Alejandro Zambra entrega una historia íntima que tiene por contexto histórico al país de Chile de Pinochet. Un país cuyos habitantes tenían que aprender a vivir huyendo del régimen
Por Fredo Godínez
¿Cómo hablar de un libro cuyo discurso se asemeja a una plática entre amigos, cuyo fin es confesar, compartir aquello que lleva años carcomiéndonos las entrañas? No sé y quizá la única forma sea haciendo algo parecido.
Ya lo he dicho un innumerable número de veces y no tengo empacho en repetirlo, la narrativa latinoamericana contemporánea llegó a mi biblioteca personal a través de la revista Revuelta, impulsada por Pedro Ángel Palou (y la Generación del Crack) en la Udlap. Empero, Alejandro Zambra apareció en mi mapa literario gracias a una amiga literata: Berenice Romero, quien lleva años viviendo entre Chile y México.
Formas de volver a casa de Alejandro Zambra es un libro maravilloso por lo extraño que es. Con una prosa poética, Zambra entrega una historia íntima que tiene por contexto histórico al país de Chile de Pinochet. Un país donde los adultos tenían que aprender a vivir huyendo de la dictadura, al mismo tiempo que tenían que ofrecerle a sus hijos un mundo un poco más amigable o, mejor dicho, menos trágico, doloroso.
A diferencia de lo que todo lector podría suponer, aquí no se habla en sí de la dictadura de Pinochet (al menos no directamente), dicho de otra forma no es una novela histórica. Aquí se habla de los personajes secundarios: los niños, que sin comprender cómo o por qué sucedió, un día, alguno de sus familiares salió de viaje y nunca lo volvieron a ver. Otros niños habrán tenido que huir de ciudad en ciudad escondiéndose del ejército y algunos más se vieron obligados a cambiar de país. Y en su mayoría tenían que cambiarse de nombre y apellidos, y relatar a sus amistades y vecinos momentáneos historias, recuerdos que no eran suyos. La circunstancia forzaba a cada niño a convertirse en una especie de novelista que inventa un sinfín de historias para sobrevivir.
La falta de pertenencia, de arraigo, es una herida invisible pero profunda. Todos, pienso y creo, necesitamos saber de dónde venimos, para lograr comprender hacía donde intentamos ir. Y eso es lo que Zambra pretende con este libro: encontrar sus “raíces” o los restos que existen de ellas para poder recuperar la brújula de su vida.
Y no hay mejor forma para reconocerse que por medio de la escritura de un diario; a través de éste Zambra cuenta el peregrinar que un adulto tiene para reencontrarse consigo mismo, con el país de su infancia y con la mujer de su vida: Claudia. Las historias se van alternando entre los recuerdos del niño que solía ser con los sucesos del adulto que ahora es. Asistimos a una novela-diario fragmentado como suelen ser los recuerdos, la vida misma.
Zambra escogió una gran imagen para comenzar y terminar su novela: un terremoto, porqué viajar al pasado para curar las heridas es un sismo interno del que nunca se sale bien librado.
Formas de volver a casa es un libro –citando al autor–, donde nosotros nos cubrimos la cara, mientras que él nos muestra la suya. Y al final terminamos descubriéndonos a nosotros mismos en cada una de las líneas que conforman esta novela.
Y al final, con Zambra, nos damos cuenta que a pesar de toda desgracia: estamos bien y que todo, por muy doloroso que sea: pasará a ser tan sólo un recuerdo.
_____
*Formas de volver a casa. Alejandro Zambra. Anagrama/Colofón: 2011. Barcelona/México.

