Garganta Profunda
Por Arturo Luna Silva / gar_pro@hotmail.com
En las últimas semanas, por decisión propia, Tony Gali Fayad se ha ausentado de por lo menos cuatro eventos de gran relevancia política y económica en el estado que gobernará a partir del próximo 1 de febrero: la inauguración de la planta de Audi en San José Chiapa, el corte de listón del segundo piso de la autopista México-Puebla, el arranque de operaciones del centro de espectáculos Acrópolis y las jornadas de la décima cuarta edición de México Cumbre de Negocios.
Detrás de esas ausencias –que los analistas han interpretado de múltiples maneras–, hay una poderosa razón: respeto, respeto total y absoluto al tiempo y al espacio del gobernador Rafael Moreno Valle, quien se encuentra ya en las últimas semanas de su administración.
En esa misma lógica va la determinación de posponer hasta después del 15 de enero de 2017 el anuncio de los integrantes de su gabinete –aunque este ya está definido en más del 70%, quedando sólo por resolver algunas secretarías, como la de Seguridad Pública, la más complicada y para la cual estaría perfilándose un alto mando de la Secretaría de Marina–.
Tony Gali ha sido –y ha sabido– ser prudente, un valor que lamentablemente se ha perdido en muchas facetas de la vida, incluida la política.
Cuidadoso al extremo de las formas y, por tanto, del fondo, el gobernador electo tiene claro que aún no llega su momento y que hoy el escenario le sigue perteneciendo a Moreno Valle, sobre todo en aquellos eventos donde se ha contado con la presencia del presidente Enrique Peña Nieto o de secretarios de Estado, como la inauguración del segundo piso y la Cumbre de Negocios.
El pasado sábado estuvo en Puebla el titular de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, quien participó en la novena edición de Ciudad de las Ideas. Al final hubo un recorrido y una comida privada en el Museo Internacional del Barroco –cuya génesis, por cierto, se le atribuye–, pero ahí tampoco estuvo Gali Fayad. El gobernador Moreno Valle encabezó la mesa junto con sus invitados, el príncipe Andrés, duque de York, y el empresario Ricardo Salinas Pliego, además del citado Meade, entre otros.
En estos momentos de transición, el ex alcalde de Puebla mide milimétricamente cada uno de sus pasos y de sus apariciones públicas, y cumple a cabalidad con el complicado ritual de la transferencia del poder.
Todo a su tiempo, todo en su momento.
Sin prisas ni descuidos ni exabruptos.
Recientemente viajó a Barcelona, España, de donde se trajo la Smart City Expo Latam Congress –de la que Puebla será nuevamente sede el año próximo–, y a su regreso volvió a concentrarse en lo suyo: los Foros Ciudadanos en los municipios para la conformación del Plan Estatal de Desarrollo, el seguimiento a temas de seguridad en zonas limítrofes del estado –con dedicatoria especial al medular asunto de los chupaductos–, la revisión de los perfiles de quienes integrarán su equipo de trabajo y el cronograma de sus primeros 100 días de gobierno.
Ajeno a grillas ajenas –tanto las baratas como las gratuitas–, atento observador de los adelantados hacia el 2018, con el registro puntual de las palabras y los gestos de los audaces que van de mesa en mesa afirmando que fungirán como el “gran contrapeso” (sic) de la nueva administración, Tony Gali sabe que la operación política al más alto nivel, esa que permitió lograr un presupuesto de 74 mil 720 millones de pesos para 2017 –cifra que supera por 3 mil 100 millones de pesos lo logrado en este 2016–, garantiza el cumplimiento de todas y cada una de sus promesas de campaña.
Por supuesto, no falta quien quiera “amarrar navajas” y verlo censurando o criticando algunas de las decisiones del gobernador Moreno Valle.
No entienden –que no entienden– que eso no sólo no va a pasar, sino que la mayoría de tales determinaciones ha sido acordada en beneficio, y en función, del grupo que todos los días trabaja con un objetivo general: Los Pinos.
A nadie le daría más gusto que a él que un poblano se colgara la banda presidencial.
Hoy, a poco más de dos meses de tomar posesión del cargo para el cual fue electo el pasado 5 de junio, mandan la discreción y sobre todo el escrupuloso cuidado de las formas y el fondo.
El respeto a la investidura y al espacio de quien será gobernador de Puebla hasta el último segundo del último minuto de su mandato constitucional.
No es momento de cortar listones, encabezar presídiums, atraer reflectores, ni de ejercer el poder a plenitud.
Es tiempo de la prudencia.
La prudencia de Tony Gali Fayad.