La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

El PRI en Puebla se encuentra en una paradoja:

Para sobrevivir a la elección de 2018 requiere de la ayuda del gobernador Tony Gali Fayad.

Y es que es el único que puede darle el oxígeno que necesita.

La aparición de López Obrador en Puebla trajo un impulso renovado a Morena.

El inminente éxodo de un buen número de priistas a las filas de ese partido fracturará aún más a lo que queda del PRI.

¿Quién meterá las manos por el ex partidazo?

Muy pocos.

En Los Pinos las prioridades son otras.

De entrada: el Estado de México y la alianza PRI-PAN.

Todo, faltaba menos, como en los viejos tiempos.

Puebla no existe en el mapa de riesgos del PRI nacional.

(No hay el menor interés por salvar a los priistas poblanos).

Pero para que Morena no se quede con la gubernatura se requiere a un PRI que pueda dar la batalla.

El PRI de hoy terminaría en el tercer lugar en las condiciones en las que se halla:

Con López Zavala a punto de irse.

Con liderazgos regionales yéndose con el ex candidato a la gubernatura.

Con el Club de la Pipitilla de Alejandro Armenta.

Curiosamente, Enrique Doger Guerrero se ha visto particularmente cauto.

Es como si en sus escenarios, las virtuales —inminentes— rupturas lo vayan a beneficiar.

Sin López Zavala y sin la Pipitilla, el camino hacia 2018 sería para Doger brutalmente claro.

Su única negociación importante sería con Juan Carlos Lastiri, quien no crece en las encuestas ni matando a Dios.

Pero en esa encrucijada hace falta el apoyo desde Casa Puebla.

Quién lo dijera.

Sólo en esa dinámica especial la gubernatura no quedará en manos de Morena.

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