“Saquen sus rezos de nuestros congresos”, fue el cántico de respuesta a la marcha que organizaron grupos religiosos en contra de la unión legal entre personas del mismo sexo
Por Mario Galeana
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La Puerta del Perdón de la Catedral de Puebla se abre cada año jubilar para ofrecer indulgencia a todo aquel que la busque: asesinos, mujeres que abortaron, ladrones. Por sus 34 metros de altura desfila el arrepentimiento. Es una imagen poderosa, pero quizá un poco menos que la de dos mujeres –una rubia y una morena– que se besan frente a ella, mientras a sus espaldas, atada a la herrería que bordea a la sede católica, ondea una bandera arcoiris.
Es una imagen poderosa, pero no todos han logrado retenerla. Los fotógrafos piden a las jóvenes –porque no deben tener más de 25 años– repetir el beso. Sin mucho convencimiento de por medio, ambas hacen caso: es un beso largo, que arroja sonrisas pudorosas en algunos, mientras que en otros los aplausos.
El repicar de tambores que sostiene una hilera de mujeres flanquea la Catedral, mientras que los no más de 700 participantes avanzan levemente hasta frenar , por completo, frente a la Puerta del Perdón. El recuento de los casos de horror está por iniciar.
- a) Nicolás Aguilar, párroco poblano, señalado por decenas de posibles abusos sexuales contra menores. “Sigue libre”, reclama y recuerda una mujer desde un altavoz.
- b) Marcial Maciel, fundador de los
Legionarios de Cristo, acusado por inenarrables casos de pederas-
tia, abuso, uso de drogas y plagio.
La Arquidiócesis de Puebla y un amasijo de familias conservadoras han emprendido una campaña contra el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, con lo cual quienes buscan legalizar su unión se han topado con una boca que les dice que no: que no existe Puerta del Perdón para algunos crímenes.
La marcha avanza hasta la plancha del Zócalo de la ciudad de Puebla, donde un día antes unas cinco mil personas han desfilado también contra el matrimonio gay y la posibilidad de la adopción de menores.
“El Estado mexicano tiene la obligación de detener esta guerra civil a la que nos empuja; debe detener a los grupos conservadores que, con todo el cinismo, promueven el discurso de odio, engañando a las familias”, proclama una mujer que antes cargaba un tambor.
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“No es una cuestión privativa: todas las familias son posibles, siempre que exista amor, respeto y cariño”.
Iván carga a su pequeña sobre los hombros, mientras camina junto a esposa por bulevar 5 de Mayo. El cabello canoso hace suponer que rebasa los 50 años. Va sonriente, rodeado de una multitud juvenil que grita “¡No hay libertad política, si no hay libertad sexual!” o “¡Saquen sus rezos de nuestros Congresos!”.
“A pesar de que constituimos una pareja heterosexual, y que tenemos una hija de siete años, estamos de acuerdo en que existen múltiples formas de constituir la familia”.
Se crió sólo con su madre, por eso no cree en la familia “tradicional”, compuesta por papá, mamá, hijos. “Todas las personas tienen los mismos derechos, y nosotros venimos simplemente a apoyar, a abrir la posibilidad de que existan múltiples formas de constuir familia”, dice.
Nuestro personaje ríe cuando se le pregunta si es católico. Dice que, dentro de las muchas cosas por las que admira a su madre, se encuentra el hecho de haberlo dejado decidir sobre religión.
“Y yo no soy católico”, contesta aún entre risas. La marcha continúa hasta el Zócalo de la ciudad. En los puestos de periódicos aún yacen los titulares de la jornada anterior: “Marchan contra las uniones gay”.
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”Parece que somos la moneda de cambio”, declara Onán Vázquez Chá-
vez, poco antes de iniciar la marcha.
Onán es presidente de la organización Vida Plena de Puebla, y no duda en declarar que “la Iglesia católica está tomando partido, está participando políticamente en los asuntos del Estado, cuando el Estado es laico”. Explica que los derechos de los homosexuales se han convertido en el cobro de peaje de la Iglesia frente al gobierno de Enrique Peña Nieto.
“Esta reforma no daña los derechos de nadie; no quita los derechos de nadie; no ataca a la familia. Es un pretexto de los grupos conservado-res para crispar a la sociedad, para meterle miedo, para hacer de los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, las mujeres transgénero, los enemigos. Pero nosotros vivimos en familia; ¡tenemos familia!”, acota.
En Puebla hay más de ocho mil hogares encabezados por parejas lésbico-gay, y al menos 60% cohabita con hijos menores de edad, de acuerdo con una investigación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco.
Este día (ayer) no han marchado aquellos que integran los ocho mil hogares en donde el llamado modelo “tradicional” de familia no existe. Pero ahí están.
Arzobispo descarta exclusión
Tras encabezar una marcha en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, convocada por distintos párrocos del estado y familias, escuelas y empresarios conservadores, el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, se dijo “respetuoso” de la comunidad LGBTTTI.
Señaló que la marcha del 10 de septiembre, donde se lanzaron proclamas como “¡Rifle, cañón, escopeta, a la familia se le respeta!”, buscaba “expresar el pensar de todos estos laicos”.
“Para nosotros la familia es papá, mamá y los hijos. La Iglesia no está en contra de nadie, simplemente promueve los valores, la familia y el matrimonio entre un hombre y una mujer”, acotó.
Durante la marcha, que reunió a unas cinco mil personas, los participantes sólo expresaron su sentir y no hubo ningún señalamiento discriminatorio contra los personas homosexuales, defendió Sánchez Espinosa.
Como respuesta, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) emitió un comunicado para respaldar la propuesta presidencial que avala la unión entre personas del mismo sexo y la posibilidad de que adopten menores.
Esto a raíz de que “han surgido diversas voces que, con base en creencias e ideologías –algunas de índole religioso –demandan el reconocimiento de un modelo único de familia”, indicó el arzobispo de Puebla.
