No sólo hubo diversas irregularidades administrativas en su periodo, una vez que dejó la rectoría, Enrique Cárdenas buscó desestabilizar a sus sucesores

Staff 24 horas Puebla

La administración de Enrique Cárdenas Sánchez, ahora economista del ITAM, no sólo dejó dudas en su gestión sobre los recursos económicos de la Universidad de las Américas Puebla (Udlap), también arrastró a una crisis interna que terminó con protestas del alumnado, limpieza de directivos y la poca credibilidad de los universitarios a los próximos rectores.

De hecho, el rectorado de Nora Lustig fue marcado por la intervención constante de Enrique Cárdenas. En febrero de 2003, un año después de las denuncias y de la presentación de la auditoría, Rodolfo Budib Name −quien se desempeñaba como presidente del Consejo Universitario− acompañado del ex rector, le fue exigida su renuncia al ser acusado por la Fundación Jenkins de un “intento de golpe de estado” en contra de ella.

Cárdenas Sánchez también renunció como académico y argumentó que Lustig ponía en riesgo la “viabilidad financiera” de la institución. Su señalamiento causó más roces.

Lustig, sin dudarlo, inició un ataque frontal contra quien fuera su antecesor, al acusarlo de querer volver a la Rectoría y por ello “comenzó a usar puras mentiras en su contra”.

“No tomaba en cuenta lo que pasaba en la universidad y cometió gravísimos errores. En poquitos días hizo un daño terrible a la universidad”, declaró la entonces rectora.

La ex funcionaria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se refería a los cientos de emails que Cárdenas Sánchez envió a directivos y estudiantes en los que señalaba presuntas irregularidades y vaticinaba una crisis mayor con “posibles problemas a futuro” para la comunidad universitaria.

Budib Name no renunció al Consejo Universitario a pesar de estar ligado con los correos. En su lugar, Cárdenas decidió abandonar su puesto como catedrático de la Facultad de Economía. Pero su estancia en una de las universidades más importantes de Latinoamérica había dejado una mancha imborrable.

Corría junio de 2005. La demanda de becas para estudiar en la Udlap continuaba y las medidas para subsanar las pérdidas económicas por presunta malversación de fondos y desvío y mal uso de recursos de directivos y profesores en la gestión de Cárdenas Sánchez, causaron que el malestar de los alumnos creciera.

Su enojo se reflejaba en el rechazo de cada acción que proponía Lustig. A finales de junio, la rectora presentó su renuncia por “motivos personales” en medio de trascendidos de que su salida de la Udlap se debió a los constantes choques con personal afín al ex rector  Cárdenas.

Pedro Ángel Palou García tomó las riendas de la Udlap el 3 de julio de 2005. La historia no fue distinta. Las mismas voces ligadas al ex rector se encargaron de nublar cualquier estrategia bajo la crítica de despidos injustificados de personal.

Administración negativa

De 1995 a 2001, según informes de una auditoría, la Udlap había detectado diversas irregularidades que significaron una pérdida para la universidad de 9.5 millones de pesos. En este periodo, Cárdenas fue el rector.

Se detectó que el ex director de Ingeniería y Servicios, Alexander Rubli, era dueño de una de las proveedoras de la universidad, además de utilizar infraestructura tecnológica y personal de la institución para brindar conexión a internet a sus clientes.

También descubrieron que el jefe de Ingeniería y Servicios utilizaba refacciones y tiempo laboral en reparar equipos de terceros; por ello cobraba y facturaba con una empresa a nombre de su esposa, así como faltante de dinero en el área de auditoría, venta de becas deportivas y la instalación de un sistema antiincendios que no funcionaba.

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