La capital poblana fue el escenario donde se registraron actos vandálicos contra cadenas comerciales motivados por el gasolinazo; el pánico se alimentó con rumores a través de las redes sociales
Por Mario Galeana, Guadalupe Juárez y Serafín Castro
Chats de WhatsApp, grupos de Facebook y medios de comunicación fueron asidero de psicosis generalizada por la ejecución de saqueos en la capital del estado, como supuesta medida de protesta al gasolinazo.
La mañana de ayer los teléfonos celulares de miles de personas timbraron al recibir dos mensajes: eran un par de convocatorias para saquear las sucursales de la cadena Bodega Aurrerá que se ubican en la avenida Las Torres.
Los mensajes, retomados por medios electrónicos desde las 11:00 horas, alcanzaron un nivel de convocatoria masivo.
Y la pólvora regada en chats y medios explotó: 12 saqueos, 16 intentos de vandalismo y robo, dos mil comercios del Centro Histórico y 12 plazas cerradas, 50 personas detenidas y mil 200 policías en vigilia por toda la capital.
Fue, sin duda, un hecho inédito que tuvo como antesala una ola de saqueos registrada en la Ciudad y el Estado de México. En la capital de Puebla, como en aquellas entidades, la psicosis llegó por WhatsApp y Facebook.
“Se convoca a todos los ciudadanos de Puebla al saqueo del jueves 5 de enero en Aurrera de la 11 Sur y Las Torres. Ya basta de tanto abuso. Estas empresas son de los grandes monopolios. No se afecta al pueblo. ¡Ya despierta Puebla!” (sic).
Y Puebla despertó, aunque la pesadilla apenas iniciaba. En San Martín Texmelucan, la voz anónima de un hombre contenida en un mensaje convocaba a la población del municipio a vaciar la sucursal de un Chedraui en una plaza comercial.
Presurosos, los empleados sellaron las puertas con tarimas y carritos de supermercado, al tiempo que la Policía Municipal desplegaba un dispositivo de seguridad en la zona. En tanto, el alcalde Rafael Núñez aseguraba en un video que se trataba de alertas falsas, con lo que solicitaba a los habitantes mantener la calma.
A 35 kilómetros de distancia, en la capital del estado, la imagen de los trabajadores blindando los principales acceso de la tienda Chedraui era replicada una y otra vez en Twitter y Facebook e imitada en Soriana Capu y la tienda La Parisina, en la colonia Xonaca, en donde los principales acceso fueron reforzados con tarimas y carritos de autoservicio. La entrada, incluso, se hizo por goteo.
Los anuncios de saqueos en la capital tampoco cesaban.
A las 16:05 horas todo estalló. Marina, una trabajadora de la sucursal Bodega Aurrerá que se ubica entre la 11 Sur y Las Torres, es precisa sobre la hora: “cinco minutos después de las cuatro entraron todos. Eran como 30 chavos que venían encapuchados, golpeando con palos”.
Marina aseguró que el pánico fue tan grande que madres de familia dejaron a sus hijos sentados en los carritos del supermercado mientras huían. El saqueo duró alrededor de 20 minutos, hasta que los guardias de seguridad privada, envalentonados por la llegada de una docena de patrullas policiacas, bajaron las cortinas metálicas y sellaron el lugar.
Dentro, saqueadores, clientes y empleados quedaron encerrados. Y las sirenas recorrían el sur de la ciudad sin tregua. A un kilómetro, empleados de Coppel y Soriana, en Plaza Torrecillas, bajaban las persianas. La alerta era clara: “¡Vienen las ratas!”
Balas y saqueos
“¡No te pares! ¡No te pares! ¡No te pares!”. La gente grita. En las ventanas se escurre una multitud de cuerpos con capuchas, luces de sirena y el sol de las 6 de la tarde. Al fondo, un Chedraui. Los pasajeros que viajan en el Metrobús de la Línea 2 sacan sus teléfonos y graban, pero el grito desesperado no cesa: “¡No te pares! ¡No te pares! ¡No te pares!”
El chofer hace caso. No se detiene. Y la parada sólo llega hasta que la plaza comercial de la 11 Sur y el Periférico Ecológico lucen muy lejos, aunque el miedo viaja en el vagón de la RUTA hasta su última estación.
Un par de horas después, el estacionamiento de la Plaza Centro-Sur se llenaría de gases lacrimógenos y sonidos de bala. El saqueo de comercios fue inhibido porque alrededor de 50 policías estatales, municipales y ministeriales –que después se redujeron a 20 por la ola de saqueos que continuarían a lo largo de la tarde– hicieron guardia en el lugar.
“Cómanse un gansito pa’l susto”, le decía una policía a su compañera, mientras por la radio de los ministeriales sonaba la alerta de un posible saqueo al norte, en un Coppel ubicado cerca de la Central de Autobuses de Puebla (Capu).
