La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Perseveramos en las cosas malas.
Queremos ser los villanos de una película a la que llegamos como extras: por la puerta de atrás.
Creemos que sólo se conmueven los idiotas, los freaks, los desheredados de la tierra.
No nos damos el derecho de ser humildes, generosos, buenas personas.
Eso –razonamos– es de perdedores.
Fuimos educados en el verbo chingar.
A esa sombra nos acogemos.
No tenemos un espacio en el corazón para la solidaridad.
Faltaba más.
Ése es un tema también de quienes han perdido todo.
No tenemos compasión por nadie y por nada.
Somos –¡lo hemos logrado!– los más refinados hijos de puta.
Los más cabrones.
Los más desarraigados.
Nos creemos infalibles.
Invencibles.
Todopoderosos.
En esta época de Todos Santos y los Fieles Difuntos repetimos lo que nos enseñaron otros que como nosotros fuimos educados en el chinga a tu madre.
(Si a los seis años alguien nos hubiera abrazado y nos hubiera dicho “te quiero” no estaríamos así).
Escribo estas líneas mientras pienso en alguien a quien quiero mucho: alguien que vive momentos dolorosos en un estado, auténtico, de indefensión.
¿Qué somos nosotros frente al dolor ajeno?
Los auténticos chingones lloran ante el miedo a la debilidad.
Fuimos educados para no llorar.
Fuimos educados para no sentir.
Pobres maestros que tuvimos: nunca supieron interpretar la palabra desasosiego, la palabra incertidumbre, las palabras miedo, dolor, hipertensión.
Hoy no tengo ganas de escribir de los políticos.
Ellos siempre estarán en el rincón exacto: desde el que se mandan mensajes de pésame a bordo de un yate o un avión.
Hoy no tengo ganas de perseverar en la frialdad.
Alguien desde su cama de hospital me está enviando otro mensaje.
Este lunes por la tarde supe frente al espejo lo que es la palabra miedo, la palabra dolor, la palabra incertidumbre.
Me colapsé, lo acepto.
Nada supe de mí.
Fui un niño huérfano ante el desasosiego.
Alguien me está mandando estas palabras desde una cama de hospital.
Su nombre es lo de menos.
No importa el medio, el mensaje es lo que importa.
