Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio
Estados Unidos quiere cambiar una política que data del periodo presidencial de George W. Bush y que continuó durante el de Barack Obama: deportar vía aérea a inmigrantes indocumentados no mexicanos.
En 2006, la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) inauguró su brazo de traslado aéreo de inmigrantes detenidos, formalmente llamado Unidad de Operaciones Aéreas, pero mejor conocido como ICE Air.
Con vuelos desde Kansas City, esta aerolínea de viajes sin retorno envió a 76 mil inmigrantes no mexicanos, principalmente centroamericanos, a sus países de origen en 2008. Sin embargo, el número de deportados por esa vía escaló rápidamente y llegó a superar los 300 mil en un solo año.
ICE Air también se hizo cargo de transportar a personas indocumentadas de todas las nacionalidades desde los lugares donde eran aseguradas hacia diversos centros de detención para inmigrantes en territorio estadunidense, para luego concentrarlas en Kansas City y otras ciudades desde donde serían deportadas por avión fletado.
También comenzó a encargarse del traslado de inmigrantes mexicanos deportados hacia ciudades al sur de la frontera. En uno de esos vuelos, que aún operan, viajaron las personas indocumentadas que fueron recibidas por el presidente Enrique Peña Nieto en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México el pasado 7 de febrero.
Durante 2015 –cuando ICE Air ya había movido la mayoría de sus operaciones a Mesa, Arizona–, la aerolínea deportó a 235 mil inmigrantes, a un costo total para el gobierno estadunidense de 116 millones de dólares, es decir, 494 dólares por persona en promedio.
En algunos años fiscales, ese costo llegó a ser de casi 700 dólares por persona, lo que provocó que la operación fuese cuestionada en Estados Unidos por opinadores y medios de orientación conservadora.
También recibió la crítica de sectores liberales, que denunciaron que a los migrantes centroamericanos se les enviara a sus países de origen cuando habían huido de ellos por las amenazas que sufrieron por parte de pandillas criminales.
Ahora, el gobierno de Donald Trump parece querer parar las operaciones de ICE Air, y mandar a las personas sujetas a deportación al otro lado de la frontera por la que entraron en Estados Unidos.
“El personal de Protección Fronteriza (CBP) e Inmigración y Aduanas (ICE) deberá, en tanto sea razonablemente práctico, devolver a los extranjeros que estén en procesos de remoción al territorio de los países contiguos de donde hayan llegado”, instruyó a esas agencias John F. Kelly, titular del Departamento de Seguridad Interna (DHS), mediante memorándum.
Con esa orden de Kelly –quien, por cierto, se encuentra de visita en México–, podrían llegar a su fin las operaciones de ICE Air, al menos en lo que tiene que ver con sus vuelos hacia Centro y Sudamérica.
Es evidente que la mayoría de los centroamericanos y muchos sudamericanos que llegan a Estados Unidos sin papeles lo hace atravesando territorio mexicano, por lo que México sería, en ese caso, el “país contiguo”.
De acuerdo con cifras oficiales del DHS, entre 2010 y 2014, Estados Unidos deportó a 478 mil centroamericanos a sus países de origen. Tan sólo ese último año, expulsó a 54 mil guatemaltecos, 40 mil hondureños y 26 mil salvadoreños.
De ese tamaño es el universo de migrantes del llamado Triángulo Norte del istmo centroamericano que, ahora, el gobierno de Trump quiere poner del otro lado de la frontera, en territorio mexicano.
Ayer, el canciller Luis Videgaray, tras reunirse con diputados federales, dijo que México haría valer su soberanía y no aceptaría que Estados Unidos le entregue migrantes que no sean mexicanos.
Sin duda, los memorándum de Kelley –que tiene un conjunto de medidas draconianas en materia migratoria—son una muestra de la dureza con la que Trump pretende negociar con el vecino del sur.
Pero se trata, asimismo, de un movimiento de piezas al que el gobierno de Peña Nieto debe responder con cuidado e inteligencia, porque lo que busca, en el fondo, es exhibir a México como doble cara en la materia: pedir un trato para sus connacionales que no está dispuesto a dar a otros.
