Por Guadalupe Juárez 

La gente en la capital del estado no olvida su rostro. Tampoco la familiaridad con la que pueden llamarlo. “Tony, una foto”, “Tony, un abrazo”.

Los más mesurados recuerdan su próxima envestidura y corrigen, “Ton… Señor gobernador”.

Él sonríe, se toma su tiempo para saludar a quien se lo solicita. Ya no son campañas ni época de pedir votos, pero él sonríe, posa para las selfies, devuelve abrazos, envía besos y regala guiños. Se encuentra a unos pasos de lo que será su hogar, aquel lugar que ocupará el 31 enero.

Fotos Ciudanos en Puebla capital

Hace seis meses exactamente, Antonio Gali Fayad ganaba en las urnas la minigubernatura del estado. La noche de ese 5 de junio en el hotel Intercontinental alzaba los brazos y prometía trabajar desde el primer día de su gobierno. No habría descanso, decía, ante los escasos 22 meses de trabajo que tendría.

A dos meses de tomar posesión del cargo, aquel personaje que arriesgó dejar la alcaldía para aventurarse a un proceso electoral, hoy se planta ante más de mil personas en el Centro Expositor para terminar uno de sus compromisos de campaña: la elaboración del plan de desarrollo estatal a través de foros ciudadanos llevados a cabo en las siete regiones económicas del estado.

Su tono de voz  y discurso son cálidos, pero también predecibles. Ya son seis meses desde que ganó en aquella ocasión por sufragios, y aún no ocupa Casa Puebla, es −afirma− la transición más larga del país.

Pero el entusiasmo sobresale. Cada vez la palabra “gobernador” se apropia de su forma de hablar y de dirigirse a los demás. Ahora está rodeado de rostros que lo han acompañado en su gestión como alcalde  y aunque no confirma ningún nombre de aquellos que lo flanquearán en su miniguberntura, los mantiene cerca, muy cerca.

Entonces al hablar de educación se dirige a Mario Riestra Piña, pero antes de que los periodistas que se encuentran cerca hagan conclusiones, menciona a la esposa del secretario del Ayuntamiento, Patricia Vázquez del Mercado. Los mensajes son confusos, provoca que unos cuantos frunzan el ceño.

A Javier Albizuri lo mira fijamente cuando habla de infraestructura. “Háganme la buena”, dice éste más tarde a un reportero, tampoco sabe si formará parte del gabinete estatal.

Mario Rincón también se encuentra cerca, da un breve resumen de las conclusiones de los foros, pero no es suficiente para saber si continuará al lado del próximo mandatario.

Tony, una foto”, “Tony, un abrazo”, “Ton.. señor gobernador”, “Ton…gobernador electo”

La gente en la capital poblana no olvida su rostro.

Tampoco la familiaridad con la que pueden llamarlo.

 

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