Bitácora
Por Pascal Beltrán del Río
Los normalistas que intentaron incendiar la gasolinera Eva de Chilpancingo, el 12 de diciembre de 2011, ¿habrán sabido lo que podían ocasionar?
De haber volado la estación de servicio, el estallido habría alcanzado a decenas de vehículos atrapados por el bloqueo que los normalistas hacían en la Autopista del Sol a la altura de la capital guerrerense.
Seguramente habrían muerto o resultado heridas centenares de personas. Quizá incluso los normalistas que participaban en el bloqueo.
Si usted no sabe cómo explota un depósito de combustible, le recomiendo ver el video en YouTube del accidente ocurrido en la zona industrial de Tianjin, China, en agosto de 2015, donde el incendio nocturno que comenzó en el puerto alcanzó otras instalaciones.
Una de ellas fue un depósito de gasolina, que explotó como una bomba y provocó un pequeño sismo.
Por usar un ejemplo más preciso, en junio de 2015 se incendió y voló una gasolinera en Acra, la capital de Ghana. Los hechos ocurrieron cuando un autobús se quemó en la terminal vecina y las llamas alcanzaron la estación, ubicada sobre una concurrida avenida.
De acuerdo con medios internacionales, la explosión provocó un centenar de muertos.
Incendiar una gasolinera es, pues, una pésima idea. Si los normalistas que trataron de hacerlo sabían lo que podía pasar, no hay que darle vueltas: son unos criminales.
Es decir, no es que los “criminalicen” quienes proponen que se otorgue la medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Miguel Rivas Cámara, ingeniero en sistemas, quien se encontraba trabajando en la gasolinera y fue el que apagó el incendio antes de sufrir quemaduras que le producirían la muerte.
No son quienes han hecho esa propuesta los que “criminalizan” a los normalistas, como alega el abogado Vidulfo Rosales –representante de los familiares de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos– sino ellos mismos, los que decidieron hacer esa peligrosa “acción de protesta”.
Cabe la posibilidad, claro de que quienes trataron de quemar la gasolinera no hayan sido los normalistas que bloqueaban la carretera (lo cual dudo, sinceramente, pues hay videos que los evidencian) y que quienes realizaron ese acto, fueran quienes fueran, no hayan sabido que podrían matar o herir a muchas personas.
En ese último caso, tendríamos que decirles irresponsables, inconscientes o, simplemente, estúpidos.
Desde luego, un estúpido no es un criminal, pero ninguna de las posibilidades anteriores –acto criminal o inconsciente– quita el acto de heroísmo de Gonzalo.
A diferencia del resto de los trabajadores de la gasolinera, Rivas Cámara no salió corriendo y fue a atender la situación. Pudo haber pensado sólo en ponerse a salvo, pero no lo hizo.
Por tanto, no sé por qué Rosales se opone a reconocer a una persona que ofrendó su vida y, al hacerlo, dejó una viuda y dos hijas huérfanas.
La oposición a premiar a Gonzalo es un reconocimiento de culpa, del daño que ha hecho su movimiento a otras personas en aras de defender privilegios como plazas automáticas.
No sólo eso: resulta de una enorme mezquindad pretender desvirtuar el acto de heroísmo realizado por Rivas como lo ha hecho Rosales.
Decir que él realmente no evitó la explosión de la gasolinera es un intento de empañar su imagen y lastimar a su familia, a la que, de por sí, el gobierno estatal le ha escatimado el reconocimiento debido e incluso la indemnización prometida.
Más aún: demandar que se le niegue la medalla es ser malagradecido con quien salvó a los propios normalistas de lo que pudo haber sido su muerte.
El Senado de la República puede borrar esa infamia otorgando a Rivas la Belisario Domínguez. Debe hacerlo.