En la Sierra Norte, es uno de los 100  municipios más pobres del estado, pero es el número uno en fractura hidráulica o fracking, una técnica para extraer gas o hidrocarburos del subsuelo

Por Mario Galeana

Filomena no sabe que más de cinco mil metros debajo del suelo que pisa, alguien fractura la tierra inyectando millones de litros de agua mezclados con más de 650 sustancias químicas.

No, no lo sabe, aunque sí sospecha que el “agua grasosa” que arrastra la lluvia desde una de las plantas de Petróleos Mexicanos (Pemex) hasta su casa, en el pueblo de Cerco de Piedra, lleva más que lodo u hojas muertas.

Algo similar pasaba por la cabeza de Alejandro, en la localidad de Moctezuma, antes de que un poco de esa agua turbia le cayera en los ojos. Después de probar varios medicamentos que pudiesen salvarlo de la ceguera, lo confirmó.

Así es la vida en las comunidades que integran Francisco Z. Mena, un municipio de la Sierra Norte que se encuentra dentro de los 100 más pobres de todo el estado, pero que es el número uno en fractura hidráulica o fracking, la técnica con la que Pemex e industrias norteamericanas extraen gas o hidrocarburos del subsuelo.

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Residuos

Alejandro no recuerda exactamente cómo sucedió, pero sí los 90 días que le siguieron.

Caminaba por la carretera y un automóvil lo salpicó de esos charcos que las pipas y los camiones de Petróleos Mexicanos riegan en su paso por la Sierra Norte.

El ardor fue instantáneo. Llegó con él a casa, y vivió con él tres meses más. Los primeros 20 días el dolor fue soportable, pero no lo dejaba dormir.

Para la noche número 21, Alejandro Flores, de la localidad de Moctezuma, no aguantaba más: necesitaba ver a un médico.

“Me dieron unas pinches pastillitas que no sirvieron. A la semana fui con otro (médico), y luego con otro, hasta que me recetaron unas gotas que más o menos empezaron a aliviarme”.

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La recuperación no fue sencilla. Después de un mes, Alejandro tuvo que usar necesariamente gafas negras, porque la sola luz del día le era insoportable.

“¡Me iba yo a quedar ciego! De veras. Mire, si hasta me estaban saliendo llagas”, dice mientras se lleva el dedo índice al párpado inferior izquierdo, para mostrar el ojo.

El hecho dolió al doble: sin ningún tipo de seguridad social, Alejandro terminó por pagar dos mil pesos por los medicamentos.

Y para un campesino que trabaja nueve horas al día por 120 pesos, un tratamiento con ese costo significa más de una quincena de trabajo tirada por la borda. O, más bien, salpicada por un charco con residuos químicos.

 

 Las fuentes de empleo de Pemex duraron muy poco: pobladores.
Las fuentes de empleo de Pemex duraron muy poco: pobladores. / Fotos: José Castañares

Francisco Z. Mena, la capital del fracking en Puebla

Desde 2003 a la fecha, Pemex y petroleras norteamericanas como Halliburton y Schlumberger han aplicado la técnica de fracturar la tierra con millones de litros de agua mezclada con químicos para extraer hidrocarburos o gas en 233 pozos del estado.

Junto con los municipios serranos Venustiano Carranza y Pantepec, Francisco Z. Mena forma parte del Proyecto Aceite Terciario del Golfo (ATG), de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

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Este es un ambicioso plan de extracción con el que de 2013 a 2030, el gobierno federal y las empresas estadunidenses recuperarían el costo total del proyecto y su operación: un billón 199 mil 939 pesos, según el estudio “Proyecto Aceite Terciario del Golfo. Primera revisión y recomendaciones”, elaborado en 2010 por la CNH y la Secretaría de Energía (Sener).

Y Francisco Z. Mena es, precisamente, la capital del fracking en el estado. En 121 pozos petroleros del municipio se aplicó esta práctica reconocida por organizaciones civiles como “altamente dañina”, dado que implica la inyección de entre nueve y 29 millones de litros de agua.

El líquido se mezcla con una cantidad insospechada de sustancias: de 650 a 990 químicos “que pueden provocar múltiples daños a la salud de las personas, como cáncer y mutaciones, afectar al sistema endocrino, provocar alergias y dañar el sistema nervioso”, de acuerdo con la Alianza Mexicana Contra el Fracking (AMCF).

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En Venustiano Carranza, 98 pozos han sido perforados con esta misma técnica de fractura hidráulica; en Pantepec, 14 más.

Los datos anteriores, sin embargo, son guardados de forma recelosa por el gobierno federal, y sólo se hicieron públicos después de que la organización Cartografía, férrea opositora a la técnica del fracking, presentó una solicitud de información pública con número de folio 185750000071, ante Pemex Exploración y Producción.

No obstante, los datos contradicen la información expuesta por la propia CNH y la Sener en el mismo estudio: “Del total de total de pozos del proyecto ATG, mil 737 han sido fracturados. De estos mil 323, el 76%, han sido fracturados con baja carga de apuntalante y fracturamiento hidráulico”, reconoce.

Y si las organizaciones no gubernamentales expertas en la materia desconocen con exactitud la frecuencia con que el fracking se aplica, los habitantes del municipio número 97 en rezago social, según cifras del más reciente informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), también.

 

 El petróleo afecta la única fuente de trabajo en Francisco Z. Mena: los cultivos.
El petróleo afecta la única fuente de trabajo en Francisco Z. Mena: los cultivos. / Fotos: José Castañares

Enfrentar a Pemex, imposible

Cuenta Filomena García que desde que un juez le permitió a su suegro construir en Cerco de Piedra, una de las 80 comunidades que integran el municipio de Francisco Z. Mena, la planta de Pemex ha estado ahí, al alcance de su vista y a menos de 500 metros de su casa.

