Disiento

Por Pedro Gutiérrez/@pedropanista

¿En qué se parecen el Consejo de Estado cubano y el INE (Instituto Nacional Electoral) en México? Las decisiones del INE bien podrían constituirse como sendos homenajes al régimen castrista. Me explico:

El Consejo de Estado en Cuba es el órgano del poder público encargado de convocar y organizar las elecciones en el país caribeño; desde el triunfo de la revolución allá por 1959, los procesos electorales y la democracia en Cuba son una quimera: el Partido comunista cubano es el dueño y amo de todos los espacios políticos de la isla, desde el más humilde concejal en un pueblo cualquiera, hasta los poderosos ministros que fungen como cómplices del régimen dictatorial castrista.

Por su parte, el INE en México es el organismo constitucional autónomo encargado de organizar las elecciones en nuestro país. Desde 1996 los procesos electorales se organizan por ciudadanos: imposible olvidar aquel IFE ciudadano encabezado por José Woldenberg y que fue pieza fundamental para la transición democrática en nuestro país. Los años han transcurrido y el organismo responsable de la democracia electoral en México se ha desvirtuado, dándose un tiro de gracia con la reciente transformación al hoy denominado INE, ente que no sólo organiza  las elecciones nacionales  sino que –en una fórmula profundamente anti federalista-, también interviene en los procesos electorales locales.

En Cuba no hay libertad  política y mucho menos libertad de pensamiento y expresión, pero es normal: se trata de una dictadura que incluso muchos pseudo intelectuales orgánicos de la izquierda mundial aplauden. Digamos que a nadie extraña el sometimiento totalitario cubano, y hasta se presume que los supuestos logros en ciertas áreas como la deportiva o de salud en Cuba se hayan logrado gracias al régimen de terror en donde nadie, ni por asomo, puede criticar a la gerontocracia gobernante.

En México gozamos de todas las libertades a partir de los derechos humanos consagrados en la Constitución, entre otras, la libertad de expresión y manifestación de las ideas. No fue fácil llegar a este estadio de cosas: por décadas, el PRI-gobierno controló a la opinión pública desde un férreo sistema autoritario, hasta que el sistema político colapsó y se liberalizó para dar pie a la incipiente democracia que hoy vivimos.

Los mexicanos no podemos permitir que un puñado de notables iluminados pretendan cercenar de un solo tajo la libertad que con tanto esfuerzo –a veces hasta sangre, como en 1968- hemos alcanzado. Es el caso del INE actual, ese que debería erigirse como estandarte de la democracia y las libertades pero que de un tiempo para acá se ha exhibido como un órgano más parecido al Consejo de Estado cubano: acecha para coartar cualquier movimiento de aquel o aquellos que considera peligrosos para los intereses de vaya usted a saber quiénes.

Al INE de hoy algunos le ven la cara, como Anaya y López Obrador, y otros son víctimas de sus perversas y autoritarias determinaciones, como Moreno Valle, entre otros. Aquellos burlan la ley para abonar en el camino de sus arrogantes pretensiones presidenciales; en cambio, los que amparados en la ley fundamental profieren libremente expresiones y aspiraciones políticas, sea anatema para ellos, juzga el INE.  Peor que en la Santa Inquisición de la época del célebre Torquemada, o en la Cuba del déspota Fidel Castro, el INE ha asumido un papel que debería avergonzarle por el simple hecho de negar el derecho fundamental más preciado de una democracia: la libertad. Ahora resulta que una pléyade de individuos pertenecientes a un organismo público van a ordenar  a los ciudadanos en torno a qué pueden decir y qué no pueden expresar, so pena de castigo y casi excomunión.

El propio Fidel Castro, hoy seguramente radicado en alguna parte del laberinto infernal dantesco, se ruborizaría ante las extravagancias del INE. Ya no hay diferencias entre la Cuba castrista y el sistema electoral mexicano enarbolado por el INE: conviene quedarse callado antes de que sobrevenga el escarnio público. Ya decíamos que esto no lo podemos permitir, y hace bien el gobernador Rafael Moreno Valle y todos aquellos que han sido socavados en sus derechos por el mentado organismo electoral, en acudir a otras instancias nacionales e internacionales para garantizar el pleno ejercicio de nuestras libertades.

Urge regresar al esquema institucional electoral de finales de los 90´s y al IFE auténticamente ciudadano, sin verdaderos desconocidos que quieren llamar la atención con aberrantes determinaciones que son inadmisibles para una democracia. También apremia cambiar el asfixiante modelo de comunicación política, para evitar que ciertos dirigentes de partido se agandallen los spots publicitarios que son tiempos del Estado mexicano. Todo esto urge, sin dilación, a menos que como los consejeros actuales del INE, queramos parecernos más y más a la Cuba despótica que conocemos.

 

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *