En esta noche, el peso de las horas se soporta con veneración para ver pasar a la Virgen de la Caridad sobre tapetes de colores

 

Por Luis Conde

foto1Huamantla, Tlaxcala.- La lluvia cayó sobre Huamantla y sus calles se hicieron ríos.

Pero la lluvia que se dejó caer no era de agua. Fue de colores. De arena. De gozo.

Esta Noche que Nadie Duerme es una lluvia de fe. Una lluvia de devoción hacia la Virgen de la Caridad, venerada en este Pueblo Mágico.

Como cada víspera del 15 de agosto, los ríos de gente inundan las calles para pedir por un milagro y agradecer por otros tantos.

Durante una noche los ojos no ceden al peso de las horas y permanecen abiertos entre la brisa de aserrín de colores que cubre en forma de tapetes las principales calles. Le llaman arte efímero.

Esta noche se venera a la Virgen de la Caridad. La lista de milagros que se le atribuyen es larga, pero destaca la ayuda a los enfermos, a quienes, guiados por la fe, se les permite acercarse y tocar la imagen para pedir por su salud.

LUIS CONDE
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Hace cinco años que José realiza una pausa para dejar el arado y toma un descanso de las herramientas del campo para cambiarlas por tintas, moldes, aserrín y arena.

Ahí, en las calles donde desfila la imagen centenaria, las manos de José y cientos de fieles más hacen que lluevan colores sobre más de siete kilómetros en el centro histórico de esta ciudad.

fotoCon 65 años sobre los hombros, José agradece a la Virgen de la Caridad por la salud que tiene. Ese es el motor que lo orilla a seguir dejando sobre el piso su fe en forma del colorido aguacero.

Por los pasillos de arena y aserrín pasa la imagen seguida por sus fieles ante el mar de ojos que contemplan el arte efímero de los artesanos que desde las seis de la tarde confeccionaron el ropaje de cada calle.

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La Virgen de la Asunción llegó a Huamantla hace más de 400 años, en el siglo XVII, y cuando lo hizo, la fe le cambió el nombre.

Sacerdotes y frailes organizan desde entonces recaudaciones de alimentos y despensas para los necesitados, quienes al venerar la imagen que les entregaba el sustento como un acto de generosidad la llamaron Caridad.

En agradecimiento, inmortalizaron su devoción con una fiesta que desde entonces cada 15 de agosto celebran puntualmente.

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Su vestido, al igual que el de las calles, depende de la creatividad y voluntad de las personas. Con religiosidad, 54 mujeres se dedican a entretejer los hilos de oro y plata, traídos desde Francia y España, desde que el calendario señala el mes de mayo.

Este año el vestido que abriga a la Virgen centenaria se asemeja al diseño de las calles; su traje de gala es un símbolo de la tradición prehispánica tlaxcalteca que se mezcló con la religión católica.

Aunque cada año las ropas que cubren la sagrada imagen son distintas, el milagro es el mismo.

En la noche que nadie duerme corrieron sobre las principales calles de Huamantla los colores de una lluvia de fe.

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