Pero los problemas, dice, empezaron hace cinco años, desde el inicio del proyecto ATG: cada vez que llueve, el agua barre la planta petrolera y arrastra hasta su casa químicos que llegan a alcanzar alrededor de 30 centímetros de altura.

“El agua llega hasta acá”, narra mientras con la mano simula el nivel del agua hasta la espinilla. “Y ya llevamos como cinco años pidiéndoles que entuben para que el agua grasosa salga más lejos, pero no nos hacen caso”.

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El agua con residuos químicos llega hasta un pequeño pozo que Filomena y al menos 35 personas más utilizan para lavar ropa, trastes o bañarse. Alguien les dijo que, a la larga, el líquido terminará por hacerles daño. Pero, incluso así, Filomena no vislumbra que en los próximos años ella y su familia cambien de casa.

“Había un gringo que decía que nos iba a ayudar porque veía cómo se nos llenaba la casa de agua sucia, como con aceite. Y también vino gente de Pemex a tomar fotos y a decirnos que nos iban a ayudar, pero ya nunca los volvimos a ver”, agrega.

“Y para qué meterse con Pemex: es su palabra contra la nuestra”.

 

Desde 2003, Pemex y empresas estadunidenses fracturan la tierra con agua y químicos, para extraer hidrocarburos y gas. / FOTOS: JOSÉ CASTAÑARES
Desde 2003, Pemex y empresas estadunidenses fracturan la tierra con agua y químicos, para extraer hidrocarburos y gas. / Fotos: José Castañares

Aquel extraño olor

Una lengua de fuego se alza en la planta petrolera más cercana a la Mesa de Metlaltoyuca, cuyos 3 mil 934 habitantes, que agrupan el 24% de la población del municipio
Francisco Z. Mena.

La columna de fuego proviene de uno de los quemadores con los que Pemex hace enardecer el gas extraído, para después despresurizarlo a través de una turbina.

A los metlaltoyuquenses ya no les sorprenden las llamas. Lo que no deja de extrañarlos es el olor que los acompaña durante el desayuno.

“Huele… feo. Es raro. Huele como a gas”, describe Anastasia, previa condición de guardar su apellido.

El ama de casa dice que dos años atrás, el olor a gas era intenso y le provocaba picor en las aletas de la nariz, pero reconoce que, desde entonces, la presencia del extraño aroma ha venido disminuyendo.

La CNH y la Secretaría de Energía desconocen “el volumen de gas venteado a la atmósfera” de cada planta petrolera, debido a que “se carece de cifras, ya que no existen medidores ni registros confiables sobre estas disposiciones”.

Metano es el gas más extraído, 21 veces más potente para el efecto invernadero
Metano es el gas más extraído, 21 veces más potente para el efecto invernadero. / Fotos: José Castañares

El 90% del gas que se extrae “es metano, el cual tiene un efecto invernadero 21 veces más poderoso que el dióxido de carbono”, se indica en el libro Impacto social y ambiental del fracking, publicado por la AMCF y el Senado de la República.

En la publicación se explica que, al fracturar la tierra, “se emite metano sin quemarse, que es un muy poderoso gas de efecto-invernadero. Además, también hay fugas durante su transporte, procesamiento y distribución”.

Lo peor: cuando el gas llega a destruirse, muchas de las instalaciones donde esto se realiza “se sitúan a distancias muy próximas a asentamientos humanos –reconocen las autoridades federales–, lo que representa un riesgo latente para la seguridad de esas comunidades y del propio funcionamiento del campo”.

Ante falta de empleo, la gente recurre al robo de combustible.
Ante falta de empleo, la gente recurre al robo de combustible. / Fotos: José Castañares

El fantasma de Pemex

Duró un año y no más. Para los habitantes de las distintas comunidades de Francisco Z. Mena, el trabajo que las empresas petroleras llevaron a la región duró en realidad muy poco.

Francisco Santiago, un hombre entrado en los 70 años que pide aventón de Metlaltoyuca a La Guadalupe –comunidad a más de 10 kilómetros de distancia y con 456 habitantes– dice que el trabajo duró tan poco que a los hombres y las mujeres contratados, sobre todo para actividades de limpieza, no les quedaron más que tres opciones: volver al campo, irse del municipio o robar.

“Anduvieron robando un tiempo. Hasta andaban sacando de los ductos. Pero la policía les cayó”, relata Santiago.

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En Francisco Z. Mena el campo lo es prácticamente todo. En 53 de sus comunidades la agricultura es la principal actividad económica, de acuerdo con un estudio de Pemex en donde también se asienta que el municipio posee una tasa de desempleo del 72.2 %.

Por eso, cuando ocurren derrames de hidrocarburo sobre la máxima fuente de empleo en la región, el campo y no el mercado petrolero, los campesinos reniegan de la paraestatal.

“Las milpas salen así, todas marchitas, chiquitas, pues”, acusa Leodegario, un campesino que siembra “donde se pueda” por 900 pesos a la semana, pero que vive en Cerco de Piedra.

Aunque después de los seis derrames registrados en el municipio de Francisco Z. Mena durante los últimos 18 meses, los lugares para trabajar van contándose con los dedos: “Si cuentas los químicos o la lluvia, uno ya nomás termina trabajando tres días, y así nomás no sale”.

Las mipas no crecen lo suficiente, se quejan los campesinos.
Las milpas no crecen lo suficiente, se quejan los campesinos. / Fotos: José Castañares

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