combatió con toda sus fuerzas a la tecnocracia priista, sobre todo la salinista–, pero no fue el detonante para la rebelión.
Poco a poco los integrantes de la nomenclatura vieron cómo el peñanietismo se desfondaba a consecuencia de su propia soberbia, autoritarismo y avaricia.
Hacia afuera, los peñanietistas se han peleado con el clero, los medios de comunicación, el empresariado mexicano y con un sector de las élites financieras internacionales.
Despertaron la desconfianza de Estados Unidos y tampoco han podido quitarse la pesada losa de la corrupción e impunidad (Tlatlaya, Ayotzinapa, la Casa Blanca, Nochixtlán).
Las reformas estructurales nunca trajeron los beneficios prometidos y, en casos graves, como la energética, no pudieron amarrar con éxito las inversiones por presuntos casos de conflictos de intereses.
Su ambición por acaparar los grandes negocios al amparo del poder propició el descontento del empresariado y las mafias políticas estructuradas alrededor de esa corrupción. Para colmo, los financieros estadunidenses vieron con espanto que China pretendía meterse a América por la puerta trasera de Estados Unidos.
Esos y muchísimos problemas adicionales llevaron a que en menos de cinco años la imagen presidencial en el extranjero se fuera a pique, mientras que al interior sea el peor presidente calificado por sus compatriotas.
Por si el panorama no fuera ya muy difícil, se sumó el encono generado al interior del priismo nacional, cuyos miembros han sido moneda de cambio de los intereses presidenciales en elecciones y decisiones de poder.
La caída de Manlio Fabio Beltrones fue, de hecho, producto de esa estrategia. Los peñanietistas prefieren ceder espacios a la oposición con miras al 2018 y la lucha que sostendrán contra Andrés Manuel López Obrador.
Pero también la debacle priista del pasado 5 de junio se entiende en función de eliminar de la carrera presidencial a un personaje peligroso para sus intereses, quien demostró un poderío poco visto en estos seis años, no sólo por su influencia en poderosos medios de comunicación tanto de la izquierda como de la derecha, sino también por la simpatía que atrajo entre amplios sectores políticos, económicos y sociales cansados de cuatro años de penañietismo y la profunda debilidad institucional.
La caída del priista sonorense, contrario a los pronósticos del grupo en el poder, no fue sinónimo de defunción, sino que terminó fortalecido y se granjeó mayores simpatías entre otros sectores agraviados.
¿Error de cálculo entre los peñanietistas? No lo creo. Más bien fue una decisión surgida desde una visión despótica y excluyente.
En medio de este mar de descontento nacional e internacional navegan los opositores al peñanietismo, sabedores que el debilitamiento de la figura presidencial y de su grupo es cada vez más evidente y difícil de remontar.
¿A qué le apuestan?A incidir de lleno en la designación del próximo candidato presidencial.
Ya tienen gallo, apoyos y recursos.
El objetivo será vender la idea de que el PRI seguramente será derrotado en las urnas de seguir con la misma política impuesta por el peñanietismo y la urgente necesidad de que el partido se abra a un proceso democrático.
Manlio Fabio Beltrones y los suyos saben que es momento para la redefinición del PRI.
Una redefinición que forzosamente atraviesa por la necesidad de ceder el poder a un priista, aunque no sean los favoritos del presidente.
