Bitácora

Por Pascal Beltrán del Río

A buena parte de la izquierda mexicana le cuesta trabajo salirse de su cajón de razonamiento para analizar la realidad y actuar sobre ella.

Sigue apegada a viejas ideas redistributivas del ingreso que han probado su ineficacia en muchos países del mundo, incluyendo el nuestro.

Tomemos el caso de la Ciudad de México. Aquí la izquierda –o el PRD, para ser más específicos– ha gobernado por casi dos décadas. ¿Y qué ha pasado con la pobreza en la capital del país? Según dio a conocer el Coneval a mediados del año pasado, 28.4% de los habitantes de esta urbe sigue siendo pobre.

En esa ocasión, el PRD y el gobierno celebraron que el Coneval diera a conocer que la población en carencia haya disminuido en 0.5 puntos porcentuales entre 2012 y 2014, pero no queda claro si eso se debió a la aplicación de programas sociales o a la disminución de la población ocurrida ante el encarecimiento de la vivienda.

Durante el mismo lapso, y según la misma fuente, el porcentaje de pobres en el estado de Querétaro disminuyó 2.7 puntos (de 36.9% a 34.2%). Y si ampliamos el plazo analizado, de 2010 a 2014, Querétaro redujo la pobreza 7.2 puntos, mientras que la Ciudad de México lo hizo en apenas 0.1 puntos porcentuales.

Yo no sé si la izquierda mexicana no tiene la capacidad de pensar en formas distintas de reducir la brecha entre quienes tienen y quienes no.

Quizá sí sepa que regalar dinero no es una solución para disminuir la pobreza, pero ha llegado a la conclusión de que es la mejor forma de mantener cautiva a su clientela electoral.

Durante el mismo tiempo que el PRD ha gobernado a la capital del país, Querétaro ha tenido tres alternancias en la gubernatura.

Y durante ese tiempo, ha tenido un crecimiento superior al del resto del país, incluyendo, por supuesto, la capital.

Entre 2004 y 2013, el PIB queretano se incrementó a una tasa de 5.5 puntos, la mayor alza en el país. En cambio el crecimiento económico de la Ciudad de México en los años de gobiernos perredistas ha sido de la mitad del promedio nacional: 1.7% contra 3.2% entre 2000 y 2006.

Ante estadísticas como ésas, sucesivos gobiernos capitalinos han magnificado sus logros y han buscado culpables para justificar sus fracasos. El principal de ellos ha sido el gobierno federal.

Es cierto que en estas casi dos décadas, el jefe de Gobierno ha tenido que convivir con un Presidente de la República surgido de otro partido.

Sin embargo, eso también le ha sucedido al gobernador en turno de Querétaro durante siete de los últimos 19 años.

Año tras año, el jefe de Gobierno capitalino y los diputados federales del PRD han batallado para que aumente o al menos no disminuya la cantidad de recursos que la Federación entrega a la Ciudad de México.

En el Presupuesto de Egresos del próximo año, la capital sufrió, como todas las entidades y la enorme mayoría de las dependencias federales, una merma en su erario.

La solución que parece haberse encontrado en la capital está inspirada en ese mismo pensamiento redistributivo: la “captación de plusvalías”.

Si su casa en la Ciudad de México aumenta de valor, estimado lector, no vaya usted a creer que es por factores económicos, porque la zona se puso de moda o porque usted y sus vecinos han hecho un esfuerzo por mantener en buenas condiciones la cuadra y sus viviendas.

La izquierda perredista de la Ciudad de México ya decidió que eso sólo tiene que ver con las “acciones urbanísticas” y que cualquier plusvalía es parte de la “riqueza pública de la ciudad”.

Como tal, la izquierda capitalina tratará de quitársela a usted mediante un impuesto o algún otro artilugio y dedicarla, supuestamente,  a “sufragar equitativamente los costos del desarrollo urbano”.

Lo que se intentó plasmar sin éxito en la Constitución local –un plan que fue abortado por la protesta en redes sociales– entró como bola baja en la nueva Ley de Vivienda.

El perredismo capitalino quiere que creamos que el gobierno local –que, igual que sus antecesores, no ha podido con la pobreza y ni siquiera ha logrado resolver la carencia de agua potable en zonas de Iztapalapa– va a usar esa plusvalía robada a los capitalinos para equilibrar el desarrollo del entorno urbano.

Son soluciones sacadas del cajón del estatismo ramplón. Es sovietismo tardío. Así no se combate la pobreza, sino atrayendo inversión y generando empleo bien remunerado.

 

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