Las Serpientes
Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo
La nostalgia invadió el último grito del gobernador del Estado, Rafael Moreno Valle.
El gobernador de Puebla se asomó por última ocasión al balcón del edificio de Charlie Hall y ondeó con fuerza el lábaro patrio, al tiempo de recordar a loes héroes que nos dieron patria y libertad.
En su rostro, por momento, hubo dejos de nostalgia, esa que antecede la inevitable pérdida del poder, aunque de inmediato se contuvo para saludar a todos los presentes.
No era para menos, Moreno Valle se convirtió hace seis años en el primer hombre en derrotar al PRI en la historia de Puebla y también en el primero, desde Maximino Ávila Camacho, en poder presumir que dejó a su sucesor, algo que no pudieron hacer ninguno de sus antecesores.
Ni Jiménez Morales, ni Piña Olaya, ni Manuel Bartlett, ni su mentor Melquiades Morales, ni mucho menos Mario Marín, pudieron imponer a su sucesor.
Prácticamente, la ceremonia de las despedidas inició con este último grito desde el mítico palacio municipal, el palacio de Charly Hall, que por sexta y última ocasión vio ondear a la lábaro patrio de la mano del todavía gobernador de Puebla.
Entre los integrantes del gabinete también se respiraba cierto aire de nostalgia, sin duda alguna muchos de los funcionarios ya tiene listas las maletas para regresar a sus lugares de origen, sabedores de pocos, muy pocos, son lo que repetirán dentro de la administración pública.
El olor a despedida se desprendía en cada abrazo, en cada saludo, en cada copa que se levantaba para desear salud, esa sana costumbre que antecede a los brindis.
Afuera, la multitud coreaba a los héroes que nos dieron patria y libertad, mientras departía, el pozole, los elotes, las tostadas, las chanclas, las chalupas, los molotes y las pelonas, todas delicias de la siempre rica gastronomía poblana.
El último grito de Moreno Valle, como gobernador de Puebla, terminó al ritmo del Buki, Marco Antonio Solís, quien cantó sus más grandes éxitos en la plaza de La Victoria.
Fue el colofón, de un adiós que paradójicamente, abre un nuevo ciclo, el de la lucha por Los Pinos, con la esperanza aún de que tal vez y solo tal vez, la próxima vez que Moreno Valle se asome a un balcón, este pueda ser el de Palacio Nacional.