Cuando la noche acaecía, el grupo de saqueadores regresó a Plaza Centro Sur para hacer frente a los uniformados. Al menos cinco ladrillos cayeron cerca de los cuerpos policiacos, hasta que una nube de gas lacrimógeno y un par de posibles detonaciones al aire cesaron todo ruido.
El silencio apenas fue interrumpido por la gente que corría de la zona, despavorida. En su camino, alertaban a quienes se dirigían hacia la plaza comercial. Decían: “¡No vayas, están disparando! ¡No vayas! ¡No vayas y no te pares! ¡No te pares!”

Un rumor provocó el caos en las calles del Centro
“¡Dispararon, dispararon, están robando un local!”, gritaba un grupo de personas mientras corrían en la zona de comercios jugueteros repletos de gente que hacía sus compras en el Centro Histórico.
El pánico se apoderaba de todos. Los transeúntes no escucharon la detonación, jamás supieron en qué comercio o en qué calle había sucedido, pero ante un posible riesgo corrieron sin dirección mientras los comerciantes bajaban las cortinas de sus locales.
Empleados de cafeterías, jugueterías, tiendas de ropa y de tecnología permanecían dentro de los dos mil establecimientos cerrados por temor a ser víctimas de robos. Los rumores de los actos de rapiña e intentos de saqueos seguían en las redes.
Cuentas en Twitter y Facebook posteaban en ese momento que los robos se habían salido de control: “ya están en el Centro, ya vienen, ya vienen”. Pero nadie registró imágenes de algún grupo de ladrones como en otros puntos de la ciudad.
Los videos, que servían como supuesta fuente de información, afirmaban en su descripción que había robos en los comercios y en las calles, aunque no se observara a las personas que aparecían en ellos llevarse productos de las tiendas.
Y sin distingo, reportes falsos se mezclaban con amenazas reales en las timeline de los internautas.
Enrique Vargas Medina, presidente de la Red Mexicana de Franquicias, inició una serie de llamadas para advertir a sus asociados sobre la situación que prevalecía en la capital poblana, ante lo cual cientos de ellos prefirieron cerrar. Otros, en cambio, optaron por arriesgarse y mantener abiertos sus negocios.
Miembros del Consejo Coordinador Empresarial de Puebla (CCE) condenaron los hechos y lamentaron las pérdidas que sufrieron los empresarios que cerraron sus negocios, pues al tratarse de las vísperas del Día de Reyes la mayoría incrementan sus ventas hasta en 100%, informaron.

Los otros desmanes
Ni las advertencias ni los cierres de los comercios evitaron los intentos de saqueo. En Bodega Aurrerá ubicada en el Camino a Tlaltepango, en un video compartido en cuentas de reportes ciudadanos, un grupo de personas utilizó un camión para derribar una de las cortinas y entrar a la tienda de autoservicio para sacar productos, aunque las sirenas de la policía inhibieron a los ladrones.
Los Oxxo también sufrieron robos. Uno de ellos, confirmado, se ubica en la colonia Bosques de Amalucan, entre la calle Xonaca y Veracruz.
El transporte público de la ciudad también se sumó a las precauciones. Los camiones que recorren el Centro Histórico de la capital dejaron de circular y “abandonaron” a cientos de personas que salían de sus trabajos.
Esto provocó que el servicio de Uber colapsara y se elevara la tarifa dinámica. Usuarios reportaron que el costo de los viajes incrementó hasta tres veces más del precio normal, y que el servicio de taxis se viera saturado ante la demanda por parte de los ciudadanos que vivían el pánico provocado en las distintas plazas y centros comerciales de Puebla.
El mercado Morelos, al noreste de la ciudad, también sufrió un intento de saqueo, según narraron locatarios. Los comerciantes impidieron la entrada tanto de grupos de ladrones, como de las autoridades. Reportes similares, sin confirmar, mencionaron intentos de vandalismo en el Mercado Hidalgo y “Jorge Murad”, conocido como La Fayuca.
La histeria llevó a compartir rumores en redes sociales sobre presuntas balaceras en más puntos de la capital poblana. Bosques de San Sebastián y la 11 Sur fueron las zonas en los que coincidían testigos, pero ninguna fue confirmada.
Eso no impidió que, cual dominó, una a una de las plazas comerciales de la zona conurbada cerraran sus puertas. Plaza Dorada, en el centro, fue la primera. Y siguieron Crystal, Galerías Serdán, San Diego, La Noria, San Pedro, Loreto, Cruz del Sur.
Por la noche, el rumor de nuevos saqueos fue menguando, con la advertencia, sin embargo, de que continuarían el día de hoy. Mil 200 policías fueron desplegados a lo largo de la ciudad de Puebla, como el pánico tras la jornada de robos.
Y la víspera de Reyes sólo quedó alumbrada por las sirenas policiacas.

