Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio
Los mexicanos irán a las urnas en año y medio para elegir al próximo Presidente de la República.
A juzgar por las declaraciones cruzadas de los distintos aspirantes que ya pueblan el escenario político, esa contienda será duramente disputada.
Y si bien muchos de los electores ya saben por quién votarán en 2018, otros se decidirán en función de lo que hagan y digan los candidatos… pero, sobre todo, en función de lo que lean y escuchen sobre ellos.
Los medios de comunicación tradicionales han jugado un papel importante en la formación de la opinión pública que luego se expresa en las urnas. Sin embargo, en esta ocasión no estarán solos en esa labor.
Hay un número creciente de mexicanos que recurre a sitios informativos nacidos en internet. Y la mayoría llega a esos sitios y sus noticias a través de Facebook.
México es el sexto mercado mundial para esa red social, con unos 60 millones de usuarios. En los últimos dos años se abrieron 500 mil nuevas cuentas cada mes. En 2012, año de la más reciente elección presidencial, había 25 millones de cuentas.
Igual que ocurre en otras partes del mundo, Facebook es la ventana por la cual millones de mexicanos se asoman para enterarse de los temas de interés público y para opinar sobre ellos.
El problema es que, en su paso por esa red social, la información muchas veces se desprende de su fuente original e interactúa y se confunde con historias falsas disfrazadas de noticia.
En la reciente elección presidencial estadunidense, las noticias inventadas sobre los candidatos tuvieron más resonancia que las reales.
Una investigación del sitio informativo BuzzFeed encontró que las 20 notas falsas más viralizadas de la red fueron compartidas 8.7 millones de veces, en tanto que las 20 notas reales más populares generaron 7.3 millones de shares.
En una crónica realizada por el diario Boston Globe en Virginia del Oeste, varios electores entrevistados declararon que votarían contra Hillary Clinton porque el gobierno de Barack Obama había ordenado la importación de 30 mil guillotinas para ejecutar a los opositores. Ésa fue una de tantas notas falsas que circularon por internet.
Ayer le contaba cómo una noticia inventada sobre el supuesto castigo que recibió la niña Andrea Lomelí por haber corregido la dicción del secretario Aurelio Nuño se viralizó al punto de que el funcionario debió apersonarse en la escuela de la menor para probar que no había rencor contra ella.
La versión en video de la nota inventada había sido reproducida 455 mil veces en un canal de YouTube, mientras que el desmentido de Nuño a dicha versión, sólo 17 mil veces.
Es muy difícil para la información real competir con la información falsa, sobre todo cuando la polarización política ha llevado a los simpatizantes de partidos y candidatos a rechazar cualquier dato que no concuerde con su punto de vista.
Esa confrontación es aprovechada por sitios web sin escrúpulos que difunden información falsa para conseguir clics que les generen dinero.
Dichos sitios se han especializado en crear ficción que parezca creíble para que incautos internautas compartan sus notas y les generen tráfico que se traduce en ganancias.
“Facebook se ha convertido en una alcantarilla de desinformación”, escribió hace unos días Joshua Benton, director del Laboratorio de Periodismo de la Fundación Nieman, un proyecto de la Universidad de Harvard.
“Parte de esa desinformación tiene propósitos ideológicos, pero la mayoría es generada por la estructura de incentivos que Facebook ha creado: las falsedades, cuando se conectan con las preconcepciones o con el sentido de identidad de los usuarios de esa red, se expanden como un incendio”.
¿Cuántas historias inventadas aparecerán en internet en la próxima campaña electoral y serán viralizadas a través de Facebook y otras redes sociales?
¿Qué tendrán que hacer los medios de comunicación tradicionales para que su información –que es más cara de producir que las noticias falsas– prevalezca en la discusión pública sobre los candidatos y sus acciones de proselitismo?
Los periodistas y los ciudadanos en general tenemos interés en que la contienda electoral de 2018 se desarrolle en torno de temas reales y serios, y no cuentos superfluos y falsos.
No vaya a ser que el próximo Presidente de la República deba su triunfo a los cuentos que su equipo haya podido sembrar en la opinión pública.