En cumplimiento al derecho de réplica, establecido en la constitución, reproducimos el siguiente texto enviado por el magistrado Ricardo Velázquez Cruz

“El engaño en política es tan difícil de ocultar como la verdad, y para que sus acciones sean serías deben ser determinadas por la cabeza al margen del temperamento y la emoción; y la única política que conozco es la que se compone del conocimiento por la razón basada en el imperio de la ley”.

Esto es lo que pensaba Jesús Reyes Heroles acerca de la actividad noble de aquellos que hemos servido y que seguimos sirviendo en el Gobierno.

Con relación al artículo firmado por Guadalupe Juárez, en la página nueve anverso, del ejemplar del día de ayer de este diario atinadamente dirigido por un gran periodista, poeta y escritor como es Usted, lo distraigo para hacer las siguientes aclaraciones:

PRIMERA. El proyecto “Nueva Aldea” fue creado a partir del año 2000 inicialmente como un índice nacional de cultura de legalidad cuyos derechos de autor poseo a la par de un programa nacional de cultura de legalidad que consideraba en alguno de sus aspectos la creación de actividades infantiles, las cuales se harían en programas computacionales, programas itinerantes, creación de módulos o incluso de parques temáticos. Lo anterior en base a estrategias de educación sustentadas en paidopsicologia y pedagogía.

Es cierto que en el primer año y algunos meses del actual Gobierno estuvo en funciones el parque lúdico “La Nueva Aldea”, de hecho fue visitado por el gran filósofo Fernando Savater; quien elogió dicho lugar.

SEGUNDA. El monto de la Construcción de “La Nueva Aldea” es algo que desconozco, puesto que no fui yo quien construyó el parque que ahora funciona como el Centro de Desarrollo, Formación y Recreación (Cedefor) y que como lo dice su articulista Guadalupe Juárez, está ubicado en el parque Rafael A. Padilla, cuestión que me alegra porque pensé que sin querer me lo pude haber llevado a otro lugar. Es un error el hecho de que haya registrado el parque como marca propia o que haya fundado una empresa como parque, pues de acuerdo a la Ley de Derechos de Autor (sin entrar en detalles técnicos) tengo alrededor de 130 marcas registradas entre libros, personajes, dibujos, marcas, modelos de utilidad, etcétera ante el IMPI.

TERCERA. Me parece poco afortunado el que se nombre a Luis Maldonado Venegas quien fuera Secretario de Gobierno, y que él haya ordenado una investigación; esto porque estaba el parque en funciones ya en la administración del actual Gobernador Constitucional del Estado, por lo que resulta falso que había sacado del lugar un software antes de que el Gobernador Rafael Moreno Valle tomara posesión de su cargo; a quien me une una gran empatía por haber trabajado juntos en la Administración de Mario Marín y por el gran reconocimiento profesional que le profeso como político y como jurista (es Doctor en Derecho) .

CUARTA. Por lo demás es falso que pretenda vender un proyecto en cinco millones de pesos o que sea “el proyecto de mi vida” porque “La Nueva Aldea” es uno de los muchos proyectos académicos a los que actualmente me dedico (cuestión permitida por la Constitución).

QUINTA. Por lo que respecta a lo que llama “la historia” de La Nueva Aldea, lo único que puedo decir es que efectivamente es un parque temático que intenta educar a los niños en valores, la democracia, en cultura de legalidad, que incluso se instituyó en los libros de primaria como una materia a propuesta de un grupo de Diputados y mía propia durante las fechas que el articulista refiere. Es una experiencia vivencial que permite la sinapsis infantil y el reforzamiento de las cadenas neuronales en la comprensión de lo correcto. Actualmente el parque no funciona aunque debo reconocer que su Director ha hecho hasta lo imposible por seguir prestando ese servicio y que indudablemente crear un software que contenga diálogos interactivos, realidad aumentada, ingeniería de tránsito, chips de seguridad de los niños, requieren de tecnología que no está al alcance de los mexicanos; situaciones que incluso presumo, que pueden ser del desconocimiento de la articulista Guadalupe Juárez.

SEXTA. Por lo que hace al hecho de que fui defensor del “Marinismo”, para mi todos los “ismos” son pendejismos; efectivamente en mi carácter de consejero jurídico y obligado por la Ley Orgánica de la Administración Pública del Estado en ese entonces vigente, estaba obligado a defender al Gobernador del Estado, tampoco es cierto que lo defendí por cohecho o abuso de autoridad, solamente lo representé ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante la investigación de violaciones graves a la Periodista Lydia Cacho, de quien siempre he reiterado mi admiración y respeto, pero la ley es la razón desprovista de sentimientos y de pasión; no se me puede acusar de haber efectuado mis tareas eficientemente. SÉPTIMA. Por lo que hace al hecho de que “La Nueva Aldea” sea un proyecto que se ha mejorado, es algo de lo que no tengo conocimiento, pues como ya lo he dicho ese parque no es mío, yo sólo tengo derecho sobre la marca, tampoco es cierto que se pretendan obtener cinco millones de pesos, el dinero no es una cuestión que importe en lo que es “el proyecto de mi vida” –como lo llaman- que es efectivamente eso, “mi vida”.

Por último, analizando el texto, su redacción, la ortografía, las taras, el uso de los pronombres incorrectos, me permiten pensar que es la misma persona que ha estado engañando a articulistas de diferentes medios, con el único objetivo de atacarme, en lo que ciertamente tengo la culpa, es de haber invitado a trabajar a Puebla a una persona que se decía escritor, cuya homosexualidad reprimida, su frustración y envidia y su carácter trepador han derivado en estas acciones de engaño hacia los propios periodistas; abusando, por supuesto, de su buena fe.

A él, lo único que puedo decirle es que “Hay simples trepadores que caen en el pecado de la barata retórica: el lenguaje loresco –refiriéndonos al de los loros-, la repetición más que la reiteración y más de palabras que de ideas; la insistencia en conceptos expresados por otros y tomados como simples recetas; esgrimir razones sin razón; decir palabras sin sentido; la demagogia de pintar todo de color de rosa o de exagerar los males, claro, antes de asumir responsabilidades, para culpar a los anteriores; asustar innecesariamente en busca de un aplauso; alabar y echar incienso. En este camino la legua indisciplinada acaba por imponerse, por situarse encima de la mano que puede construir. Con el decir se quiere suplir el hacer, con el mal discurrir, la acción”

El origen del problema es que queriendo ser escritor, sólo alcanzó a editar algunas revistas y en cuanto me pidió la oportunidad de conocer a Savater y al conocerlo, me di cuenta que aunque tengas lentes y te pongas barbas, no por eso te conviertes en Savater. Me despido con una frase “Cuanto bien le habré hecho que con tanto mal me está pagando”.

Ricardo Velázquez Cruz

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