Garganta Profunda

Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva

 

Aunque los necesita para 2018, su relación había sido de desdén y desa-tención con sus correligionarios. Muchos de ellos, incluso, reniegan con beligerancia de él, se avergüenzan de su gobierno y evitan siquiera nombrarlo en actos oficiales y sus campañas políticas, por su baja popularidad. Enrique Peña Nieto intentó cambiar esa percepción y realidad, el pasado domingo, en el VI Consejo Político Nacional del PRI.

El presidente de México regresó a la sede de su partido, al añejo edificio de Insurgentes Norte, para dictar línea, con matices casi románticos.

En contraste con la frialdad de la “sana distancia” de otros tiempos, el mexiquense volvió a “su casa”, para declarar su amor a su partido.

“No sólo quiero a mi partido, lo amo entrañablemente, porque estoy convencido que es el mejor partido de México.

“Siéntanse orgullosos de ser parte del PRI y siéntanse orgullosos porque hay razones para ello”, dijo ante militantes de todo el país y ante decenas de esperanzados poblanos, quienes llegaron en varios camiones y autos particulares a la Ciudad de México.

Ellos, los priistas poblanos, en sus sueños más positivos creen en la posibilidad de que, ahora sí, Peña Nieto los apoyará para recuperar la plaza en 2018.

Son ellos, los mismos que quedaron otra vez lejos del escenario, tanto que no pudieron tomarse la tradicional foto.

La porra y la matraca es lo suyo.

Aquellos que, como es costumbre, miraron desde gayola cómo el “primer priista del país” tomó protesta a los 695 –de 731– integrantes del nuevo Consejo Político Nacional que llegaron a la cita.

De ese órgano partidista, apenas 16 poblanos forman parte como propietarios.

El número dice mucho.

El tamaño sí importa.

Peña Nieto regresó al PRI en la misma fecha en que hace cinco años rindió protesta como candidato y a seis de que se casó con la actriz Angélica Rivera.

Posiblemente de ahí la referencia romántica y novelera.

Pareciera que busca retomar el control de su sucesión presidencial.

Perfiló también las directrices para 2017, sobre todo en el proceso de elección del gobernador del Estado de México, entidad con la Lista Nominal más grande del país, que el próximo año coincide con las de Coahuila y Nayarit.

El Presidente de la República, en los hechos y con las palabras, ha menospreciado y fallado en varios grados a los priistas.

Ha controlado y decidido candidaturas fallidas, como la de Blanca Alcalá en Puebla.

Se ha equivocado y mucho.

Por eso les pidió salir a las calles y dejar la comodidad del escritorio.

Ayudarlo.

Por eso dejó algunas frases, como intento de autocrítica: “La elección del 2016 nos ha dado una gran lección, pero, al mismo tiempo, nos abre una enorme oportunidad.

“Nos recuerda que nuestros gobiernos deben dar resultados concretos y positivos… que debemos ser íntegros en el ejercicio del gobierno y de la representación popular”.

En el que fue prácticamente su último discurso en la sede del PRI antes de los procesos electorales de 2017, llamó a la unidad como estrategia.

El combate a la corrupción como bandera.

El rechazo a las “promociones anticipadas“.

Se hizo acompañar, inéditamente, de algunos de los secretarios de Estado que están ahora en el nuevo consejo.

Entre otros, Miguel Ángel Osorio Chong, de Gobernación; José Narro, de Salud; Gerardo Ruiz Esparza, de Comunicaciones, y el ex titular de Hacienda, el todavía muy influyente Luis Videgaray, entre otros.

Hoy, que muchos priistas se avergüenzan de su administración y hasta lo esconden, Peña Nieto lanzó el clamor de ayuda, el grito de solidaridad y la promesa de ir a la batalla en la misma trinchera.

Intentó subsanar las heridas y corregir algo de su decaída relación con el priísmo.

Si lo logró, solamente los próximos comicios nos darán la respuesta.

La pregunta obligada, diga lo que diga Peña Nieto y sueñen lo que sueñen los tricolores poblanos, es: ¿Le interesa realmente recuperar Puebla en 2018?

 

Los consejeros poblanos

De acuerdo con los documentos a disposición, solamente 16 priistas figuran en la lista de los 731 integrantes del nuevo Consejo Político Nacional, como propietarios.

Otros 11 son suplentes.

Ese órgano aprobará los métodos de selección de candidatos para los procesos de 2017 y 2018, incluido el presidencial.Los elegidos fueron: Blanca Alcalá Ruiz, por el Organismo de Mujeres (OMPRI); Xitlalic Ceja García, por la Red de Jóvenes; Leobardo Soto Martínez, como propietario y su hijo como suplente, por la CTM; Maritza Marín Marcelo, por la CNC; Guillermo Deloya Cobián, por ser el presidente del Icadep; el presidente municipal de Huatlatlauca, Nicolás Tecuautzin Campos, por su responsabilidad como alcalde.

Asimismo, por su estatus de diputados locales van Silvia Tanús y Pablito Fernández del Campo, como propietarios, y en las suplencias Rosalío Zanatta y Sergio Salomón Céspedes, respectivamente.

Por ser diputados federales, en un “primer año rotativo”, fueron insaculados Lorenzo Rivera Sosa y Graciela Palomares; por ser dirigente partidista, Jorge Estefan Chidiac.

Por su sola característica de militantes, encabeza la lista Juan Carlos Lastiri Quirós, le siguen Rocío García Olmedo, Lorenzo Rivera Nava, Ana Isabel Allende Cano y al último, Javier López Zavala.

Ellos tienen como suplentes a Javier Cacique, Isabel Merlo, Ramón Fernández Solana, secretario particular del impresentable Mario Marín; Karina Romero Alcalá, hija de la ex candidata a la gubernatura, y José Luis García Parra, respectivamente.

Senadores, pero solamente suplentes: Ricardo Urzúa y Lucero Saldaña, así como Marisol Calva García, por el Movimiento PRI.MX.

El número tan raquítico tiene muchas explicaciones.

El desdén hacia Puebla debe ser la principal hipótesis, sin duda.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *