Bitácora

Por Pascal Beltrán del Río

Quien piense que el país no requiere de una ley de seguridad interior sólo tiene que asomarse a lo que pasa en el municipio de San Miguel Totolapan, Guerrero.

En dicha demarcación –cuya accidentada geografía comprende tanto parte del Filo Mayor de la Sierra Madre del Sur como parte de la Tierra Caliente–, la gente se hartó de la violencia de la banda de Los Tequileros.

Dicho grupo delictivo es comandado por Raybel Jacobo de Almonte, un exlugarteniente del jefe de La Familia Michoacana en la región, Johnny Hurtado Olascoaga, alias El Pez, cuya muerte ha sido un rumor en Guerrero desde la primavera pasada.

Luego de que El Tequilero rompió lanzas con éste, el secuestro se desató en San Miguel Totolapan, Arcelia, Ajuchitlán y otros municipios de la zona.

Como la organización de El Pez controla las rutas del narcotráfico por donde baja de la montaña el producto de la amapola, El Tequilero se especializa en sembrar terror para cosechar dinero.

Ha sido tanta la saña de esta gavilla que los habitantes de Arcelia colgaron mantas en las que pedían auxilio a El Pez para liberarlos de El Tequilero.

La grupo de Raybel Jacobo ha privado de la libertad lo mismo al director de una escuela, que a un dirigente municipal del PRI, y que al párroco de la comunidad. A los tres, por cierto, los asesinó.

Hartos de los secuestros, extorsiones y homicidios de Los Tequileros, ahora los pobladores se han armado, declarándose en rebeldía contra las autoridades, que no han logrado detener al líder criminal.

Se dicen dispuestos a defenderse de sus incursiones, en las que, a veces, grupos completos de personas han sido levantados para luego exigir rescate.

Pero fue el secuestro del ingeniero Isauro de Paz Duque, un personaje muy querido en Totolapan, lo que impulsó a los habitantes a realizar acciones aún más temerarias.

A principios de esta semana, al estilo de El Tequilero, habitantes de Totolapan tomaron como rehenes a veinte personas del municipio, entre ellas a la mamá de Raybel, y exigieron la devolución de De Paz Duque. Es decir, un canje de prisioneros.

La esposa de éste incluso grabó un video dirigido a El Tequilero, que ayer fue tema de primera plana de nuestro diario, en el que de plano retaba al líder criminal: “Así como me entregue a mi esposo, así yo le entregaré a su mamá”.

Todo esto pasa mientras algunos comentócratas se desgarran las vestiduras porque los militares dizque quieren que el Congreso les dé licencia para matar. Claro, eso lo afirman desde la comodidad de los cafés en la Ciudad de México, no desde la Sierra de Guerrero, que, de seguro, ni conocen.

No es eso lo que se pretende con la ley de seguridad interior sino establecer con claridad las condiciones y los plazos para que soldados y marinos sigan haciendo un trabajo que ellos no pidieron realizar, pero que nadie más quiere o puede.

Es más, le puedo informar que los secretarios de la Defensa, general Salvador Cienfuegos, y de la Marina, almirante Vidal Francisco Soberón, se reunieron con el presidente de la Cámara de Diputados, el panista Javier Bolaños, para decir que ellos no quieren una ley sacada al vapor, en periodo extraordinario, y que durante la discusión parlamentaria se toque también el tema del fortalecimiento de las corporaciones policiacas.

Es obvio que ninguno de los dos jefes militares quiere que sus elementos sigan en una lucha para la cual, ya lo dijo Cienfuegos, no están preparados porque no es su función.

Le puedo adelantar, pues, que no habrá periodo extraordinario. En enero se llevarán a cabo los foros de consulta y el debate en el Congreso se dará a partir de febrero, cuando comience el periodo ordinario de sesiones.

Pero, de que es urgente, lo es.

 

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