El sexenio de Rafael Moreno Valle llegó hasta el último minuto con resultados; la pirámide de Cholula fue el más grande testigo del cambio de mando, las bases están sentadas
Por Guadalupe Juárez
Imagine usted este escenario: la iglesia de Los Remedios sobre la pirámide de Cholula iluminada, mientras a sus faldas la historia es recreada.
Los fuegos artificiales que iluminan el cielo anuncian el término de una era, pero el inicio de otra.
“Porque todas las historias tienen un fin, Y el fin es apenas el comienzo”, reza una voz grabada que intenta transportarte a la Puebla prehispánica, pero también a la Puebla de hoy, a su futuro.
Moreno Valle ya no es gobernador. Pero dejar el cargo no le pesa. Agradece y dice sentirse seguro de que “el progreso va a continuar en este estado”.
Son las cero horas del 1 de febrero de 2017.


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Desde niño Rafael Moreno Valle creció en el poder. Su abuelo con el mismo nombre también fue gobernador.
Los eventos y su relación con los políticos no le son ajenos, jamás lo serán.
Los minutos como mandatario se agotan. Él sonríe. Es rodeado por todos aquellos que contribuyeron a su gobierno, los mismos que ríen ahora al escuchar que para él los días tenían más de 24 horas. No había descanso mientras ocupó Casa Puebla.
A su lado también hay personajes que jugarán para otro proyecto: la candidatura presidencial.
Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, lo acompaña. Y el ahora gobernador de Puebla, José Antonio Gali Fayad, no sólo lo felicita sino que aprovecha su nueva voz para un deseo: quiero que seas Presidente de México.
El lugar estalla en aplausos.

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2010. Las sombrillas de cuatro colores distintos con origen en partidos políticos llenan el estadio Cuauhtémoc.
Cientos de voces corean un nombre: “Moreno Valle, gobernador, Moreno Valle, gobernador”.
Él aparece y las lentes de las cámaras que lo acompañan congelan el momento. Sonríe. Es optimista. Sabe algo que los demás no y por eso alza la mano. Abraza un triunfo que parecía lejano.

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6:20 pm. 31 de enero del 2017.
El ceño fruncido y su caminar apresurado son vencidos por la sonrisa de un niño y el aplauso genuino de cientos de habitantes de las colonias cercanas a La Resurrección.
La inauguración de un puente es el pretexto para despedirlo. Al fondo se escucha una melodía que repite su nombre y el de su sucesor; la luz del atardecer rojizo baña Los Fuertes de Loreto y Guadalupe que pueden apreciarse como una postal a lo lejos.
Moreno Valle no se toma el tiempo de apreciar el paisaje. Aunque la nostalgia por breves segundos invade su rostro, la convierte en sonrisa, en satisfacción.
“Es él, mami. Es el gobernador”, grita un menor de cinco años apenas lo ve.
Él contesta desde el templete, “gracias a aquellos que sí creyeron en mí. Después de seis años, aquí estoy para cumplir con mi palabra”, dice mientras el sol se oculta.
La gente sigue aplaudiendo. Algunos desean abrazarlo, acepta.
Su nombre es repetido a ritmo de un corrido que rebota entre la estructura del puente recién inaugurado, mientras Moreno Valle se despide entre aplausos y porras.
“Al señor Moreno Valle un saludo muy cordial, porque la neta de netas ha sabido trabajar, no como muchos gobernadores que nomás roban y se van”, recitan los versos de Samuel Méndez, El Raisler de la Sierra.


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La despedida parece prolongarse en agradecimientos. En más aplausos.
“Gobernar no ha sido fácil”, reconoce. Las palabras parecen sinceras.
Moreno Valle toma el micrófono todavía con su investidura. Está inaugurando el Museo del Automóvil.
“Yo sé que muchas gentes (sic) critican mi forma de planear las cosas. Pero yo fui planeando las obras, así como se me venían a la mente”, asevera.
Su discurso nos traslada a su infancia y a aquellos paseos fuera del país. Museos y recintos que veía en otros países los quería para Puebla.
Por eso el tiempo y las carreras. Por eso su paso siempre apresurado en obras.
No hay tristeza, ni despedida.

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Su voz sigue firme hasta el último minuto de este martes.
“El progreso va a continuar en este estado. Me voy tranquilo porque se queda en manos de un hombre con experiencia (...) estoy convencido de que Tony Gali va a darle a Puebla no sólo continuidad sino constantes mejoras. Sus primeras palabras del señor gobernador... Tony Gali”.
Gali sube al templete y aún llama gobernador a Moreno Valle.
“Hoy los poblanos estamos agradecidos para sentar las bases de un trabajo que no puede terminar( ...) y queda la vara muy alta. Los indicadores nos dicen que Puebla es otra.
“Prometo doblar esfuerzos. Pero también en esta tierra de los dioses yo te digo que quiero que seas Presidente de México. Necesitamos un hombre con convicción”, suelta el nuevo huésped de Casa Puebla.
Rafael Moreno Valle le agradece con un apretón de manos y una sonrisa. Siempre una sonrisa.
Los dos caminan hacia la salida del espectáculo bajo las faldas de Cholula. Los dos siguen brillando. No hay nostalgia. Tampoco despedida.
Moreno Valle ya no es gobernador.

Compromiso cumplido
Redacción
Cultura, infraestructura y educación fueron los rubros que cubrió la entrega de obras en el último día de gestión de Rafael Moreno Valle, los proyectos de progreso llegaron a todo el estado.

