La Loca de la Familia

Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia

 

Que la vida iba enserio, decían.

Y el muro…también.

Lo que sorprende (y no) es la falta de reacción de Peña Nieto.

¿Qué pasó por su mente la mañana de ayer, cuando Trump lanzó el tuit donde le advertía que si no iba a cooperar con el muro, mejor ni fuera a la cita pactada en Washington?

¿Temor, ansiedad, asco, nada?

La reacción del presidente fue retardada, y aunque es verdad que terminó por rechazar la invitación, tuvieron que pasar minutos valiosos (tan valiosos como para convertirse, una vez más en la burla mundial).

¿Qué esperaríamos los mexicanos de nuestro presidente?

Por lo menos que sus respuestas fueran igual de lapidarias que las de Trump.

Pues, nos guste o no, Trump está cumpliendo con las promesas que le hizo a su pueblo…cosa que nunca ha sucedido de este lado de la línea.

¿Y qué podríamos hacer para retardar la hecatombe?

¿Dejar de comprar cafés en Starbucks? No es tan viable, ya que esta cadena emplea a muchos mexicanos y está concesionada a un mexicano que a su vez mueve las franquicias con otros mexicanos.

¿No comprar vehículos Ford? ¿Y qué culpa tienen, por ejemplo, los Rivera, concesionarios mexicanos de toda la vida que viven de esa marca?

¿Y qué tal tirar nuestros iPhones a la basura como protesta?

Dudo mucho que hasta el más indignado tire un aparato de ese costo y lo cambie por un Samsung que se quema a la menor provocación.

¿Decirle no a las hamburguesas y sí a las garnachas?

Eso depende de cada quién. Hay personas que no soportan el nauseabundo olor de un McDonalds.

¿Qué nos queda de construirse el muro?

El muro está erguido desde hace muchos años e incluso nosotros ayudamos a construirlo. El muro ideológico que nos ha llevado a la falta de identidad, a querer copiar a los gringos, a seguir al pie de la letra lo que marca su establishment.

Lo que nos queda es trabajar. Recibir a los que regresen de Estados Unidos sin discriminarlos. Porque hubo un día en que todos ellos, lo migrantes, tuvieron que irse por falta de oportunidades. ¿Y qué hacíamos con ellos mientras vivían acá, en la ignominia? De haraganes y vagos no los bajábamos, pero eso sí, ahora que el gran tirano amenaza con devolverlos, nos indignamos y hasta los llamamos “hermanos”.

¡Congruencia!

Es el único antídoto contra el veneno de la serpiente anaranjada que vive en la Casa Blanca.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *