Figuraciones Mías

Por Neftalí Coria 

A Marigel Cervantes, Dios la guarde

 

¿Dónde está el valor de una novela que se ha escrito en este mismo tiempo, en el que sus lectores también somos testigos de los sucesos que dan forma a la historia? Y para ser más pragmáticos, me pregunto ¿De que le sirve al lector una novela de un novelista contemporáneo suyo? Primero que todo, la novela en la historia casi siempre se ha adelantado a su tiempo, y aquello que de pensamiento tiene la obra, será mucho después que se valore y se advierta su significado imperecedero.

Siempre ha sucedido, los hombres que comparten el tiempo de vida, no se valoran entre sí y mucho menos se reconocen en virtudes. Es frecuente que las novelas que en el futuro se convertirían en señuelos, no hayan sido vistas ni leídas en su tiempo. Sucedió con la obra de Kafka y la de Joyce. Y en esa dinámica que ya parece parte de la naturaleza de la cultura novelística, han seguido sucediendo las cosas, tanto así, que hasta llegamos a verlo como una de las condiciones de las grandes y anónimas obras de nuestro tiempo común con nuestros novelistas.

Sumisión de Michel Houellebeq es una novela que habla de nuestro presente y alerta de manera arrebatadora sobre las condiciones de un futuro cercano. La de Houellebeq, es una novela que debe leerse ahora, porque ahí está su verdadero valor. Su anticipante futurismo nos invoca a leerla precisamente nosotros –contemporáneos del novelista francés–, porque tal vez pasados cincuenta años, ya la novela no sirva de conseja, ni como ejemplo que esa política ficción expone con lo descarnado del caso. Y tampoco nos alertaría o nos diera elementos de prevención para lo que sucede en la historia de esta novela, ni veríamos de cerca, las vísperas de lo que nos espera.

Françoise, el protagonista de la novela y que funge como narrador, es un hombre asentado en el mundo de la academia y que posee una visión critica, resultado del hartazgo, no sólo de ser un profesor universitario, sino de esa vida poblada de excesos y esa manera de vivir sus relaciones con el mundo en donde la vida importa conforme a la libertad y el confort que se tengan.

Lo dije en mi columna anterior, Sumisión es un ejemplo de los caminos que necesariamente tiene que tomar la nueva novela. Y es que la realidad hoy está expuesta en todas las pantallas del presente y se ha vuelto protagonista de una especie de ficción en la que automáticamente, deja de ser realidad en el imaginario colectivo y se convierte en algo que mucho se me parece a la ficción. En Sumisión, la realidad con sus personajes, se mezcla con la ficción y los suyos, de manera que la realidad se ve poblada por una ficción que el novelista inventa y que no pareciera serlo, de tal modo que la novela construye una realidad posible, porque está de por medio el conocimiento que el novelista tiene de su propio contexto. La Francia de la novela con un presidente islamista llamado Mohammed Ben Abbes, lanzado por un partido ficticio llamado “La hermandad musulmana”, La Sorbona convertida al islamismo, los judíos que huyen de país como los ratones del barco en incendio, entre otras transformaciones. Houellebeq, logra una realidad representada que hace uso de personajes, lugares situaciones totalmente reales, en donde ocurren hechos ficticios que por ningún momento dejamos de creer que lo sean, porque siempre van por la línea de los posible.

Lo que se ha dado en llamar una novela de “política ficción”, nos hace pensar en la posibilidad que a los hechos que estamos asistiendo, son totalmente posibles, y como de pronto nos asomamos a las noticias reales, vemos que el alcalde en Londres es parecido al presidente de la novela. Y eso que aún no llegamos al 2022, que es cuando suceden los hechos de la novela de Houellebecq.

Sumisión es una fábula donde podemos ver con claridad, para lo que la política y las religiones usan su poder con fines del sometimiento totalitario, hasta lograr la sumisión de un pueblo que a fin de cuentas, no les importa. La política y la religión, puede verse que usan las mismas armas y se mezclan con la pertinaz demagogia, que logra mantener sus mecanismos perfectamente aceitados para seguir manteniendo esa misma geometría del poder en la que no es posible hallar lugar para visiones distintas a las del propio poder.

La novela sucede alrededor de las elecciones presidenciales del 2022 y con ayuda de los socialistas, gana el partido de la Hermandad musulmana que sube a la silla presidencial a Mohammed Ben Abbes, de formación islamista moderada. Mientras que Françoise, el protagonista –que hiciera su tesis de doctorado sobre Joris–Karl Huysmmans, el escritor francés de siglo XIX que escribió sobre su apego al catolicismo–, se ve acorralado por el nuevo país que ya no parece ser el suyo. Y si a esto sumamos su decepción por el necesario abandono de Myriam, su pareja judía, la transformación de la ciudad en la que ya no se ven minifaldas, la conversión al islamismo de su universidad (La Sorbona) que es su centro de trabajo y la necesidad de tomar decisiones frente a la religión ya la política, este hombre solitario, es testigo de un pueblo que con facilidad ha sido sometido por el poder económico, político y religioso.

Allí de pie ante ese mundo, Françoise debe tomar su gran decisión ante la cruenta encrucijada. Sumisión es una metáfora de nuestro presente.

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