A la directora de Periódico Central  se le despidió tal como vivió: con alegría y desenfado, pues ella lo quiso así, confió Arturo Rueda, su esposo y director de Diario Cambio, en el sepelio de la reportera

 

Por Ignacio Juárez Galindo y Guadalupe Juárez 

Su carta de presentación lo decía todo: “reportera y (quesque) directora de Central con aspiraciones de periodista cortesana… Miau… Ah y tutora de Dios en el Poder”.

Su pluma irreverente, su estilo desenfadado, sus locuras fueron recordadas y acompañadas de aplausos, pero también de lágrimas y risas.

Selene Ríos Andraca, en otro tiempo autodenominada Flor de Calabaza, personaje creado a partir de una historia de la niñez en su natal Chilpancingo, fue homenajeada y acompañada en medio de un desbordamiento de muestras de cariño y amistad de familiares, compañeros del gremio periodístico, políticos (muchos de ellos víctimas de su pluma), empresarios y muchos fans despistados.

En el último adiós también estaba incluido el mezcal y los mariachis.

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No son más de las ocho de la noche y su jardín ya está repleto de gente. Pareciera más una fiesta que un funeral.

“Ella así lo quería”, relata su esposo, Arturo Rueda, director general de Diario Cambio, mientras da la bienvenida a los asistentes.

“Ella era una buena anfitriona”, dice.

En sus labios no hay duda.

Trae a los presentes el recuerdo de la forma de ser desenfadada de su pareja.

“Por eso todo está montado para que no pareciera un funeral”, confía.

Y así fue.

De no ser por las coronas funerarias, el llanto de varios asistentes, el féretro y la ropa negra, la casa que daba alojo a todos los amigos y familiares parecía una reunión social.

Carteles con los mejores textos de la pluma irreverente adornaban las paredes.

El fondo del patio lucía lleno de flores e imágenes de la reportera.

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Durante todo el día desfilaron por los pasillos políticos como Roberto Rivero Trewartha, ex secretario de Salud y de Finanzas; el auditor David Villanueva Lomelí; la coordinadora de la bancada priista en el Congreso local, Silvia Tanús Osorio; el diputado del Verde Juan Carlos Natale López; el regidor priista Iván Galindo Castillejos; los consejeros del Instituto Electoral del Estado, Federico González Magaña y Miguel David Jiménez López.

Pero también reporteros de todos los medios: Milenio, Cambio, Síntesis, La Jornada de Oriente, 24 Horas Puebla.

Amigos. Muchos amigos. Desde Edmundo Velázquez y Yonadab Cabrera, hasta Viridiana Lozano –también compañeros fundadores de Periódico Central– e incluso el personal del portal de noticias que dirigía.

Y familiares. Muchos familiares.

“Tenía hartos, hartos”, confía Zeus Munive, uno de los amigos más cercanos de la directora de Periódico Central.

Son las 13:00 horas y Zeus asegura que entre los planes está una noche acompañada de mezcal y los sonidos de las trompetas, el tololoche, los violines y las guitarras.

“Ella así lo quería”, afirma.

Genio y figura.

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Si algo caracterizaba a Selene era el ansia por ganar un espacio en la variopinta y extraña raza de los reporteros poblanos.

Primero descubrió que reportear era una ardua tarea.

Luego halló el amor por la palabra.

En el inter, sus jefes se arrancaban el pelo y hacían corajes por su caótica forma de reportear.

Testigos mudos son las paredes de e-consulta y Cambio.

Una cosa llevó a la otra.

Su personalidad y la pasión por el periodismo le abrieron las puertas.

“Me llevo bien con muchos funcionarios, pero ellos saben que si tengo información de ellos, la voy a publicar. Si se equivocan, lo que yo les puedo ofrecer es su derecho de réplica, pero van a salir las pruebas, y si los tengo que destruir, lo voy a hacer”, aseguró por allí de 2009 en una especie de confesionario en la sección En Esto Creo.

La suerte estaba echada y la periodista estaba más viva que nunca.

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La noche cae en la casa marcada con el 1829 de la colonia Anzures.

El lugar está a reventar.

Las palabras primero son condolencias para los deudos, sus padres, su esposo y su segunda familia, conformada por sus compañeros y amigos.

Pero los discursos no tardan en convertirse en risas, carcajadas, aplausos y anécdotas.

“Irreverente, como su periódico”, narra su padre, quien se quiebra ante el recuerdo de aquella joven que le pidió estudiar en la UPAEP porque ahí había más niveles de inglés.

“Mi hermana”, agrega Edmundo Velázquez y cuenta entre sollozos cómo su mejor amiga lo acompañó en la muerte de su madre.

“Mi mamá”, comparte su sobrina, a quien Selene le dijo en alguna ocasión que ella era su hija.

Las flores que acompañaban el logo de su columna son las mismas que una vez hicieron en paint, confiesa, entre otras experiencias que vivió al lado de su tía.

“La que me volvía loco”, asegura Zeus Munive.

Selene, la que siempre preguntaba y cuestionaba todo a su alrededor.

Selene, a la que le gustaba cocinar y su jardín con flores.

Selene, que de su primer sueldo compró una botella de tequila.

Selene, que no se dejaba de nadie.

Selene, que decidió emprender un proyecto a pesar de los obstáculos.

Selene que todo lo decidía, que prefirió Puebla para quedarse por siempre.

Selene la que tuvo que poner de su dinero para mantener a flote su empresa.

Selene, la fan de Julio Scherer.

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“Mucha gente me dice: ‘tú te vales madre y te vale madre todo’ y hasta cierto punto hay cosas que yo sé que no me van a pasar, por ejemplo, sé que no me van a matar. Tal vez estoy equivocada y un día de estos me agarran y me parten el hocico…pero, hay riesgos que vale la pena correr por el periodismo”.

Y sí, a Selene le valían madre muchas cosas, menos sus amigos, la familia, el amor y mucho menos el periodismo.

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