Cada 17 de enero en el templo de San Antonio Abad cientos de  feligreses llevan a sus mascotas ante la efigie del patrón de los animales; las más comunes, perros, gatos, loros y conejos

 

Por Serafín Castro 

Un día antes Kika, Cuqui, Gacela y Coco, cuatro perritas de diferentes razas, recibieron un baño; su pelo, al igual que otras veces, fue cuidadosamente cepillado, lo mismo pasó con sus dientes.

El paseo nocturno se canceló y fueron llevadas a sus camas desde muy temprano. Les esperaba, al día siguiente, un recorrido especial.

Desde hace seis años Marisol Ramos acude a la iglesia de San Antonio Abad, ubicada en el barrio del mismo nombre –al norte de la ciudad–, para llevar a sus mascotas para que reciban la bendición del santo.

Kika es la más grande y fue con la que Marisol inició la tradición de acudir cada 17 de enero al templo; luego se sumó Gacela, una perrita que Marisol encontró en la calle agonizando, luego que un vehículo la atropellara.

“Tenía fractura de cadera, la llevé al veterinario y la operaron; ahorita ya está bien”, relata su dueña.

Otras tres, Cuqui, Coco y Matuta, también fueron rescatadas por Marisol en distintas ocasiones. Aunque la última de ellas se pierde el privilegio de asistir a la misa de la bendición por “traviesa”.

“Tengo otra, se llama Matuta, pero ella se queda en casa porque es muy traviesa y no puedo cargarla fácilmente, mucho menos con las otras cuatro”, agrega Marisol Ramos.

Marisol es de esas personas que, en lugar de tener hijos, prefiere adoptar animales que le acompañen. Ahora tiene cinco y no descarta la posibilidad de sumar un par más de animales, si los encuentra “desamparados” en alguna calle de la capital poblana.

“Cuatro de los cinco que tengo son adoptados, los encontré abandonados y los rescaté. Gasto mucho en ellos, no tengo esposo ni hijos pero me gusta mucho cuidar a los animales, son muy lindos”, exclama mientras pide que le tomen una fotografía con las cuatro cachorras junto a la imagen de san Antonio Abad.

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“Es para no perder la costumbre, tengo fotografías de todos los años que he venido”, relata.

Así como Kika, Cuqui, Gacela y Coco, hay cientos de animales que son llevados por sus dueños para ser bendecidos cada 17 de enero.

Este día los fieles acuden con sus mascotas a las múltiples misas que se realizan en honor al santo patrono. Otros, que prefieren ahorrarse el tiempo de la misa, acuden sólo al atrio de la iglesia, donde el sacerdote bendice los animales.

“Es sólo para ellos, ¿eh? A ustedes les toca en otra ocasión”, dice el cura encargado del templo, Alejandro Cabrera Pérez, mientras rocía el agua bendita.

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Por las filas del templo pasa una enorme variedad de animales. Desde los más comunes como perros, gatos, loros y conejos, hasta los más extraños como serpientes, hurones, tarántulas y lagartijas.

“Hay también quienes traen a sus burros y chivas, aunque hasta ahorita (mediodía de ayer) no han venido todavía”, indica el párroco.

Los que más abundan en el templo son los perros. Los hay de diferentes razas, nombres y tamaños, como si fueran a un concurso canino.

“¿La razón?”, comenta el encargado del templo, “san Antonio Abad era una persona que vivía en Egipto y entregó todos sus bienes a los pobres para irse a vivir en el desierto; en su soledad se rodeó de animales, por los que pedía y cuidaba siempre. Por eso san Antonio es el patrono de todos los animales”.

Hay quien llevó hasta al canario
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