24 Horas España

Por Alberto Pelaéz / @alberto_pelaez

Bueno… Y ahora qué. Ya han conseguido que el populista Donald Trump sea el nuevo presidente de la nación más poderosa del mundo. Y digo que lo han conseguido porque sí hay unos responsables; o más bien unos irresponsables que, con sus actitudes, le han abierto las puertas a Trump. Una parte de la clase política global tiene una parte importante de responsabilidad.

Durante muchos años, la ecuación del neoliberalismo y la democracia se han ido manoseando, a tal punto que ambos conceptos han sido prostituidos.

Amparándose en la Democracia y en la Libertad –auténticos valores sagrados que muchos desconocen su valor real– comenzó la impunidad, la cultura del pelotazo, el enriquecimiento rápido por la amistades, la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, el sistema que protege a las élites políticas para olvidarse de la ciudadanía. Y, a todo esto, la ciudadanía aguantó y aguantó mientras veía cómo se desgastaba y las “élites” crecían.

En Europa, nuestros dirigentes han seguido por ese camino. En España se llegó a tener más de seis millones de desempleados y 13 millones de pobres. Pero mientras la mayoría de los españoles sufrían día a día, buscaban trabajo sin encontrarlo o ganaban una miseria, los casos de corrupción irrumpían por una parte no menor de la clase política. Sin embargo, no había ningún castigo para ellos. El estoicismo está llegando a límites que parecían ilimitados.

Algo muy parecido ha ocurrido y ocurre en muchos países de Europa. Sin embargo, los políticos se aferran a seguir ocupando sus puestos sin mirar la realidad de la ciudadanía y ¡Claro! Todo tiene un límite. Han sido muchos años de promesas incumplidas, de blindajes irrompibles, de manipulaciones rebuscadas, de desaires altivos; han sido muchos años de utilizar la democracia para su uso personal.

Desde hace tiempo ha habido avisos. Primero en América Latina con la Venezuela bolivariana, la Bolivia de Evo o la Nicaragua de Ortega –quien, por cierto ha vuelto a ganar–. Otros más siguieron en la estela del populismo que hoy recorre el continente empezando por el propio Estados Unidos.

En Europa hubo también un aviso cuando ganó la extrema izquierda demagógica de Syriza en Grecia, aunque posteriormente su presidente Tsipras tuvo que modificar gran parte de su discurso.

Trump ha abierto la caja de los truenos. A principios de diciembre hay elecciones en Austria. El candidato de la extrema derecha tiene muchas posibilidades de ganar y más ahora que Trump es el nuevo presidente de los Estados Unidos. Lo mismo puede ocurrir en Francia el próximo mes de abril y en Alemania en septiembre. De hecho Ángela Merkel y su partido acaban de obtener un varapalo en Berlín el pasado mes de septiembre con un ascenso de la ultra derecha. ¿Les suena de algo?

Holanda, Bélgica, Dinamarca o Hungría se encuentran en situaciones análogas.

La victoria de Donald Trump es el comienzo de los estertores de un modelo político que la red ha hecho global.

Asistimos a los premios de un nuevo modelo. Pero de ninguna manera éste puede pasar por los populismos tan rancios como los que hemos vivido hasta ahora.

Como escribí en el anterior artículo, querido lector, mucho van a tener que cambiar las cosas para que el príncipe quiera besar a la princesa y así el cuento acabe bien.

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