Todo lo que necesitaron los hermanos Leonardo, Edmundo y Mauricio fue usar palabras para convencer, y después defraudar, a miles de familias poblanas de confiar en ellos
Por Mario Galeana
Los hermanos Tiro Moranchel construyeron un imperio a velocidad meteórica y sólo necesitaron de un arma: la boca.
Leonardo, el líder de los hermanos implicados en uno de los fraudes más grandes en todo el país, era capaz de idear en los ojos de otros los castillos más artificiosos, los negocios más grandes. Todo, al final, fue mentira.
Quienes tuvieron acceso al perfil psicológico que las autoridades penitenciarias delinearon a lo largo de entrevistas con él tras su detención, en mayo de 2009, aseguran que Leonardo es el ejemplo perfecto de un manipulador.
“Su perfil psicológico podría quedar en los anales de la historia para entender la mentalidad del defraudador, del manipulador”, asegura un defensor legal.
Edmundo y Mauricio no eran distintos. Los tres hermanos Tiro Moranchel eran hábiles negociadores y su poder de palabra, de empatía ficticia, anulaba cualquier clase de desconfianza en su contra.
Muy joven, indican las investigaciones policiales, Leonardo tuvo frente a sí el negocio que le cambiaría la vida: una millonaria cantidad de recursos llegó a sus manos con la única condición de que, en años posteriores, debería devolver hasta el último peso otorgado.
Leonardo, astuto, invirtió el dinero en la creación de lo que más tarde se convertiría en Grupo SITMA e Invergroup. Y el resto es historia: más de 22 mil familias poblanas fueron defraudadas por alrededor de dos mil 858 millones 597 mil 231 pesos.
Pero el fraude no podría entenderse sin la incapacidad de autoridades de los gobiernos federal y estatal de Felipe Calderón Hinojosa y Mario Marín Torres.


El poder de los hermanos
En pocos años, los hermanos Tiro Moranchel coleccionaron cuanto quisieron: inmensas residencias, edificios empresariales, autos de lujo y, con ello, vino también la conquista del poder.
Políticos buscaban con fruición compartir el pan con ellos y, gracias al uso de figuras de televisión, los Tiro Moranchel coleccionaron también la confianza de la gente. Un analista de TV Azteca, Erick Guerrero Rosas, era el rostro oficial de Invergroup, y las sedes de ambas empresas fungieron como improvisados sets de televisión en varias transmisiones.
Finalmente, las tasas de interés ofertadas por las inmobiliarias, así como su repentina aparición en decenas de municipios en el país, hicieron del emporio creado por los Tiro Moranchel un sólido castillo.
Todo cambió, sin embargo, cuando en junio de 2009 la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) alertó a los clientes que las empresas no poseían un solo permiso para administrar ahorros ni realizar operaciones financieras.
Y los hermanos Tiro Moranchel, de pronto, quedaron ahogados en cascadas de denuncias, como los ahorradores rodeados de cheques sin fondo.
El poder que para entonces habían coleccionado, sin embargo, detuvo su caída y, aún ahora, nadie explica por qué la Procuraduría General de la República (PGR) no atrajo la investigación en su contra.
“De pronto, a todos los Ministerios Públicos se les dio la orden de procesar las denuncias únicamente como delitos por fraude, y no como asociación delictiva, cuando claramente lo eran: cada hermano tenía una función en específico y ya contaban con un equipo de operación”, revela una fuente anónima.
La impunidad
Las fuentes consultadas aseguran que los rumores son ciertos: que el marinismo encontró en la interminable lista de posesiones de los Tiro Moranchel un tesoro sin comparación, como el mismo Leonardo aseguró a distintas cadenas radiofónicas mientras se encontraba prófugo.
Quizá por ello, ahondan, a algunas familias defraudadas se les intentó resacir el daño patrimonial con la entrega de inmuebles donde sólo levantar una columna es imposible. ¿Dónde y a cuánto asciende la riqueza de los Tiro Moranchel? Pocos lo saben.
Aún en la cárcel, Leonardo y Edmundo hicieron de cada celda sus oficinas desde donde ofrecían nuevos terrenos en venta y, a la par, negociaban con otros defraudados su posible perdón.
La muerte por cáncer que sufrió Mauricio, en junio de 2014, supondría que fue el único hermano que alcanzó la impunidad. Pero no. Seis años han pasado desde la detención de Edmundo y Leonardo, pero sólo este último ha recibido su primera sentencia: 10 años.
