En el marco del Día de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres, la alpinista compartió su experiencias con las asistentes

 

Por Humberto Pérez Rodríguez 

Con el mensaje del incesante ascenso a la cima de los sueños, las metas personales y profesionales, la alpinista mexicana Karla Wheelock, la primera latinoamericana en lograr la cima del Monte Everest, impartió una conferencia en el Teatro de la Ciudad.

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la montañista nacida en Saltillo, Coahuila, recordó los momentos que marcaron su carrera como deportista, que tradujo en experiencias para compartirlas con las asistentes.

Organizada por las legisladoras Genoveva Huerta y Mónica Rodríguez, con la colaboración del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (CEAMEG) de la Cámara de Diputados, en la plática Wheelock Aguayo relató a detalle sus primeros ascensos en México, en el volcán Popocatépetl y el Pico de Orizaba; así como el del Aconcagua, en Argentina, y en el Monte Everest en el Himalaya.

 

 Impartió conferencia en el Teatro de la Ciudad. / JOSÉ CASTAÑARES
Impartió conferencia en el Teatro de la Ciudad. / JOSÉ CASTAÑARES

Vivencias y reconocimiento

“Todos, de una u otra forma somos exploradores. Desde que nacemos, el mundo se vuelve una aventura”, fueron las palabras con las cuales Karla Wheelock abrió la ponencia en el Teatro de la Ciudad.

A través de una serie de relatos sobre sus ascensos que convirtió en metáforas, la mexicana llevó a las (y los) asistentes a un intenso viaje de superación personal, de repensar y replantear sobre el trabajo en equipo, de definir el liderazgo.

El ingresar a un grupo de scouts en su natal Saltillo la llevó a asumir el primer reto que le dejó varias enseñanzas. Una de las actividades programadas era subir un cerro cercano a la capital coahuilense.

Karla creció. También los retos.

En una visita a Puebla descubrió la magnitud del volcán Popocatépetl, la segunda montaña más alta de México, después del Pico de Orizaba, y decidió escalarlo.

Karla explicó que al llegar a la cima poco importaba si uno es hombre o mujer, “alto o bajito, gordo o flaco, lo que importa es la capacidad de dar el paso, porque quien quiera llegar lejos tendrá que hacerlo por su propio pie”.

“Fallar es un lujo que no te puedes dar, fallar no es una opción, planear es pensar por anticipado y lo tienes que hacer en todo”, esa había sido la lección luego de escuchar que dos alpinistas coreanos habían perdido la vida.

“En la cima del Aconcagua entendí que la gente normal puede hacer cosas extraordinarias, fuera de lo común, que con pequeños pasos puedes conseguir metas. Quise compartirlo con niñas y me dediqué a hacer campamentos para ellas”, relató.

En un campamento con niñas que subieron un cerro en Saltillo surgió el reto de subir la elevación más alta del mundo: el monte Everest.

“Una niña me preguntó cuál era la montaña más alta de todo el mundo, contesté que el Everest. Cuando llegamos a la cima levantó la mano y dijo: ‘Esto es como el Everest’. Yo le dije: ‘La verdad no sé, nunca he subido el Everest’; puso una cara de ‘¿Qué? ¿No has ido al Everest? Entonces, ¿por qué vienes y me dices cosas grandes si tú ni la has subido?’, yo contesté que porque no tenía dinero”, narró. A los tres días, la menor de siete años tenía una solución para que Karla hiciera el viaje al Himalaya: darle sus “domingos”.

“Somos el resultado de la confianza y la paciencia que han depositado las demás personas en nosotros. Una nueva lección. Cuando Sofi me dijo que me daba sus ahorros dije: ‘Sí, quiero ir al Everest’, y así fue”, recordó.

Después de cinco años de buscar patrocinios y no desistir, consiguió el apoyo de cinco empresas. Pagó el derecho de participar en una expedición militar de origen británico en 1998 y la expedición en el Everest duró dos meses.

El ascenso a la cumbre fracasó por una sencilla razón. Uno de los alpinistas olvidó llevar los materiales necesarios para subir y bajar el último pico.

“Me sentía frustrada, molesta, culpaba a mi compañero por eso. Al final entendí que yo tuve que haberle preguntado en qué le ayudaba, si necesitaba algo. Siempre hay un equipo y se trabaja en equipo”, explicó.

Al año siguiente, Karla regresó y el 27 de mayo de 1999 escaló el Everest por la ruta norte. Se convirtió en la primera mujer latinoamericana en subir a la cima.

“No vine a reclutar montañistas porque ahorita como está el Popo no se va dejar. Lo que quiero decirles es que cada quien tiene su montaña, les pido que sueñen con grandes montañas y que cuando alcancen la cumbre tengan con quien compartirlo.

“Tu actitud determina tu altitud, es lo que se dice en el mundo del alpinismo y se aplica en todos los órdenes de la vida”, concluyó.

La ovación coronó su charla.

En el evento estuvieron la secretaria general del Comité Directivo Estatal del PAN, Martha Erika Alonso Hidalgo, quien recibió un presente de Karla Wheelock; así como de las diputadas locales Patricia Leal, Rocío Aguilar y Evelia Rodríguez, y la regidora Silvia Argüello de Julián; además de Adriana Gabriela Ceballos y Blanca Judith Díaz, titular y directora de Estudios Sociales del Ceameg, respectivamente.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *