Por: Guadalupe Juárez

Desde hace 11 años sus destinos dependen el uno del otro.
Antonio Gali Fayad había decidido desde hace mucho ser servidor público, pero el reencuentro con Rafael Moreno Valle cambió definitivamente los sueños y anhelos que pudo haberse propuesto conseguir.
“Lo conozco desde hace muchos años por las familias; mis papás y sus tíos son muy amigos de siempre; pero el reencuentro con Rafael Moreno Valle, el reencuentro con el funcionario fue en el (año) 99, cuando estaba en la transición de haber creado la Condusef (...) Ahí nos reencontramos, ahí platicamos de funcionario a funcionario”, relata en una de las tantas entrevistas que otorgó al ganar la alcaldía.
Pero la estrategia y la consolidación de una era nació un verano del año 2006, en la arena, bajo los rayos del sol de alguna playa en Acapulco.

Ahí, en un reencuentro de dos familias, cuyos padres y abuelos eran amigos, se cocinó el futuro de Puebla por seis años; que ahora, con Tony Gali, será de un año con 10 meses.
Moreno Valle –presidente de una comisión en el Congreso del estado– después de abandonar al PRI, vacacionaba junto a su esposa Martha Erika Alonso y se encontró con Tony y su esposa Dinorah López, narra el director de 24 Horas Puebla, Mario AlbertoMejía,en La Quinta Columna.
Entre horas de plática, Moreno Valle le confió a Gali que Acción Nacional le había propuesto ser candidato a una senaduría y lo invitó a su proyecto. Aceptó.
La victoria de ese escaño los llevó a una apuesta más grande: la gubernatura de Puebla.
Corría el año 2010. Las encuestas, tan confiables como uno quisiera, daban la victoria al priismo encabezado por Javier López Zavala; los resultados, no.
En febrero de 2011 el morenovallismo surgió devorando todo a su paso. Poco quedaba del tricolor, de ese que controló el poder durante varias décadas en Puebla, y Gali Fayad siempre estuvo presente, siempre estuvo ahí, codo a codo con el gobernador Moreno Valle.
En sus manos tenía la dependencia que marcaría el sexenio, la de Infraestructura. Los puentes y proyectos de relaminación con concreto hidráulico comenzaron a convertirse en la marca de la gestión.

No había acto de inauguración o colocación de primeras piedras en las que José Antonio Gali Fayad no acompañara a su amigo. En 2012, apostaron a un proyecto más: la alcaldía de Puebla, la cual estaba en manos del PAN.
Tony Gali inundó la ciudad con sus espectaculares. Sus mítines no eran de crítica, eran de canto, de carisma, algo poco característico para un político. Debido a eso se ganó la simpatía de la gente, después el Palacio de Charlie Hall.
Desde ese momento no hubo evento o proyecto que no estuviera coordinado en los dos órdenes de gobierno. Antonio Gali, Tony, gobernaba la capital poblana con su estilo y Rafael Moreno Valle apuntaba hacia otro proyecto, uno donde el ex secretario de Infraestructura del gobierno estatal también sería una pieza fundamental.
Un 19 de febrero, el de 2016, dejó la alcaldía en medio de la nostalgia, pero con la vista puesta en un mejor futuro. Iniciaba una guerra, la de mantener vivo un legado y el anhelo de una silla más alta.
Y sí, sus destinos una vez mas estaban en el mismo camino.
Gali logró la minigubernatura. Su triunfo se convirtió en oxígeno y en la línea de inicio de una carrera más larga para su antecesor.
Hoy, desde sus trincheras, construyen algo más.


