Por Guadalupe Juárez
Xaltepuxtla, Tlaola. Noé camina sobre su terreno partido por el río. Hay tristeza e impotencia en su rostro. Seis años de trabajo se los ha llevado la tormenta.
Recorre sus sembradíos de bambú enterrados bajo el escombro, de un lado a otro. Rememora, piensa en aquellos años cuando su trabajo era estar en los desastres naturales, e incluso la guerra.
Observa al fotógrafo, se ve en él. Ve los años 70 en Nicaragua, cuando los guerrilleros mataron frente a sus ojos a un camarógrafo de una televisora francesa.
Se ve cargando la cámara sobre su hombro derecho y enviando cassetes por avión, para el noticiero de la noche.
Mira a su alrededor, hay pena e intranquilidad. Los días parecen interminables para recuperar el centro turístico que desea algún día se convierta en referente porque ahora el lodo lo cubre todo. Sus deseos de una vida tranquila. El empleo de nueve personas más. Los sueños. Las ganas de trabajar.
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“Lo primero es buscar a los muertos. Pero no se olviden de nosotros”.
La petición es de Gabino Hernández, un empleado del centro turístico Fantástico Splash, cuyas instalaciones quedaron bajo el lodo.
Era las nueve de la noche, él y nueve trabajadores más veían Animal Planet por televisión hasta que escucharon un estruendo que los alertó del peligro que ahí vivían.
Entre la penumbra corrieron en el agua que les llegaba a la cintura. Subieron a una loma que sirve para la tirolesa. Así salvaron sus vidas, mientras Earl destruía todo.
Sólo veían la destrucción, media carretera desgajada, familias abandonando sus casas, gritos entre los cerros, la noche, la lluvia incesante, su trabajo enterrado bajo el lodo.
En Chicahuaxtla, a 46 minutos del lugar, se buscan cuerpos, por eso Gabino dice que prefiere que las autoridades se concentren en los labores de búsqueda y rescate, pero pide no se olviden de ellos, que les busquen un empleo o los apoyen restaurando el lugar donde trabaja, el centro turístico que en esta temporada por lo regular se encontraba repleta de turistas, hoy sólo asombra a los curiosos que ven las piscinas llenas de agua sucia.
“Este es nuestro trabajo, en lo que nos recuperamos limpiamos nosotros sin ayuda de las autoridades, pero cualquier ayuda que nos den es buena. Que escriban de nosotros ayuda, porque somos gente trabajadora, de aquí come nuestra familia”, comenta Gabino.
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Noé muestra cada centímetro de la hectárea afectada de Centro Turístico Qualli, como el decidió llamar al lugar. “Significa ‘bueno”, agrega.
Los tres puentes que conectan a una cabaña, la cual dejó de generarle en esta semana una derrama económica de 40 mil pesos.
“Miren. Yo sé que han de decir que como molesto. Sé qué es eso porque era camarógrafo de Televisa. ¿Cómo vine a terminar aquí? Porque me gusta la tranquilidad del lugar donde nací”, relata quien dice haber trabajado con comunicadores como Joaquín López Dóriga y Jacobo Zabludowski. Ahora se entrega al campo. Tiene planes de cultivar lavanda y ser uno de los principales productores a nivel mundial.
Los ánimos de emprender se debilitan conforme recorremos los bambús quebrados, los fornios enterrados en la tierra y los pinos que no adornarán hogares esta navidad.
Noé pide a las autoridades, al igual que Gabino, que después de la contingencia y en la etapa de reconstrucción tomen en cuenta a la iniciativa privada con apoyos, pues éstos ayudan a detonar la economía.
Del lugar que hace unas semanas visitaban turistas no queda nada. Una pala rota, ropa tendida sobre los techos, resbaladillas, piscinas llena de agua sucia, los bambús enterrados, los niños y mujeres damnificadas con una casa de campaña junto al río, con la fogata de madera de los árboles arrancados por la fuerza.